miércoles, 25 de junio de 2008

Espontáneo




Era un día cualquiera, una mañana cualquiera siguiendo la rutina familiar dentro del inmenso Centro de Estudios Pokémon. La reconocida bióloga marina Misty Waterflower se encontraba dando su acostumbrada clase de cuidado pokémon para su amplio número de entrenadores jóvenes, como solía hacerlo todos los días, todas las semanas, todos los meses desde algunos años.

Todo seguía su acostumbrado rumbo normal, que ni siquiera volteó de su lugar junto a la pizarra cuando oyó chirriar la puerta de entrada. Alguien había entrado. Acostumbrada a que sus alumnos llegaran tarde, solo frunció ligeramente el ceño y siguió escribiendo con su marcador en la pizarra. Terminó de copiar y se volteó para explicarle a la clase… pero la punta de su nariz pequeña chocó con la de un individuo sonriente y familiar que la sujetó de los hombros para que no cayera de la impresión.

- ¿Ash?- cuestionó demasiado sorprendida de verlo allí, en el medio de su clase, como para comprender el abochornante calor que trepaba por sus mejillas.

- Hola Misty- dijo este con su sonrisa característica. De pie allí, podría pasar tranquilamente por un estudiante más; siempre vistiendo ropa cómoda, jeans y zapatillas. Pero ese joven tenía una endeble etiqueta de 'privilegiado' estampada en la frente, y ese aire noble, digno revelaba al flamante Campeón de la Liga. Todos los alumnos lo miraban embelesados, reconociendo al ídolo, al dios al que todos aspiraban ser algún día. Misty sabía que en ese momento todos estaban al pendiente de él, y nadie se perdería lo que fuera iba a decirle.

- ¿Ocurre algo?- siguió ella, meneó levemente el cuello notando por primera vez lo tensionada que estaba. Ash seguía sonriendo y eso era para temer.

Tan solo el día anterior se habían visto en compañía de los demás miembros del grupo; Brock, Tracey, May, Dawn y hasta Gary participaron de la salida que solían hacer juntos por lo menos una vez al mes. Si bien todos habían crecido, obteniendo diferentes trabajos y rutinas, la amistad era el bien que intentaban por todos los medios mantener intacta. Volvió a mirar a Ash con gesto interrogante, preguntándose internamente si del día anterior habría quedado alguna conversación sin acabar…

- ¿Ocurre algo?- reiteró.

Él asintió finalmente sin dejar de sonreír de aquella manera -Ayer olvidé hacer algo importante-

- Bien, ¿Qué es?-

El silencio era tan tajante que parecían ser los únicos dentro de aquella sala, pero Misty no olvidaba a sus estudiantes que los observaban de hito en hito, en completa alerta de lo que fuera que tenía que suceder.

- Esto-

Y antes de que ella fuera siquiera capaz de entender su única palabra, Ash la tomó de los hombros y capturó sus labios en un beso desesperado y ardoroso. Un gran murmullo de asombro se oyó a su alrededor, y los comentarios que encerraban en un circulo amoroso al gran Campeón de la Liga y a la profesora de biología Marina pokémon corrieron como pólvora, de boca en boca por todos los estudiantes del salón.

Ella se separó de inmediato -o lo más inmediato que pudo, considerando que había soñado con algo así desde que lo hubo conocido- e intentó conservar algo de dignidad al alejarse de él, cubriendo sus mejillas encendidas con las palmas de sus pequeñas manos.

Pero Ash no se amilanó ante su gesto, tampoco se mostró avergonzado de haberla besado en plena clase. Ni siquiera había empezado a hablar. Y tenía mucho para decir.

- He querido hacer eso desde hace mucho tiempo- suspiró relajado metiendo las manos en los bolsillos de su jean. Era el colmo de la tranquilidad, mientras ella se moría de indignación y bochorno.

- No puedes venir aquí a…- finalmente pudo decir Misty sintiendo la rabia y la humillación fluir raudamente por sus venas.

- ¿A decirte que te amo y te he amado en silencio por no sé cuantos años, y que ya no puedo soportar guardar esto por más tiempo…?- la cortó él todavía sonriendo.

