lunes, 8 de junio de 2009

Sin Misericordia

Capitulo II

Ni siquiera supo como fue que llegó a ese punto.

Sus dedos enredados a sus cabellos, que se sentían suaves pesen a estar todavía húmedos por la lluvia de la mañana. Y su boca ¡Oh su gloriosa boca! Que retribuía a la diestra perfección sus besos. Ella suspiraba y él se sentía transportado a otra realidad, otro mundo. Una sensación tan maravillosa como sus caricias mismas. No supo cuanto abarcó ese primer beso, pero si fue consciente que a ese le siguieron muchos más conforme su necesidad por ella era saciada. Sentía que era capaz de absorber su vida misma, su esencia. Esa una adicción muy fácil de contraer.

Lentamente fue frenando la pasión de sus caricias, hasta convertirlos en roces pequeños y cariñosos que arrancaron una exquisita risita de los turgentes labios femeninos.

Abrió los ojos y la miró. De pronto se sintió azorado por su abrupta reacción. Se había propuesto poner distancia entre ella y él, y eso era lo que menos había hecho. Se sentía extraño y… renovado. Como si esos besos le hubieran dado la energía necesaria que solo hallaba en aquel alimento color grana. Frunció el ceño al recordarlo, pues por un mísero instante volvió a sentirse como un ser humano.

- Lo siento…- replicó en una voz muy pequeña, muy impropia de él. Sin embargo no hizo el menor movimiento de separarse de ella. Sus manos aún se encontraban anudadas a su cabello, y su cuerpo hambriento reclamaba sentirse más próximo a ella.

- Doctor…- parpadeó esos increíbles ojos verdes y su voz fue en extremo inestable.

- Ash- la corrigió con urgencia. Como si le resultara vital oír su nombre de esos labios femeninos.

Ella asintió -Ash…- y se quedó viéndolo como hipnotizada.

Este sintió una dolorosa punzada de comprensión y se mordió el labio antes de poner espacio entre ambos. Sin embargo no llegó muy lejos, pues la muchacha en pocos segundos volvió a cerrar la distancia entre los dos. Se veía sorprendida, y algo dolida.

- ¿Por qué?- preguntó en ese tono de voz suave y que rimaba a la perfección con toda ella.

Volvió a mirarla; sus mejillas se encontraban llenas de excitación, sus labios muy húmedos y purpurinos; denunciaba brío y lozanía a los gritos. Y de pronto se sentía hambriento otra vez, tenía ganas de besarla, de sentir su calor, su suavidad…

- ¿Eres consciente de lo que acaba de ocurrir?- le preguntó tras una larga pausa en la que notó como la respiración de ella se aquietaba.

Misty asintió expectante. Pero él no dijo más nada. Guardó silencio y centró la vista en el suelo. Ella dio otro paso y le tomó la barbilla, tuvo un pequeño sobresalto al notar su piel fría como el mármol, pero se mantuvo allí, acariciándole las mejillas con ternura.

- Me has atraído desde la primera vez que te vi… cuando rechazaste mi invitación para bailar ignorándome por completo… Y cuando apareciste en mi carruaje disculpándote por esa tonta ofensa, supe que no era algo simple que se acababa con un mero coqueteo…- acercó su rostro al suyo en el gesto más atrevido que hiciera en su vida -Desde ese día la duda me roe…He tratado de ser indiferente a ti pero no puedo… Siento que te necesito… que me haces falta. Que no estaba completa hasta que te conocí…- cerró los ojos y aspiró una larga bocanada de aire, como si le costara mantener el control sobre si misma -No sé lo que pasa conmigo, siento que me has enloquecido, que has arrebatado con tu aliento toda mi fuerza de voluntad… y que no tendré un solo segundo de paz sino vuelvo a hacer esto…-

Lo besó enardecida. Enredando los brazos tras su cuello, pegando su cuerpo contra el suyo que se aplastó bruscamente contra el filo del escritorio. Soltó un suspiro ronco al notar como ella lo guiaba en la caricia, perfeccionando sus besos y haciéndolo más adicto a ellos.

La interrumpió jadeando, notando que sus labios se sentían anormalmente tibios. Que todo él se sentía explotar. Su cuerpo estaba liviano y lleno de euforia.

