viernes, 30 de mayo de 2008

Magnetismo





'No quiero ser otra en tu larga lista de conquistas'



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Su instinto de caza estaba al máximo, y su experiencia bien adquirida en la materia le indicaba avanzar y reclamar su presa.

Volvió a darle una exhaustiva ojeada a aquella mujer que tanto le había llamado la atención; piernas largas coronadas por unos altísimos zapatos de tacón fino que sumaba sensualidad a sus pies. Su cuerpo no era de proporciones infartantes, ni nada de eso; era normal: delgada, alta y de líneas simples y delicadas. Como una bailarina de valet.

Lo que más llamaba su interés, y ahí estaba el factor que había despertado su profunda admiración; era su cabello, largo, que pasaba sus hombros y cubría media espalda en mechones dispersos color cobre, fuego; como el ardiente tono del atardecer.

El sobrio vestido violeta que llevaba puesto debería haber chocado con el color de su pelo, y lo hacía, pero su piel era tan pálida, tan blanca que el efecto general resultaba impactante en lugar de desagradable. Y no hacia más que acentuar ese halo magnético que lo impulsaba hacia ella.

En conjunto, de la cabeza a los pies era una mujer de líneas normales, belleza suave y delicada. Del tipo de mujer con el que nunca saldría, se dijo con sarcasmo.

Se encontró caminando hacia ella con toda la seguridad que usualmente poseía, consciente de su virilidad, de su innegable atractivo, y portando aquella sonrisa arrogante y segura de sus acciones. Durante años había recolectado practica, maestría y sabía muy bien como dar el primer paso para lograr lo que deseaba.

La dama en cuestión seguía dándole la espalda manteniendo su posición inicial, por lo tanto le había resultado imposible verle el rostro, pero considerando sus agraciadas líneas, este debía conservar tal grado de perfección.

El impecable aroma femenino fue lo primero que advirtió apenas se encontró detrás de ella, una esencia suave que endulzó sus sentidos como un elixir. La midió otra vez con sus ojos; ahora que estaba junto a sí no era tan alta como en un primer momento le había parecido, y su cuerpo no parecía tan simple, ni tan normal como intuyó la primera vez. De todos modos no alcanzaba a sus parámetros, o al ideal de belleza que tenía en mente.

Alzó una mano y deslizó los dedos por la suave curva de su brazo, su piel era tan delicada al tacto como lo había supuesto. Y aquella acción fue el preludio a lo que estaba esperando.

La reacción de la mujer no se hizo esperar, se dio la vuelta furiosa, dispuesta a decirle unas cuantas verdades, pero él fue más rápido y atrapó el cuerpo pequeño de ella entre sus brazos, listo para hacer su último movimiento, aquel que le regalaría una brillante victoria.

La besó.

Pero instantáneamente a lo que estaba esperando -y a lo que siempre ocurría en estos casos- la mujer se retorció de sus brazos, y alzando una mano la cruzó con violencia en su mejilla. La salvaje acción lo dejó con su cabeza a un lado, la mejilla ardiendo como si se hubiera quemado. Volvió su cabeza lentamente y sus labios se abrieron desencajados.

Un par de enfurecidos ojos verdes lo recibió, tan turbios y profundos como esmeralda liquida. Tardó varios segundos en reaccionar, y en su mente pudo ver esos turgentes labios moviéndose, pero él no estaba poniendo atención a sus palabras hasta…

- …maldito cerdo oportunista…- estaba diciendo con un tono de voz que encajaba perfectamente con ese par de tormentosos ojos -…bastardo machista…-

- Hey- replicó alzando simpáticamente la mano para luego refregársela en la mejilla -Tienes un buen estilo, y un interesante repertorio de insultos…-

- ¡Eres un egocéntrico y un soberbio!- alzó la mano para asestarle otro merecido golpe, cuando él la sujetó de la muñeca deteniendo fácilmente su acción.

Aquello provocó una cercanía instantánea entre ambos, y una enorme sonrisa arrogante a los labios masculinos, en tanto los ojos claros refulgían como el mar embravecido, a la par que tironeaba bruscamente para soltarse.

- No has dejado de seducirme con tu cuerpo allí adentro- hizo un gesto hacia la fiesta que se desarrollaba tras unas puertas de vidrio a sus espaldas, incrementó la presión en la mano de ella -Y saliste al balcón obviamente buscando algo en concreto…- se inclinó con una mueca confiada -Yo no malinterpreto las señales, y estas saltaban a la vista- finalizó dirigiéndole una exhaustiva ojeada que avivó las llamas en los ojos verdes.

Pero antes de que ella pudiera agregar algo más, estaba besándola de nuevo y al parecer disfrutando de su obvia negativa.

Cuando finalmente la soltó, los ojos de ella lucían más oscuros, sus mejillas profundamente encendidas, sus labios enrojecidos y aún más turgentes. Su pecho subía y bajaba de agitación.

- ¿Y bien?- preguntó él arqueando una ceja, confiado, arrogante.