- ¿Qué…?-

Los gestos de sorpresa y de emoción volvieron a reproducirse con mayor énfasis dentro del salón. El rostro de la joven adquirió un tono aún más escarlata.

- ¿Y que quiero que de ahora en más compartas mi vida en todos los aspectos, que sea tu rostro lo primero que vea en la mañana y lo último que mis ojos perciban al caer la noche; que ordenes mi vida, mis mañas y mis hábitos, que me sermonees, y me reproches por la forma en la que visto; quiero comer tu comida quemada y amarte aún más cuando te halles enojada, molesta o furiosa cuando no haga caso de lo que me dices…?- finalizó con voz tierna -Como ahora que estas considerando seriamente entre matarme o comerme a besos…-

Misty se mordió el labio y se preguntó porque Ash tenía que ser tan malditamente romántico en los momentos menos pensados e inoportunos. Se ordenó guardar la calma y salvar la situación con la mayor dignidad posible. Extendió el brazo y señaló la puerta abierta que había quedado así tras su entrada.

- Fuera- rugió con la firmeza que hacía que sus estudiantes se sintieran intimidados- Y si vuelves a interrumpir la clase haré que seguridad te saque del establecimiento-

Ash no pareció para nada intimidado o tironeado. Conocía a la muchacha pelirroja como la palma de su mano, así que adoptando un aire arrepentido, inclinó la cabeza y se alejó por donde había entrado, cerrando la puerta tras su espalda.

Misty lo observó con una media sonrisa, sus mejillas volvieron a colorearse suavemente. Recordó donde estaba y observó de forma amenazante al mar de rostros juveniles que la observaban curiosos e interrogantes, con esa 'mirada' les decía que por su bien se guardaran de hacer las preguntas que tenían en mente, y se comportaran como si nada hubiera ocurrido.

Se dio la vuelta hacia el pizarrón y con voz clara y firme, explicó lo que había escrito allí. Ni una mosca con el batir de sus alas tuvo el descaro de interrumpir lo que la profesora Waterflower exponía.

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Los alumnos habían salido hacía ya casi una hora y Ash se adentró en el salón, como lo supuso estaba vacío de toda presencia humana. Sin embargo una palabra escrita en la inmaculada pizarra de fórmica atrajo su atención.

Eso y el delgado par de brazos tibios que se aferraron a él por detrás rodeándolo de la cintura. Un mentón se apoyó en su hombro, y Ash reconoció el suave perfume femenino que inundó sus sentidos como un bálsamo. El calor del cuerpo pequeño junto al suyo se hizo tan real, como la voz que por sobre su hombro susurró la palabra escrita en la pizarra al mismo tiempo que él la leía.

Acepto.

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Nota:

Anoche no podía dormir, eran cerca de las 3 o 4 de la mañana, y como ya estaba cansada de pensar los pro y los contra que existen entre usar un par de botas con taco y lucir elegante, y usar zapatillas y estar cómoda… -aunque no me crean es uno de los grandes dilemas, sobre todo cuando tienes en vista 'la gran salida de tu vida' y quieres verte bien, y al mismo tiempo estar cómoda y no demasiado acicalada u.u- pues ya estaba harta de torturarme con temas femeninos, de repente vino esta idea a mi cabecita, y como no tenia ganas de escribirla en ese momento la guardé fresca para hacerlo en cuanto me levantara ^^ lo cual sin duda hice.
Jejejeje, no me hagan caso la falta de sueño y las ideas raras que Yes me mete en la cabeza están acabando con mi escasa madurez :P

Se lo dedico a las niñas del CLANCHO! -c.l.a.n- como una forma de agradecer la paciencia y el cariño brindado, grax chikas! ^^.

Y a Yesica que sin duda nunca leerá esto pero gracias a quien pasaré la semana más acicalada de mi vida, jojojo.

-Y Lys, si te paseas por aqui... estoy viva!. Pero sin credito para enviarte sms. Estoy bien, don't worry n.n-


Cuídense!!!