- No es por mí por quien te sientes atraída…- le dijo finalmente peleando con su voz, con la exigencia que sentía de unirse a ella otra vez. Misty lo miró con sorpresa, luego meneó la cabeza -Es lo que hay dentro de mí lo que te atrae. Te sientes tentada a probarme, a degustarme…-

Ella volvió a sacudir la cabeza, sostuvo sus mejillas otra vez pero ya no se alarmó al notarlas frías como hielo. Acercó sus labios hasta casi rozar los suyos y se detuvo cerrando los ojos.

- ¿Sientes eso?- le preguntó con un hilo de voz.

¿Si lo sentía?. ¡Claro que si!. Peleó con la urgencia de arrebatarle la boca, de morderle los labios, de sentir su respiración agitada en su mejilla, el paseo de sus manos en su cabello, su cuello, regalando vida y calor a su paso…

- ¿Lo sientes…?- ella volvió a preguntar y su voz fue más pequeña. La punta de su nariz rozó la de él.

- No es normal, ni está bien- respondió finalmente. Centrando sus ojos en los de la joven. Esta sonreía dulcemente.

- Entonces no estaba equivocada…-susurró -Sientes algo por mí…-

Que ella se mostrara tan calmada ante lo que decía, contrastaba con el torrente de emociones que bullían dentro de él. Ni en todos los años que llevaba de eternidad se imaginó que esa angelical criatura terrestre pudiera hacerle revivir a flor de piel sentimientos que yacían sepultados en lo hondo de su memoria. Finalmente quebró el freno que se había auto impuesto y dejó que sus manos hambrientas la tomaran de la cintura, mordió con igual desesperación sus labios, probando el sabor dulce de su boca, y luego dejó una débil huella de besos que se dirigieron a su garganta. Con cierto estremecimiento corrió el cuello del vestido que ella llevaba, liberando la tez pálida y tibia… La vida secreta de sus venas se adivinaba con total precisión, y el aroma frutal de su piel había llegado al punto máximo… Sin embargo no se sintió afectado en absoluto. La tenía completamente a su merced, lo sabía, y el deseo innegable de su naturaleza salvaje había desaparecido como por arte de magia ¿a que se debía?. No le importó de momento, y se concentró en besar el blanco cuello con toda la delicadeza de la que pudiera ser capaz, agradeciendo a quien fuera aquel inigualable instante en el que volvía a sentirse un ser humano.

Se detuvo bruscamente. Los labios de ella lo siguieron por inercia como buscando recomenzar el ósculo. Él le tocó la nuca con sus manos frías, esperaba que retrocediera, pero la muchacha volvió a sonreír con ese mohín tierno y femenino, como si no notara su desesperación o la temperatura anormalmente baja de su propia piel.

- ¿Vas a seguir negando algo que es tan obvio?- le preguntó Misty con sorprendente calma, relamiéndose los labios que ahora estaban más rojos y turgentes que nunca.

- No- le respondió. Corrió el pulgar por el nacimiento de su cabello y notó como se estremecía imperceptiblemente -Pero… hay cosas que tengo que aclarar…-

- ¿May?-

- Entre otras cosas…- suspiró. Era increíble estar así frente a ella y no sentirse afectado en absoluto.

- ¿Necesitas tiempo…?-

Lo pensó. Él disponía de todo el tiempo posible, era relativo, eterno, pero ella no. Ella era una simple mortal que envejecería cada año hasta desaparecer…

- ¿Ash?-

- Tiempo es lo que no tenemos…- susurró en un hilo de voz. Ella parpadeó -Escucha- soltó su cabello y la tomó de la barbilla, si le molestó la acción no lo demostró, se mantuvo atenta a lo que diría a continuación -Espérame en el parque al atardecer…-

- Pero…- se detuvo ante el sonido repiqueteante de la lluvia que se oía en el techo, le hizo un gesto como indicándole ese pequeño contratiempo.

- Es imprescindible para nosotros… Por favor-

Misty asintió con gracia -Está bien-

Él besó sus manos tibias, luego la soltó y retrocedió un paso -Será mejor que regreses, ya te he… entretenido por mucho tiempo. Van a echarte de menos-

Ella volvió a acomodar el abrigo sobre sus hombros, cerrando de esta forma el pequeño escote de su vestido y se dirigió a la puerta cerrada. Puso la mano en el picaporte y se volvió de pronto con expresión preocupada. Por un momento volvió a ser la niña que todavía era.