Ella respiró una y otra vez, se lamió los labios - ¿Así que ahora me encuentras irresistible?. Años atrás hubieras preferido morir a decirme algo como eso…-

Las cejas volvieron a arquearse, esta vez con desconcierto -¿Sabes quien soy?-

Sonrió de costado mostrando un gesto tan arrogante como el de él -No soy tan tonta como me crees- hizo un gesto hacia la fiesta allí atrás -Eso es por ti. Un tributo a tu carrera…- con eso pareció dar por terminada la plática. Giró sobre sus talones para volver al salón.

Pero él la tomó del brazo en el último instante, acercándola a su cuerpo otra vez -Tu nombre-le exigió imprimiendo presión en la muñeca de ella.

La expresión arrogante volvió, parpadeó sus ojos verdes antes de responder -¿Acaso el gran Ash Ketchum tiene problemas de memoria?. Supongo que no podía esperar otra cosa viniendo de ti, los años pasan y todavía te cuesta reconocer los detalles que saltan a la vista…- su blanca sonrisa relució ante el sarcasmo.

- ¿Quién eres?-

Ella rió meneando la cabeza -Sigues siendo igual de despistado. Con este disfraz… -señaló su porte, su apariencia; el impecable traje negro hecho a medida -podrás engañar a todos, pero no a mí… Nunca has podido engañarme-

Él la miró fijamente, tomando nota otra vez de su cabello cobrizo, de su rostro pálido y simétrico, de sus grandes ojos verdes que curiosamente ahora tenían un leve tinte de azul. Y todas esas características taladraron en su memoria de un modo tal que hizo que la soltara como si se hubiera quemado.

- ¿Ya me recuerdas?- se refregó la muñeca con lentitud.

El joven no respondió siguió viéndola con terror. Su mascara de arrogancia y presunción se quebró para dar lugar a la apariencia de un adolescente tímido y desconcertado. Retrocedió unos pasos como si se hallara frente a un monstruo mitológico.

La sonrisa de ella se volvió más ancha, más sarcástica. Inclinó su cabeza en una reverencia burlona y se volvió para entrar al salón. Su figura balanceándose sensualmente a cada paso.

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Tenía que dar un discurso, y lo hizo; pero realmente no podía decir que había puesto entera atención a las palabras que salían de su boca. Lo recitó de memoria como un autómata, pues su atención estaba centrada otra vez en la mujer pelirroja ubicada a la derecha del auditorio.

Sus enigmáticos ojos verdes nuca se apartaron de su persona en lo que duró la conferencia. Se mantuvo seria observándolo, al igual que él lo hacía con ella.

Después de tantos años de silencio volvían a encontrarse del modo más extraño que pudiera haber imaginado. Él la había olvidado, había olvidado todo lo que pudiera ligarlo o referirlo a ella; su vida de antaño, sus amigos, sus recuerdos. Y realmente ahora no recordaba cual fue el motivo que lo llevara a tomar tal decisión. Pero ahí estaba otra vez.

Y cuando la charla finalmente acabó, descendió del estrado buscándola con la mirada como antes lo hiciera, y la encontró. Alta, delgada, ubicada en un extremo del salón como una elegante estatua viviente. Metió las manos en los bolsillos a medida que se le acercaba, rechazando a un hombre que solícito se acercó a ofrecerle una copa de champagne, no le importaba nada a su alrededor, atento a ella como cuando un cazador distingue a su indefensa presa.

La joven se giró en el último momento y lo miró. Ya no había rastros de sarcasmo o fastidio en las líneas simples de su rostro. En curioso contraste parecía frágil y vulnerable. Levantó una mano a modo de defensa y murmuró en voz alta y clara.

- No quiero ser otra en tu larga lista de conquistas-

Él pareció sorprendido antes ese comentario. Luego sonrió lentamente, en un gesto franco y natural, libre de malicia.

- Tampoco lo quiero- se detuvo ante ella y se mordió el labio con suavidad -¿Podríamos empezar de nuevo?-

Los ojos verdes se alzaron con expresión interrogante, para luego suavizarse. Sus rosados labios ensayaron una pequeña sonrisa y le extendió la mano, la cual tomó con gentileza.

- Soy Ash Ketchum, es un placer conocerla señorita Waterflower…-

Ella soltó una leve risita -Se supone que no sabes mi nombre-

- Es más fácil así ¿no crees?- tomó la mano femenina y la enlazó a su brazo -¿Le importaría que yo fuera su acompañante en el resto de la noche?-

- Supongo que no- lo miró de soslayo esta vez algo más seria -Si realmente es lo que quieres-

- Lo quiero- sostuvo sus ojos notando cuan profundos eran.

Rompieron a caminar dirigiéndose al balcón donde se habían encontrado antes. Estaba vacío, y la quietud que lo rodeaba se extendía por el oscuro paisaje de allá abajo creando una atmósfera secreta e íntima.

- Cuéntame algo de tu vida- pidió ella cuando se detuvieron y en un intento de romper ese silencio que se hacía abrumador y pesado.