Sumi chan


jueves, 19 de junio de 2008

El Sustituto




-capítulo 2-

Saludó al amigo con un beso en la mejilla, y a él con un ligero e insípido roce de labios. Se sentó frente a ellos con absoluta elegancia.

Lucía radiante, hermosa. El leve tinte rosado de sus mejillas hablaba de salud y vitalidad. Lo que ella poseía.

Esperó a que terminara de ordenar el desayuno y dirigiera su graciosa atención a él. Siempre serena y sonriente.

- Anoche quise platicar contigo- comentó con tono casual. Lo dijo sin malicia. Con inocencia, como todo lo que lo caracterizaba -No estabas en tu habitación-

- Ah si- Misty asintió con un suave gesto. Normal, segura de si, al igual que los masculinos ojos azules que apenas parpadearon. Ni siquiera hubo inquietud cuando extendió la blanca mano y tomó la de su prometido -Lo siento, necesitaba aire fresco. Este lugar…- se encogió débilmente de hombros -Me sofoca-

- Me hubieras pedido que te acompañara a dar una caminata nocturna-

- Lo siento. No quería importunarte con mis cosas- sonrió disculpándose. Todavía apretando la mano morena que era el doble de tamaño que la suya.

- ¿Qué crees Richie?-

El aludido sonrió ante la jovialidad propia del amigo. Empujó la taza vacía al centro de la mesa y observó a la pareja con interés -Nunca comprenderé a las mujeres, Ash. Se quejan cuando no le brindamos atención, y se molestan cuando hacemos de ellas el centro de nuestro universo…-

Ash rió sonoramente, a su lado Misty también encontró el comentario muy risible, aún seguía tomada de la mano de su prometido. Hizo una pausa en su risa y se dispuso a beber su café.

- ¿Cuándo nos iremos de aquí?.No veo la hora de estar en casa- suspiró parpadeando sus largas pestañas oscuras.

- Mañana- Ash le respondió con un susurro tierno -Mañana estaremos finalmente en Kanto-

Habían viajado por Shinou por asuntos de trabajo. Como campeón regional de la Liga, Ash tenía mucho protocolo y visitas formales que casi eran una obligación a cumplir. Había invitado a su prometida a acompañarlo durante la gira, y en una de aquellas interminables conferencias se había encontrado con Richie.

Hacía varios años que no se veían e inmediatamente lo convenció de que se uniera a ellos.

- A Misty parece que no le agradan los aires de Shinou- comentó el joven de cabello castaño.

La chica meneó la cabeza en una clara negativa, su largo cabello rojo se sacudió ante la acción -Por supuesto que esta región no me gusta, Richie- abrazó a su prometido -Después de todo, fue uno de los tantos lugares que Ash recorrió sin mí…-

El nombrado le dirigió una tierna mirada. Si bien ella no era la clásica muchacha cursi y enamorada, solía sorprenderlo con comentarios como aquel, o con gestos cariñosos, como tomarle la mano al caminar, o depositando en sus labios y mejillas besos suaves y ligeros como aleteos de mariposa.

- Por eso he decidido traerte esta vez- le confió Ash observando la pelirroja cabeza que se amoldaba perfectamente bajo su cuello. Dos piezas de un rompecabezas que al fin se unían en impecable armonía.

- Me ha gustado mucho el viaje. Te lo agradezco. Pero tengo millones de cosas pendientes en el gimnasio-

- Y la boda-

- La boda… claro. Lo había olvidado- Misty sonrió disculpándose, pero repentinamente su cuerpo junto al de él se había vuelto duro y tieso como piedra.

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La región de kanto seguía tan ajetreada como siempre. Gente entrando y saliendo de sus diferentes ciudades. Jóvenes ansiosos por formar parte del prestigioso comité de la Regional Pokémon League. Lugar que a Ash le había costado casi diez años conseguir.

Estaba en su espaciosa oficina de Viridian City; un escritorio amplio de vidrio, coronado con madera suave y refinada. Estantes repletos de libros, diplomas en las paredes, y cortinas a tono que protegían el inmaculado ventanal de cara a la ciudad. Lo mejor de lo mejor para el maestro Pokémon más grande de los últimos tiempos.