- Yo…- empezó con cierta duda -No suelo comportarme de esa forma… Es la primera vez que dejo que mis sentimientos se desborden…- parecía en extremo apenada y avergonzada -Por favor no vayas a pensar que… tengo un comportamiento vulgar… Nunca antes…-

Le preocupaba lo que pudiera pensar de unas cuantas palabras ebrias de pasión, y de unos besos que habían salido de un ruego mutuo.

Él sonrió enormemente y a grandes zancadas volvió a aproximarse, sus manos la tomaron antes de que lo pensara siquiera. Sus labios descendieron con prisa sobre los de ella sepultando su tonta explicación. Misty suspiró contra su boca y sus pestañas vibraron mientras su cuerpo volvía sumirse en el éxtasis.

- No tienes que explicar nada- Dijo después de separarse. La voz ronca del joven demostró cuan afectado se encontraba. Tantas emociones a las que debería volver a acostumbrarse. Rozó los labios enrojecidos de la muchacha con el pulgar -Te conozco más de lo crees, y sé que no has hecho nada malo, ni inapropiado… Aunque muchos lo pondrían en tela de juicio- le sonrió -Pero yo no. Me gusta que seas impulsiva…- ella se sonrojó -Ahora ve-

Abrió la puerta con cuidado y con ternura la empujó hacia fuera, ella le hizo un gesto final con su mano y desapareció por el pasillo.


*****************************

Miró sus manos, y se preguntó por centésima vez porque se sentía tan calmado, tan satisfecho. Tan en paz consigo mismo; como si hubiera logrado realizar algo satisfactorio y emocionante.

Se sentía en extremo humano. Y vulnerable.

Había olvidado lo que era experimentar tales sensaciones; en su mundo actual no había lugar para la satisfacción, la plenitud y la calma. Constantemente se sentía ansioso, incómodo y… hambriento. Y aunque le había llevado muchos años acostumbrarse a esa constante sed, con el tiempo había aprendido a aplacar el incesante deseo.

Y no se había alimentado desde la mañana y no se sentía alterado en absoluto. ¿Realmente unos cuantos besos lo habían saciado de tal modo, que podía pensar con calma y serenidad?. Sonrió, y aspiró una larga bocanada de aire. ¿Cuánto hacía que no sonreía de aquel modo? Ya ni lo recordaba…

Esa angelical criatura terrestre lo había devuelto a la vida en todo el amplio sentido de la palabra.

*****************************

May anduvo arriba y abajo, arrastrando el ruedo de su costoso vestido por el suelo de mármol. Se sentía en extremo ansiosa y preocupada. Intuía que algo andaba mal… terriblemente mal.

- ¿Señorita?-

Se volvió al sonido de la voz. Su doncella, una muchachita joven y pálida que apenas había dejado de ser una niña, estaba de pie junto al umbral de la puerta mirándola con sus grandes ojos castaños. A veces actuaba de mucama y de asistenta; disponía sus vestidos y le arreglaba el cabello. Era una muchacha sencilla, modesta y… callada.

May la miró en ese momento como si nunca lo hubiera hecho; su ansiedad en su pico más alto, sus ojos encendidos de adrenalina, sus mejillas llenas de excitación. Voló sin mediaciones hacia la indefensa jovencita que permaneció como clavada en su lugar, y relamiéndose de antemano clavó una mordida certera en su cuello. La pobre doncella apenas se debatió como un pajarillo asustado, pero acabó sin poner mayor resistencia.

Los minutos pasaron, soltó el cuerpo inerte que cayó a sus pies y se tocó los labios. El sabor de la sangre humana era algo único, exquisito. Difícilmente podía compararse con la de los animales; esa sangre insípida y viscosa que nunca lograba saciarla. Degustó profundamente el liquido en su paladar, relamiéndose los labios. Abrió los ojos y observó finalmente el espectáculo monstruoso en el que se había convertido su persona. Había arruinado el vestido de satén, tenía el escote manchado horriblemente al igual que el ruedo y gran parte de la falda. Sus dedos chorreaban el líquido carmesí, al igual que su barbilla; sangre seca seguía una huella cuesta abajo por su garganta y desembocaba en el cuello del vestido.