- No hay nada importante que contar… pues aún no he comenzado a vivirla…- murmuró y se puso frente a ella deslizando los dedos por los mechones anaranjados que caían en desorden sobre su mejilla.

Ella lo miró alarmada, desligándose de él -Ash…- le reprochó retrocediendo -No soy de esa clase de mujer…-

El joven se mordió el labio y bajó la mano -Sé que no lo eres Mist… perdóname…- observó la punta de los zapatos de ella y nuevamente le parecieron tan finos y sensuales como cuando los hubo visto la primera vez -¿Puedes confiar en mí?-

Los sonidos de la noche se oyeron nítidamente conforme la pausa se alargaba y él se sentía morir a la espera de la respuesta que lo redimiera y lo salvara de la monotonía que amenazaba ahogarlo.

- Si…- respondió tras alzar su verde mirada y centrarla en él.

Volvió a extender la mano hacia su rostro y al no haber negativa, tocó la mejilla femenina en una suave caricia. Los ojos verdes lucían tan claros y vulnerables…

- Necesito una nueva oportunidad, Misty…- susurró con apenas un hilo de voz -¿Me la darás?-

Los labios de ella se trasladaron a la mano que rozaba su cara, con íntima ternura le besó los dedos.

- Te la daré Ash…-



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lunes, 19 de mayo de 2008

El sustituto


Capítulo1

Con agite y desesperación, dos sombras se buscaban con frenesí en el claroscuro de aquel pasillo inconcurrido, mientras una de ellas trataba de asimilar lo que ocurría, reaccionando ante el pecado en el que estaba involucrandose; por el contrario, la otra sólo se entregaba a una pasión enardecida que la consumía desde un pretérito indefinido, debatiendo ese sentimiento entre dos espíritus luchadores.
Volviendo en si mismo, y tomando conciencia de lo que estaba pasando, la figura masculina separó a su género opuesto de su cuerpo, bajando la mirada y respirando con agitación.
-Esto… esto no está bien-.
-¡Que importa si está bien o no!- le recriminó la muchacha con desesperación, queriendo sentir esa cariñosa firmeza que la aferraba con una débil necesidad banal –Te necesito… es lo que me interesa ahora-.
- No me necesitas a mí… lo necesitas a él -.
- ¡Por mí que se vaya al demonio! ¡Tu eres lo que más quiero en estos momentos!-
- PERO YO NO TE QUIERO AHORA- le gritó el muchacho, deteniendo el afán de la chica en abrazarlo y seguir con los besos sin sentimiento que se estaban dando hace unos instantes.
- No te creo… si no, no me hubieras besado -
- Porque no pude contenerme… ¡Por Dios! ¡Soy hombre! ¡Es difícil para mí evadir la insinuación de una linda chica!-
- ¿Entonces te parezco linda…? - sonrió ella haciendo un ligero movimiento hacia atrás el cual ondeó su largo cabello.
- No importa si eres linda o no, el hecho es que esto está mal -se pasó las manos por el pelo y agregó -Además estás comprometida y vas a casarte pronto-
- ¡Porque es lo que todos esperan que hagamos!- exclamó ella rehaciendo los pasos que el joven había puesto de distancia -No es más que un compromiso de conveniencia-
- Pero él te ama-
- ¡Claro que no!- ella había vuelto a acercársele. Deslizó las manos y le tocó las mejillas -Por favor…-
El joven estaba perdiendo la batalla y lo sabia, nada más ver el difuso brillo de súplica en las verdes irises que tenía adelante le confirmaba lo que ya era demasiado obvio -No podemos-
- Por favor…- volvió a suplicarle y esta vez utilizó la dulzura de sus labios para convencerlo -Por favor te necesito…-
El ya no pudo rechazarla, sus brazos la habían rodeado otra vez y su boca se volcaba sobre la de su compañera con idéntica desesperación. Las manos de ella volvieron a tocarle las mejillas y esta vez advirtió el frío escozor de aquel pequeño intruso incrustado en su mano izquierda. Con suavidad bajó la intensidad de los besos hasta convertirlos en roces suaves y cariñosos, que finalmente se detuvieron al apoyar la frente una contra la otra, tomando la pequeña mano femenina entre las suyas.
- Sabes tan bien como yo que debemos acabar con esto antes de hacernos mayor daño…- habló con claridad acariciando con su dedo la alianza prohibida que brillaba como plata bruñida en aquel inhóspito lugar.
Ella seguía colgada a su cuello con abandono, la respiración agitada, oyendo sus palabras y a la vez no oyendo nada, solo deseando concretar aquel clandestino encuentro.
- ¿Entiendes lo que estoy diciendo?-
Ella finalmente se apartó, una sonrisa triste y conocedora en la tentadora curva de sus labios -Lo entiendo-
- Por su bien, soy su mejor amigo y no sería de buen gusto que estuviera entreteniendo a su prometida-
- A él no le importa- ella se encogió de hombros y finalmente se alejó varios pasos. Alzó las manos y se acomodó la abundante cabellera, en tanto ponía en orden la parte superior de su blusa. Soltó un suspiro.
- ¿Es el fin entonces?-
- Me temo que si, querida-
Ella asintió sin decir más, observó la punta de sus zapatos de taco; eran marrones pero en esa oscuridad parecían de color negro al igual que su falda. Se cuadró de hombros en un gesto de conocida soberbia en aquella joven, y dando media vuelta giró sobre sus talones y desapareció.