Se echó hacia atrás en el sillón de respaldo ancho y consideró las dos opciones que sujetaba con los dedos. Dejó los papeles por un segundo en el escritorio y se desprendió el primer botón de la cocina aflojando la corbata. Volvió a mirar las dos alternativas a las que había llegado luego de más de una hora de deliberar, y frunció el ceño. A su alrededor había pilas de sobres de todos los tamaños, de toda clase de papel y color…

Se levantó tomando los dos que había escudriñado con tanto ahínco y salió de su oficina. Silenció con un gesto a su secretaria que abrió la boca nomás al verlo y se metió en el elevador. Tocó de memoria el piso al que se dirigía y esperó los pocos segundos dentro de la cabina.

Salió al pasillo alfombrado de azul y se dirigió con inercia a la conocida puerta de madera. Ignoró a la asistente que se dignaba a anunciarlo, y entró.

Misty estaba sentada tras un escritorio más pequeño que el de él. Su oficina también era mucho más modesta. Sin embargo había algo allí de lo que la suya carecía. Quizás era el toque sutil y femenino.

- Ash- ella levantó la vista de los papeles que leía. Tenía el cabello recogido con un lápiz y unas gafas de lectura de poco aumento que se tamborileaban en la punta de su pequeña nariz. Llevaba la blusa arremangada a la altura de los codos, los botones del escote desprendidos liberando parte de los encantos que él desconocía. Seguro llevaba unos pantalones livianos de lino y estaba descalza.

Dentro de la oficina y tras el escritorio Misty solía quitarse los zapatos de tacón argumentando cansancio y poca tolerancia.

- ¿Ocurre algo?- preguntó al ver su expresión. Se quitó los lentes.

- No sé cual de las dos elegir- le enseñó los sobres -Sé que no querías participar en esto, pero…-

- Está bien- Misty miró los formularios y las carpetas que llenaban su mesa de trabajo y exhaló un suave gemido. Luego se levantó acercándose a él.

Como lo había supuesto vestía pantalones azules, y sus pies blancos y desnudos destacaban como marfil en la alfombra oscura del lugar. Le extendió los dos sobres -Tienes la última palabra- bromeó -Yo me inclino por el de la derecha-

Era un sobre color marfil, pequeño. El papel era un complicado diseño labrado, discreto y elegante. Sencillo y a la vez distinguido. El otro en cambio era blanco y duro. Demasiado corriente y frecuentemente usado a la hora de pensar en la tarjetería de una boda.

- Excelente elección- ella asintió entregándole el de la derecha -Coincido contigo. Es el más acorde a la ocasión-

- ¿Ocasión?. Estamos hablando de nuestra boda- la regañó con suavidad.

- Si, lo sé- Misty se apretó los ojos como si estuviera cansada -Perdona yo…-

- No, perdóname a mí. Es que esto me supera…- guardó los sobres en los bolsillos de su saco de etiqueta. No quería discutir con ella. Después de todo le había brindado algo de ayuda -Escucha, mamá quiere que pasemos este fin de semana en su casa… ¿puedes?-

Misty quería gritar. Se sentía atrapada y exhausta como un animal que ha corrido kilómetros y kilómetros escapando del acecho del cazador.

- Tengo mucho papeleo- se excusó señalando lo obvia que estaba su mesa de trabajo.

- Lo sé- él pareció desanimado por un segundo -No tiene importancia, le diré que…-

- Pero si Deliah quiere vernos…- lo interrumpió antes de siquiera pensarlo. Le sonrió débilmente- Claro que iremos. Recógeme a las seis, así tengo tiempo de mudarme de ropa-

- Genial- se acercó y la besó en la mejilla- Gracias Myst. En especial por ayudarme con lo de las invitaciones. Ahora solo resta imprimir la fecha y repartirlas-

Ella volvió a sonreír con gesto trémulo -Claro…-

- Nos vemos en unas horas. Dejaré esto en la imprenta- dio suaves palmadas a los bolsillos de su chaqueta, y se dirigió a la puerta -Gracias Myst-

Como toda respuesta ella le hizo un ademán con la mano y le obsequió una vez más, aquella sonrisa trémula y nerviosa.