Miró sus manos teñidas de rojo, y bajó la vista hacia el cuerpo sin vida de la doncella. Sintió repugnancia, asco. El suelo era una horrible pintura; charcos secos y frescos que despedían un tenue olor metálico. Debía limpiar eso inmediatamente antes de que Ash llegara.

Corrió a la cocina, mientras pensaba como deshacerse de ese cuerpo sin vida.


*****************************

La lluvia se había vuelto monótona y vacía, para esas horas era un gentil eco que ya era dolorosamente familiar.

La joven estrujó el pañuelo entre sus manos enguantadas mientras veía como el cielo gris iba oscureciéndose. ‘No vendrá’ murmuró su mente. La tarde caía en aquel cielo plomizo, perdiéndose en la noche que comenzaba a levantarse.

Otros veinte minutos más y la oscuridad dejó caer su manto. Finalmente se convenció de que no vendría, se aproximó a la ventanilla para decirle a su cochero que emprendiera el camino de regreso, cuando la puertecilla del carruaje chirrió indicando una nueva presencia. Aún en la pequeña luz que el farol desparramaba se adivinaba el semblante pálido y desmejorado del flamante doctor. Le costó algo de esfuerzo sentarse frente a ella.

- ¡Dios mío!- exclamó la joven asustada acercándose a él -¿Qué te ocurre?-

El joven alzó la vista, sus ojos tenía un leve tinte dorado que estremecía. Se quedó tieso, respirando aceleradamente.

- ¿Ash?- intentó nuevamente arrodillándose frente a él. Se quitó los guantes y le tocó la cara; su piel estaba fría como el mármol, como un trozo de hielo.

- Misty…-respiró este trabajosamente, observándola; el suave perfume corporal de su cuerpo se concentraba terriblemente en aquel pequeño espacio -Abrázame…- le imploró sin siquiera pensarlo.

Ella aceptó de inmediato esa orden. Se sentó junto a él y lo rodeó con sus brazos, olvidando que estaban en un lugar publico, que apenas le conocía, y que su comportamiento no era el adecuado para una muchacha de su cuna y estirpe. Pero las normas de educación y etiqueta parecían no existir en ese momento, cuando solo era consciente de que hacía unas pocas horas había confesado que sentía algo profundo por ese hombre, y este de alguna forma le había correspondido.

Ni siquiera supo cuanto abarcó ese abrazo. El calor de su cuerpo parecía un bálsamo que intentaba calmarlo. Se mantuvo junto a ella, rodeándola a su vez con sus brazos. Se sentía tremendamente sediento, pero por alguna razón desconocida podía aguantar todo el tiempo del mundo.

- ¿Qué ocurre?- oyó la voz suave, melodiosa de la joven. Eso le hizo cosquillas en la nuca.

Él la alejó con suavidad y la miró; sus ojos eran dos esferas de pureza, sus labios y mejillas semejantes al rubí.

- Entiendes que esto es una locura ¿verdad?- le preguntó a su vez con voz queda. Como si no hallara otra cosa para decir, o como si fuera indispensable que ella lo supiera.

Misty asintió, se acercó más a él. Estaba tremendamente pálido y temblaba imperceptiblemente -¿Qué ocurre?- se mordió el labio -¿Te arrepientes?. ¿Es eso…?-

Había tal súplica en sus ojos, y le rogaba silenciosamente que su respuesta fuera negativa, que no hubiera marcha atrás, que enfrentarían juntos todos los obstáculos que se interfirieran. Se vio urgido a contestar -Claro que no, no. Nunca me arrepentiré… Pero… hay muchas cosas… cosas en torno a mí que no… no…-

- No me importa- Misty lo interrumpió. Le sonrió, y su sonrisa pareció aliviarle; darle algo de la serenidad que buscaba -Me conformo con saber que sientes algo mínimo por mí…-

- Y lo siento. Siento algo por ti que nunca había sentido antes…-le tomó el rostro con las manos, como si le fuera vital experimentar la tibieza carnal de su piel -Y no es algo mínimo, es algo inmenso, tan poderoso que me inquieta…- la joven sonrió más todavía, y de pronto a él no le interesaron las palabras, ni lo erróneo de aquella situación pues estaba besándola con toda la pasión que un momento así podía desplegar. Con toda la avidez contenida, deseando fervientemente que ella saciara su ansiedad… que espantara todas las quimeras que se extendían sobre ellos.