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- ¿Misty?- Ash caminó por el pasillo alumbrado, llevaba dos conos de helado casi derretido y su voz para estas alturas sonaba cansina y desgastada. Llevaba tiempo buscando a la muchacha, y eso era evidenciado por la crema batida y disuelta que amenazaba con derramarse por sus dedos. Abrió la puerta de una habitación -¿Misty?-
La silueta de la conocida muchacha de cabellos cobrizos se hizo presente ante sus ojos. Ella no mostró sorpresa al verlo, estaba sentada en el borde de la cama cepillándose el cabello.
- Llevo tiempo buscándote- entró y cerró la puerta con un pie.
- Siempre estuve aquí- respondió ella levantándose y dejando el cepillo sobre el tocador. Tomó el helado que Ash le ofrecía con un gesto de gratitud, y lamió el borde del cucurucho con su pequeña lengua rosada.
- Está casi derretido- dijo él con frustración haciendo lo propio con su cono.
- Me gusta más cuando está derretido- Misty volvió a sentarse y le hizo señas de que la imitara -¿Cómo va todo con los preparativos?-
- Le pedí a mi madre que nos tendiera una mano con lo de las invitaciones y la lista de invitados-
- Me parece bien- objetó de un modo tan impersonal que Ash la miró.
- Fue lo que le dije. Que tú estarías más que satisfecha en delegarle esa responsabilidad-
- Gracias Ash- ella dejó la atención de su helado por un momento y le apretó la mano izquierda al joven, la misma que como la suya ostentaba una delgada alianza de oro blanco.
Él la miró otra vez, pero Misty estaba demasiado concentrada en acabar la crema como para devolverle el gesto. Como tantas veces le había parecido, no era una novia muy ilusionada con la idea de casarse.
Pero bueno, su compromiso no había sido de ensueño tampoco. Simplemente un día después de salir de una fiesta y luego de acompañarla a su casa él le propuso que se casaran, y ella había aceptado. No muy efusiva, ni tampoco indiferente. Como si hubiera esperado desde siempre que lo hiciera.
Lo cual en algún punto era cierto. Todos a su alrededor esperaban eso. Era una acción tan natural de la vida como respirar. Y cuando tiempo después ella apareció luciendo aquella alianza de oro en sus pálidos dedos, fue un hecho tan normal, tan esperado que casi a nadie sobresaltó.
- Estaba pensando que Richie podría ser nuestro padrino-
- ¿Richie?. Me parece bien-
- Y que Brock podría encargarse del menú de la recepción-
- Por supuesto-
Deseó que por un momento se mostrara más ansiosa respecto a lo que decía. Estaba hablando de algo que mantenían en común y parecía que él estaba más empapado en la situación que ella.
- Lo añadiré a la lista entonces- terminó el helado y se levantó - Estaba pensando…- se giró a Misty -Podríamos dar una vuela antes de la cena-
Ella miró la punta de sus zapatos marrones con desinterés -Yo me quedaré aquí, tengo planificaciones que debo acabar para el gimnasio-
- Claro- metió las manos en las bolsas de su pantalón y se dirigió a la puerta, desde allí se giró a verla.
Misty estaba muy ocupada en estudiar el complicado diseño de los cerámicos bajo sus zapatos como para prestarle atención a la expresión desamparada del joven. Ash abrió la hoja de madera y salió.