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- Iré contigo- la voz del hombre decía, ronca, contra su cuello mientras la besaba con voracidad.

- No puedes- fue el femenino murmullo, afectado por las caricias, y la avidez de esas manos que continuaban encendiendo su cuerpo.

- No quiero estar lejos de ti-

- Serán solo un par de días…-

- Es mucho tiempo- le besó el lóbulo del oído. Ella reprimió un gemido -Dije que no quería estar lejos de ti. No lo consiento-

- Pero…- él volvió a besarla con desesperación. Ahogando sus palabras, consumiendo su concentración, su cordura, todo. Observó como en un sueño la hora en el reloj de pared y trató de incorporarse, huyendo de la pasión de aquel hombre -Debo irme…- murmuró contra su piel -Vendrá a buscarme en unos minutos…-

- Que venga- le besó los parpados. Ella tembló sin remedio antes de apartarse bruscamente de su lado, correr las sabanas y salir del lecho.

Él la observó desplazarse por la habitación en penumbras. Regodeándose en los movimientos naturales de su cuerpo sensual y curvilíneo. Aún conservaba las prendas íntimas, pero su cabello largo, desmechado, corría como un torrente de ardiente lava inundando el blanco peñasco que simbolizaba su espalda.

Sacó prendas del placard y corrió hacia una puerta en la pared a su izquierda. Segundos después se oía el sonido del agua al caer.

Él observó el techo de la habitación, cruzó los brazos tras la cabeza y se quedó quieto imaginando sus movimientos para estas alturas tan familiares.

Cuando ella salió del baño ya estaba vestida, solo su cabello aún se conservaba húmedo bajo la toalla azul que envolvía su cabeza como un turbante. Él fue a su encuentro. Su cuerpo desnudo, varonil, parecía brillar con la escasa luz que entraba por las persianas bajas, mientras seductoramente se acercaba a la muchacha quien lo miraba fascinada.

Ya frente a ella extendió la mano y le quitó la toalla de la cabeza liberando su cabello, reteniéndola de la nuca atrajo su boca a la suya, en una captura posesiva y desesperada.

No podía pensar mientras las sensaciones la ahogaban en un estanque de delicioso veneno. Él le peinaba los mechones de pelo húmedo con los dedos mientras le suplicaba que no se fuera.

Estaba a punto de sucumbir. Su mente anhelaba estar en sus brazos otra vez, y que la amara como solo él podía hacerlo…

Pero el sonido del timbre estrepitoso se interpuso como un escudo entre ambos. Ella lo empujó, asustada, jadeante, se mordió el labio inferior y retrocedió hasta tomar el pequeño bolso que había preparado con anticipación, luego manoteó un par de zapatillas converse y corrió hacia la puerta sin despedirse. Salió, dejando a su amante plantado en el centro de la habitación, todavía manteniendo frescas las huellas de sus besos y las caricias ardorosas.

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- Me demoré, lo siento-

Ash rió metiendo las manos en los bolsillos. Estaba apoyado contra su auto y se veía completamente tranquilo y relajado. Observó a su prometida que corría hacia él descalza, con el bolso cruzado a media espalda, y con el cabello suelto, húmedo y visiblemente desordenado. Le abrió la puerta del vehiculo.

- Lo siento- Misty reiteró jadeante y se sentó momentáneamente en el asiento del conductor a colocarse las zapatillas, luego se aplastó el cabello con los dedos -¿Me veo muy mal?- preguntó consternada.