Su ropa estaba húmeda, podía advertirlo mientras la acercaba a su cuerpo, y sus besos se hacían más urgentes, mas apasionados, más hambrientos… Intentaba responder de igual manera pero pronto se dio cuenta que no podía seguir su ritmo. No podía. Se sentía tonta e inexperta, y temió que eso le jugara en contra.

- ¿Qué pasa…?- le preguntó él al notar que ella se había alejado y ya no respondía con igual fervor a sus caricias.

Misty volvió la cabeza y lo miró. Estaba terriblemente sonrojada, y parecía tan pequeña e inocente -Yo…- titubeó -No puedo… no sé… Nunca había estado en una situación así y no…- se mordió el labio esperando que la entendiera.

Ash rió sonoramente. Y entonces se dio cuenta de que era la segunda vez en el día que reía de aquel modo. ¿Y la ansiedad que sentía donde estaba?. ¡Había desaparecido otra vez como por arte de magia!. Y todo debido a ella… ¡Ella!. Cuyos besos poseían el poder de volverlo a la vida… y de saciar su hasta entonces eterna sed.

- ¿Tienes idea de lo que me haces hacer…?- le preguntó sonriendo. Cielos que se sentía maravilloso poder hacerlo. La tomó de la barbilla con ambas manos -Me devuelves la vida con cada beso, Misty. Nunca debes avergonzarte de la pasión que brota dentro de ti…-

Ella se sonrojó aún más -Es que yo… Siento que ni siquiera puedo compararme contigo…-

- Es que no tienes que compararte conmigo- le susurró divertido -Eres única ¿lo entiendes?-

Ella asintió todavía con las mejillas encendidas, se mordió el labio antes de acabar con la distancia que los separaba y unir sus labios en otro beso afiebrado. Esta vez Ash dejó que fuera ella quien tuviera el control, él solo se limitó a seguirlo mansamente a donde fuera. No duró mucho, pero si fue en extremo tierno e inocente.

Ambos sonreían cuando se separaron. Parecía contagioso, y ella ya no se sentía tan abochornada.

- ¿Entonces?- preguntó Ash con voz tierna -¿Estas segura de que quieres intentar algo conmigo?-

Misty ni siquiera necesitaba pensar la respuesta -Si- y añadió con absoluta convicción -Estoy dispuesta a seguirte hasta el fin del mundo con tal de ver a donde nos va a llevar esto-

- No será fácil… Muchos pueden no entenderlo y juzgarnos-

- Lo sé- Misty tomó aire. Sabía que estaba tomando la decisión más importante de su vida, y que con eso podría ser rechazada por la sociedad, y por su familia -Pero quiero estar contigo-

- Yo también-

Ambos se quedaron en silencio. Un silencio cómodo y amistoso, que era roto por el suave sonido de la lluvia que golpeaba contra el techo del carruaje. Ash se encontraba sumido en sus cavilaciones; entendía que había una barrera tangible entre ellos: una barrera de eternidad, de su horrible naturaleza, y de hechos extraños, pero no se encontraba listo para hablar. Necesitaba afianzar su relación con ella antes de confesarle la verdad.

Además estaba May. Y no sabía como actuaría la mujer al enterarse de las nuevas. Aunque hacía tiempo que lo venía sospechando, a estas alturas era algo que ya no se podía evitar. Esperaba que lo entendiera.

- Será mejor que vayas. Sé lo que estás pensando- ella habló con voz suave. Ash volteó a verla confundido -Sé que tienes un deber con May, y que no te será fácil romperlo… Si necesitas tiempo para arreglar las cosas con ella…yo te esperaré todo lo que sea necesario…-

- Tiempo es lo que no tenemos…- le reiteró tal y como lo hiciera antes en el hospital. Se tocó el cabello en una acción inconsciente -Lo que hay entre May y yo es mera formalidad… es… largo de explicar. Ya no hay nada que nos una, salvo un compañerismo impuesto a la fuerza por el destino, pero que ha cambiado desde que apareciste tú. Ella sabrá entender-

Misty le tocó las mejillas -Esa aura de misterio que te rodea me atrae más y más hacia ti…-

Él asintió con cierto pesar. Sus palabras de pronto le recordaron que muy en lo profundo todavía era un depredador y que esa terrible naturaleza de la que renegaba constantemente lo había revestido con las armas más seductoras para atraer a sus presas.

*****************************