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- Mi hermana Daisy es un completo desastre- Misty decía a los dos ocupantes masculinos de la mesa -Cuando acabe con el asunto de la boda, tendré dolor de cabeza al entregarle la responsabilidad de dirigir el gimnasio-
- ¿Por qué no se lo delegas a otra de tus hermanas?- un joven de cabello castaño oscuro preguntó alzando una ceja.
- Daisy es la más preparada de las tres; me refiero a que al menos se sabe los ataques de sus Pokémon…-
Ash sonrió ante el elogio que la joven dispensara a su futura cuñada. Golpeó la mesa con sus palmas - Iré por un café ¿desean algo?-
- Un café está bien-
- Que sean dos-
Ash corrió la silla y salió al pasillo de la atestada cafetería. Misty siguió su silueta hasta que se perdió de vista, sus hombros se relajaron cuando su espalda se apoyó más cómodamente en el mullido asiento. Volvió su atención frente a sí, y le dedicó una sonrisa distraída a aquel amigo que tenían en común.
- Deberías considerar la posibilidad de delegar el gimnasio de una vez por todas y dedicarte a tu tarea de asistir a Lorelei. Como bien sabes, ella planea dejar su puesto, pero hasta que tú no te decidas…-
- Lo sé Richie. Pero ponte en mi lugar; es difícil confiar aquello que tanto amas a las manos de alguien que no lo valorará tanto como tú-
- Créeme que te entiendo perfectamente-
Hubo algo en esos ojos azules que la obligaron a cambiar de tema -¿Te ha hablado Ash de la propuesta de que desea que seas nuestro padrino?-
- Desde luego, y lo he aceptado. Seré la envidia de todos- soltó una suave carcajada - Todos confiaban en que Brock o Tracey tendrían ese honor-
Misty asintió -Sin embargo Ash quiso que fueras tú y estuve completamente de acuerdo-
- ¿De que estuviste completamente de acuerdo?- la voz de Ash se les unió a la plática, mientras depositaba una pequeña bandeja con tres vasos de cartón llenos con el humeante líquido. Se sentó junto a la muchacha.
- De tu idea de que Richie fuera quien actuara de padrino durante la ceremonia-
- Ah si, la cual aceptó inmediatamente- se llevó el vaso a los labios y bebió.
- ¿Y ya tienen todo solucionado con respecto a la recepción y demás?. Misty, como toda mujer, debe ser buena solucionando ese tipo de detalles…- Richie se concentró en su propio café.
Misty sonrió irónicamente -No soy precisamente igual a todas las mujeres, ese tipo de cosas me…- buscó la palabra por un segundo- aburre. Ash es el que se encarga de eso. Soy una novia poco convencional-
- No lo dudo. Pero él debe sentirse extraño organizando algo que obviamente siempre es supervisado por la novia en cuestión-
- No me molesta hacerlo, pero créeme que si Misty llega a pedirme que me dedique a escoger su vestido, gritaré-
Los dos jóvenes rieron ante la ocurrencia. La joven dio un pequeño golpecito en las costillas a su prometido -No se me ha ocurrido eso ni por un momento, Ash. Soy perfectamente capaz de hacer eso por mi misma-
El aludido sonrió, y con ese impulso inconsciente que ella le provocaba en los momentos menos pensados, se inclinó a apretar la mano pequeña entre las suyas. Misty le devolvió el gesto con una sonrisa genuina y un pequeño guiño de sus maravillosos ojos verdes.

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La luna se movía lentamente en el cielo. Su contorno color plata era seguido minuciosamente por un par de ojos claros desde el balcón. La brisa nocturna alborotaba sus cabellos y jugaba con los bordes de su bata de cama, la cual se abría sin cesar dejando al descubierto la fina prenda debajo.
Apoyó las manos en el barandal y se impulsó hacia delante. La punta de sus pies descalzos advirtió el frío escozor del hierro, y alzó la cabeza sintiendo aquella extraña embriaguez de libertad que el viento de la medianoche le ofrecía.
Un par de brazos la sujetaron por detrás con conocida familiaridad, las manos grandes se amoldaron sobre su estomago y la presionaron a un cuerpo duro, que reaccionó de inmediato a su suave forma.
Ella echó la cabeza hacia atrás por segunda vez y chocó con un hombro masculino. Unos labios le delinearon el cuello con urgente necesidad.
- Creí que había sido el adiós- dijo la joven con sorprendente calma a pesar que sentía sus piernas débiles y temblorosas.
- Sin embargo estabas esperándome en el lugar de siempre- la mano de él subió y la ubicó bajo su pecho, amoldándola todavía más a su cuerpo. Ella ahogó un respingo -No puedo dejarte. Mi cuerpo no lo consiente…-
La hizo girar, hasta finalmente ver aquellos impactantes ojos verdes que bajo aquella luz se asemejaban a esmeralda líquida.
- ¿Tu cuerpo no lo consiente?- ella rió con suavidad, olvidando como le gustaba a él oírla haciéndolo -Pero tu mente si…-
No la dejó terminar, su boca descendió violentamente sobre la suya obligándola a tragarse de lleno sus palabras. Los labios masculinos la asaltaron una y otra vez con idéntica violencia y poder, obligándola a responder de igual manera, en tanto las manos ávidas la recorrían con urgencia y necesidad.
- No me dejes…- gruñó contra ella. Su cuerpo duro palpitando de urgencia, hambriento de aquella criatura que se creía incapaz de despertar una respuesta así en cualquier hombre -No me dejes, te necesito…- le besó el cuello, mordiéndola con suavidad, sorbiendo el delicado aroma natural de la piel femenina y de sus cabellos.
Ella asintió rodeando su cuello con las manos y haciendo su peso liviano para que él la tomara en sus brazos, y le hiciera olvidar que estaban cometiendo un error, y que su amor estaba mal, y era prohibido ante los ojos de alguien en especial…
Pero no quería pensar en eso. Retribuyó a sus besos y caricias, y a esa sensación de saciedad que solo su cuerpo era capaz de provocarle.