Él le sonrió despejando parte del flequillo que le cubría el ojo derecho -Estas hermosa-

- Mentiroso-

- ¿Por qué no me crees?. Cuando no digo nada alabando tu aspecto te molestas, y ahora que te doy un cumplido no me crees…-

- Se supone que debes 'alabar mi aspecto' cuando me esmero para verme bien, no ahora-

- Para mí te ves bien. Mejor que eso- volvió a tocarle el fleco rebelde que persistía en ocultar sus ojos. Consiente que estaba flirteando descaradamente con su novia. Arrancó una sonrisa de esos labios -¿Quieres conducir?-

- Ni en broma. Estoy agotada; si no te molesta preferiría quedarme sentada, quieta y limitarme a conversar-

Ash volvió a sonreír -Muy bien-

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La señora Deliah había advertido el rubor natural de las mejillas de su futura nuera y no pudo menos que sonreír. Esa muchacha rebosaba de belleza y lozanía por todos los poros. Y aún ahora que estaba callada, ensimismada y perdida en su propio mundo, la dama no podía negar que formaba un cuadro delicioso dentro de su hogar.

De pronto se incorporó y se sacudió el cabello -Iré a recostarme un rato si me lo permiten-

- Claro Misty, esta es tu casa- Deliah le sonrió amablemente.

- ¿El viaje fue muy agotador para ti?- Ash le preguntó, recordando que había dormido durante toda la travesía.

- Quizás- la joven respondió, deteniéndose a medias al pie de la escalera para observarlos -Será solo un rato, estaré aquí para la hora de la cena-

- Recuéstate cariño, no te preocupes-

Misty asintió y se alejó escaleras arriba.

La señora Deliah esperó hasta que el sonido de la puerta al cerrarse se oyera antes de decir en voz baja e íntima:

- Está enamorada-

- ¿Cómo?- Ash hizo como si no la hubiera oído.

- Misty está enamorada- Deliah sonrió y le palmeó el brazo maternalmente -¿No lo adviertes?-

- ¿Cómo advertir algo que no sé?-

- Ash…- Deliah hizo un divertido gesto - Tú la quieres-

- Desde luego-

- Bueno, es eso. Cuando amas a alguien desbordas ese sentimiento. Existe algo inexplicable que hace que tus ojos brillen diferente, que transforma tu habla, tu andar, tu proceder. Que tiñe tus mejillas y tus labios de un constante rubor…-

- ¿Y dices que eso es lo que Misty tiene?-

- Hijo, hablas como si padeciera una enfermedad- la dama rió brevemente, luego viendo que el joven esperaba una respuesta añadió - Claro tonto. ¿Quién más que tú para inspirar ese sentimiento en ella?-

Ash le devolvió una sonrisa dudosa.

- Ella te ama, puedo decirlo, porque lo desborda. Y apuesto que en este mismo instante está soñando contigo…-

Ash dejó escapar una risita vergonzosa -Eres muy cursi- apretó la mano que sostenía la suya y agregó -Pero gracias mamá-

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- Buenas noches- Deliah susurró besando a ambos jóvenes maternalmente. Era tarde en la noche y comprendía que había llegado el momento de retirarse discretamente y dejar a solas a la joven pareja.

- Que descanse mamá- Ash le sonrió.

Misty asintió -Gracias por la cena, Deliah. Estuvo deliciosa-

La dama devolvió los saludos y subió la escalera rumbo a su habitación.

Reinó un confortable silencio entre las dos personas que habían quedado a solas en la sala. Ambos estaban instalados en el sillón disfrutando de una agradable noche de primavera; ni muy fresca, ni muy tibia para la época.

El silencio se extendió varios minutos más, pero este era cómodo y a gusto. Ash tomó el control remoto del televisor y se giró a su compañera, cuyos ojos resplandecían como esmeralda liquida.

- ¿Quieres que lo encienda?-

Misty afirmó con una sonrisa. Estaba completamente despierta y resplandeciente. Quizás era la magia de aquella noche primaveral y las palabras de Deliah que flotaban en el ambiente como las notas de un perfume caro y deleitoso…

Él hizo un surfeo general por los canales hasta que la mano de ella lo detuvo. Había caído en una comedia romántica, la cual sin duda había visto millones de veces… Sin preguntarle, supo que aquello era lo que ella deseaba ver, y dejó caer, vencido, el control remoto a su lado en el sillón.