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Ash estaba sentado solo en el centro de la cama. Tenía las rodillas flexionadas y apoyaba el mentón en el tope de ellas. Sus ojos lucían tristes y húmedos al mantenerlos entornados, estudiando cualquier cosa que se encontraba a ese nivel.
La luz apagada no ayudaba mucho a su visión, pero a él parecía no importarle. De hecho parecía ser capaz de sacar detalles de todo lo que viera si usaba su concentración. Y esta estaba destinada ahora a su inminente compromiso, y al futuro que eso le deparaba.
Observó la luna impasible en el cielo y deseo ser completamente capaz de mostrar sus sentimientos. Deseó ser genuino, y osado.
Y con esa extraña valentía en mente saltó de la cama y bajo las sombras, como conocía su habitación de memoria, caminó hasta la puerta con absoluta confianza.
La luz del pasillo lo encandiló un poco pero no lo suficiente como para que olvidara hacia que lado se encontraba la habitación de su prometida.

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Sin embargo cuando abrió la puerta, encontró la cama armada y completamente vacía. Ella no estaba allí.

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Nota:

La primera escena no es de mi autoría, pertenece a la señorita Ayumichan -una talentosa escritora- y a su reciente fic que es una continuación de mi querido hijo 'Meu Anjo' (si, leyeron bien. Una continuación de dicho fic) del cual extraje ese pequeño fragmento para empezar esta historia. Solo lo cambié lo suficiente para que se entendiera con lo que yo tenía en mente (y porque en la historia original de Ayumichan casi me desmayo al suponer quienes eran este par de 'amantes')
En fin, espero colgar el siguiente capitulo en esta semana, y ¿alguien puede decirme como se llama el shipping que se desarrolla en esta historia? Grax! :P



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Consequences


Capitulo II

♣..♣..♣

- Señor- Eve apareció detrás de la recién llegada con una mueca de impotencia -Intenté detenerla, pero…-
- Está bien, Eve. Me haré cargo, llévate esto por favor- le extendió la bendita bandeja y volvió a retroceder junto a la joven pelirroja, quien como antes se aferró a su brazo.
May oyó la puerta cerrarse a sus espaldas y finalmente se dignó a acercarse. Misty la observaba en silencio y por sobre el hombro de Ash.
- ¿Así que es cierto, verdad?- preguntó retóricamente -Te casaste con la Cenicienta del cuento-
- May omite los comentarios mordaces por favor-
- ¡Yo no soy ninguna Cenicienta!-
May apretó los párpados, no supo si de la rabia que sentía o para evitar ver la mano solícita de Ash que se había adelantado a sujetar a la impulsiva pelirroja, cuyo carácter había aflorado en un violento movimiento.
- Te salió muy bien el plan, Misty. ¿Debo felicitarte?-
La nombrada se mordió el labio antes de responder, aprovechando su cercanía con Ash, se dejó caer contra él casi abrazándolo. El cuerpo de este dio un imperceptible salto ante tal proximidad -Si, y extiéndela a ambos por favor. Como bien has dicho, acabamos de casarnos. ¿Te gusta mi anillo?. ¿Bonito, verdad? -levantó la mano izquierda desde su posición por algunos segundos para luego rodear el cuello del joven en un mero intento de provocarla un poco más.
La rabia de May adquirió nuevas proporciones al notar las mejillas sonrojadas de Ash -¿Cómo pudiste hacerme esto?- le preguntó con un tono de reproche -Creí que lo que teníamos era especial…-
El nombrado abrió la boca para hablar pero Misty se le adelantó.
- No le hables de ese modo a mi marido, y deja de exponer hechos pasados que al presente no tienen ningún tipo de validez-
- ¿Oh, tu marido?-
Ash volteó a ver a la joven pelirroja con interrogación. Ella no pareció advertir su escrutinio, contestó afirmativamente la pregunta de la otra mujer, y se abrazó más a él, haciendo de un modo más evidente que sus cuerpos estaban prácticamente pegados. Por si fuera poco el bochorno de él escaló a grados mayores.
May apretó los puños a los costados de su cuerpo, y lo hizo con tanta fuerza que las uñas largas y filosas se clavaron en sus palmas. El rostro se le desencajó por completo, y al joven le pareció que si abría la boca saldría una llamarada de fuego dirigida a él.
- ¡Me debes una explicación Ash!. ¿Cómo pudiste hacer algo como esto?. ¡Yo te di los mejores años de mi vida!-
- Huh… yo…-
- Estamos ocupados May- Misty interrumpió con acento aburrido -¿Qué acaso no sabes que no debes molestar a una pareja de recién casados? -soltó un suspiro dramático -¿Sobretodo cuando esa pareja está en plena Luna de Miel…?-
No pensó que pudiera llegar a incomodar todavía más a la mujer de cabello castaño, pero así fue. Quizás fueron sus palabras cargadas de intención, sus acciones deliberadas o el silencio solemne de quien era el objeto de dicha disputa cuyo rostro permanecía sonrojado y aturdido ante la confusa actuación de su reciente esposa.
May gruñó de una forma tal que luego debió de dolerle la garganta, sus hombros se agitaron algunos antes de soltar su bomba.
- ¡Lo lamentarás Misty Waterflower!. ¡Juro que lo harás!- retrocedió, enredándose con sus propios pies ante la rabia que sentía. Salió de la habitación dando un portazo tan fuerte que algunos adornos de las paredes quedaron tintineando por varios segundos.
- Muero de miedo- la joven pelirroja finalmente contestó a la amenaza, separándose rápidamente de Ash. Este le dirigió una mirada perpleja, y estaba boquiabierto -¿Qué?-
- Estoy tratando de darle un sentido lógico a todo el teatro que montaste…-
- Fácil, siempre me han fastidiado las oportunistas, y además no podía dejar pasar la ocasión de torturar un poco a May…- sonrió con malicia, pero al ver que él no compartía su expresión se puso seria. Demasiado seria. Se volvió, dándole la espalda -Pero si tanta pena sientes por tu ex novia puedes ir a buscarla, no ha de haber ido tan lejos. Debe estar hecha un mar de lágrimas buscando a alguien para que la consuele-
- May nunca ha sido mi novia, solo teníamos una… amistad profunda…- se aclaró la garganta -Es una buena chica no merecía todo eso. ¿Acaso no íbamos a divorciarnos?-
- Tienes razón - Misty lo miró frunciendo el ceño -Cuando obtengas el divorcio podrás arrastrarte a sus pies suplicándole perdón…-
- No era eso lo que quise…-
- ¿Se puede?- Intervino una tercera voz desde la puerta que se había abierto en un abrir y cerrar de ojos, y sin que ellos se dieran cuenta.
Ambos voltearon a ver a un hombre mayor de aspecto bondadoso que se apoyaba en un elegante bastón.
- ¡Señor Kenneth!- exclamaron al unísono recuperando la compostura.
- Eve me permitió entrar, espero no haber interrumpido algo…-
- Por supuesto que no, señor- Ash se acercó al anciano con sumo respeto para ayudarle -Es un honor contar con su presencia…-
El recién llegado rió con evidente humor -Ya jovencito, no gastes cumplidos en mí y dedícate a usarlos en esta hermosa criatura -le ofreció el brazo a Misty a medida que hablaba, ignorando la mano de Ash que también se había adelantado solícita. Se volvió a ella apoyándose en la delicada firmeza de sus pasos -Hacía mucho que no te veía. Ya no sueles aparecer tan seguida en La Liga como antes-
- El gimnasio me ha mantenido ocupada, señor-
Misty iba a ayudarle a sentarse en el sillón, cuando el anciano la detuvo y tomó las manos de ambos -Estoy muy complacido con ambos jovencitos -se giró hacia Ash sonriendo -En especial contigo. Ya me estaba preguntando cuando le ofrecerías matrimonio a la muchacha…- rió -Saben que siempre han sido mis preferidos y esta noticia me ha puesto de muy buen humor…-
Misty y Ash se miraron azorados -Eh… Señor Kenneth…-
- Pero he venido a retarlos por haberlo hecho en secreto… ¿Qué cosa fue esa?. Es un acto imperdonable que no nos hayan avisado, entiendo como actúan los jóvenes a su edad, creen que pueden llevarse el mundo por delante…-
- Señor Kenneth…-
- ¿Pero que es esto?. ¿Has estado trabajando hoy, Ash?- el anciano hizo un gesto hacia el escritorio lleno de papeles, sin prestar atención a lo que ellos trataban de decir -¿En plena Luna de Miel?-miró a ambos con desagrado.
Misty se adelantó liberando su mano -Señor Kenneth, nosotros no…- no pudo seguir hablando. El rubor quemaba furiosamente sus mejillas. ¿Cómo iba a explicarle al Presidente de la Liga Nacional Pokémon que el casamiento fue el fruto de una larga noche de descontrol?. Así no solo arruinaría su carrera y el gimnasio, sino también a Ash… Sin contar que estarían desilusionando a aquel hombre que tanto cariño y aprecio les tenía.
- ¿Tienes algun problema?- le tocó la mejilla con dedos torpes, se volvió a él -¿Ash?. ¿Tienen problemas económicos?-
- Eh…-
- ¿Es por eso que se casaron en secreto?. ¿Por qué no contaban con el dinero suficiente para solventar una fiesta?-
- Bueno, en realidad…-
- ¡Oh par de orgullosos!- el hombre sonrió meneando la cabeza, finalmente se sentó -No se preocupen por eso, tendrán el casamiento, y la fiesta que se merecen. Todo el gasto corre por mi cuenta…-
- Pero señor…-
- ¡Nada de peros!. Ya fue bastante extraño enterarme de la noticia a través de la prensa como para darle más material para devorar… Haremos -harán- las cosas como tienen que ser y todos seremos felices-
- Señor es que…- balbuceó Misty, luego de mirar a Ash quien se había quedado atónito y mudo.
El anciano levantó la mano impidiéndole que siguiera -Que no se hable más. Es mi última palabra-
- Pero… es que no podemos aceptar…-
- … y es una orden- el señor Kenneth se había puesto de pie para ese entonces. Tomó los hombros de ambos jóvenes y los juntó en un apretado abrazo -Toda la gente que los quiere está más que ilusionada con la noticia. Será el mayor acontecimiento social de la temporada…- al ver la expresión dudosa de ambos se apresuró a replicar -¿No le van a negar este placer a este viejo que lo único que desea es verlos juntos, cierto?- se alejó para tomar su bastón -Tomaremos un par de semanas para organizar la boda y la fiesta, hay varios detalles a tener en cuenta, como en la casa en la que vivirán y el viaje de Luna de Miel…- los ojos de Misty se abrieron de pánico -Y por supuesto las familias de ambos me han brindado su absoluto apoyo en todo esto…-
- ¿A-apoyo?- tartamudeó Ash.
- Por supuesto, no creerás que tu adorable madre y las hermanas Waterflower iban a quedarse a afuera de los preparativos, ¿cierto?- se encaminó hacia la puerta dejando al par más confundido y abochornado que antes. Rió en voz alta -Eve me ha dado una reprimenda por venir a molestarlos '¡Cielos, a una pareja de recién casados no se debe de importunar, señor Kenneth!', esas fueron sus palabras luego de que me concediera diez minutos de visita -ojeó su reloj -Los cuales hace rato que han transcurrido. Bien ¿los veré en un par de días?. Hay unas cuantas cosillas arreglar, les enviaré un Wedding Planner para que se ponga de acuerdo con ustedes sobre que clase de fiestas desean…-
- Pero señor…- Misty abrió la boca, ruborizada y aturdida ante tantas palabras y planes en los que nunca estuvo de acuerdo. El anciano se giró a verla justo cuando franqueaba el umbral, una expresión interrogante en su rostro -Es que nosotros vamos a…-
- … a discutir un poco sobre este asunto antes de transmitirle nuestras ideas al organizador de bodas…- Ash replicó con una sonrisa incómoda tras apretar ligeramente la mano de la muchacha, cuyo rostro se había encendido notablemente.
- Oh por supuesto, desde luego -el anciano devolvió la sonrisa con un radiante gesto -Les concederé un día más entonces, mientras mandamos a hacer las invitaciones…- la joven secretaria de Ash apareció a ayudarle a andar -Disfruten este tiempo a solas jovencitos, y Ash por favor, llévate a Misty de aquí y pasen el resto del día en un lugar… ya sabes más… Intimo…-

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- Bueno, creo que lo ocurrido recientemente ha dado un brusco giro a nuestros planes…- Ash observó por la ventana, a la ajetreada ciudad de allá abajo. Atrás suyo no se oyó ninguna respuesta a su comentario. No la estaba viendo, pero podía imaginar a la muchacha sobrecogida, las manos en las rodillas y la mirada centrada en el suelo -Di algo-
Misty suspiró como si hubiera estado reteniendo el aire todo ese momento -¿Qué puedo decir?. Creo que eres lo suficientemente inteligente como para darte cuenta que estamos metidos en un tremendo problema gracias a ti y a tu enorme boca…-
Ash se volvió -¿Quieres que llame al señor Kenneth y le explique como fueron realmente las cosas? -arqueó sugestivamente una ceja -Pagaría por ver la expresión de su rostro al enterarse que su protegida aceptó una propuesta de matrimonio por la gran cantidad de alcohol en su sistema… y eso sería lo más suave que puedo contarle…-
- Tú también bebiste-
- No puedes comparar- sonrió -Por mi parte es casi normal y solo me ligaría una reprimenda… En cuanto a ti, creo que nunca se recuperaría de la decepción. Siempre te he tenido en lo alto del pedestal…-
- Bien Einstein ¿que sugieres?-
- Creo que solo nos queda una salida-
- ¿Te refieres a…?-
- Seguir interpretando esta farsa. Ambos sabemos que hay mucho más que nuestra vida o nuestra carrera en juego…-
- Entiendo pero…-
- Dejemos que las cosas sigan su curso. Al cabo de unos meses será extremadamente sencillo demostrar que no estamos hechos el uno para el otro…- ella desvió la vista -Parecerá tan normal que nadie se opondrá al divorcio-
- Parece un buen plan-
- Es perfecto. ¿Cuánto tiempo sugieres?-
- Un mes-
- No, es poco tiempo- él volvió a mirar por la ventana -Tres meses. Tres meses y el señor Kenneth estará convencido de que este matrimonio es un completo disparate-
- Lo dices muy convencido-
- Estoy dándote la razón. ¿Acaso no me dijiste tiempo atrás que esto es una tontería?-
Misty alzó el mentón, orgullosa, soberbia -Si, lo dije. Y lo sostengo-
Ash no dijo nada por varios segundos. Cuando se giró a verla su expresión no denotaba nada, solo una fría e impecable pasividad -En ese caso, creo que tenemos un trato ¿no es así?-
Misty asintió. Le extendió la mano y los dedos de ambos se entrecruzaron -Trato-

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Continuará