Conforme avanzaba la trama, y Ash consideraba que el protagonista era un romántico empedernido, decidido a conquistar el amor de una mujer que perdía la memoria todos los días, con ello sus recuerdos, y por consiguiente a él; observaba a Misty a su antojo. Ella estaba visiblemente encantada con la actitud resuelta y valerosa del protagonista, sonreía cuando había que hacerlo y reía discretamente cada vez que aparecía alguna parte cómica.

Ash no supo en que momento dejó de mirar la película para verla a ella. Ofrecía un espectáculo mucho más interesante allí sentada al estilo indio en el mullido mueble, con sus pies descalzos, usando una amplia camiseta de él que ignoraba pudiera sentarle tan espectacular, shorts cortísimos que casi no se veían bajo el ruedo de la holgada prenda, con su cabello recogido en una coleta floja, tan al natural y exultante, que le pareció completamente normal acomodar el flequillo que caía sobre sus ojos, tal y como lo había hecho en la tarde, mientras ella reía siguiendo el hilo del film.

Y si sus dedos se detuvieron allí más de la cuenta, no le pareció extraño. Tampoco lo fue cuando estos se deslizaron por la mejilla arrebolada probando la suavidad de su piel. Sin embargo cuando sus dedos le delinearon la línea de la barbilla deslizándose hacia la nuca, acariciando el nacimiento de su cabello, y ella lo miró interrogante y palpitante, supo que lo que allí estaba ocurriendo no tenía nada de normal ni de corriente.

La acción inesperada hizo que Misty buscara los ojos castaños. El desconcierto completo que se dibujó en sus labios rosados y que fue rápidamente ahogado por el ruego en común de un beso.

La película completamente olvidada para estas alturas, en tanto el beso moría y renacía una y otra vez en una escala que abarcaba lo apasionado y violento, hasta lo inocente y suave. Así era aquel ósculo, algo primitivo y familiar.

Ninguno de los dos supo cuanto abarcó. Solo estuvieron conscientes del momento en que empezó y del momento en que abrieron los ojos, sin aliento, jadeantes; uno dándose cuenta que estaba profundamente enamorado, la otra sintiéndose más confusa y desconcertada que antes…

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Nota:

Perdón por la demora, la verdad he tenido un fin de semana no apto para cardíacos. En fin, aqui está la conti, espero que no odien demasiado a Misty u.u












miércoles, 4 de junio de 2008

Tierra Audaz




Capítulo 03.


Ni siquiera sabía cuanto tiempo había transcurrido desde su charla con ella. La agonizante encrucijada que le había puesto para evitar su interrogatorio.

Ella siempre fue tan sagaz.

Tan inteligente y juiciosa. Rasgos que no habían cambiado con los años. Quizás su apariencia física había mudado considerablemente, pero su carácter, su personalidad no.

Aquello era lo que la volvía… única.

Dejó de mirar el techo en la oscuridad y se dio la vuelta en su ahora incómodo lecho. En épocas pasadas no le era imposible encontrar el descanso en aquel mullido somier. Como maestro reconocido de la Liga Pokémon tenía derecho a tener lo mejor de lo mejor. Aún a pesar de que hubiera delegado al poco tiempo su titulo para recluirse en su pueblo natal, su casa no carecía de los lujos necesarios, y eso incluía aquella inmensa cama en la que estaba recostado y que no le ayudaba en nada a conciliar el sueño.
Intuía que su desacostumbrado insomnio se debía los acontecimientos del día, y a esa visitante especial; al tema insólito de un rapto, un secuestro, que tenía como núcleo a una niña pequeña, a tres hermanas alborotadas y a un joven investigador. Giró varias veces en el colchón y fue por agua otras tantas más, pero parecía que cuanto más cansado estaba, su mente más le huía al sueño, y las imágenes nítidas de su charla con Misty aparecían una y otra vez para rendirlo. Para derrotarlo, y que confesara para si que lo ocurrido no era mera casualidad.

Finalmente se dio vuelta para el otro lado y observó el débil reflejo que se colaba por la ventana. Estuvo mirando por tiempo indefinido esos haces de luz que serpenteaban en la pared hasta que se quedó dormido.

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Cuando despertó encontró dos inmenso ojos verdes que lo miraban de cerca. Parpadeó para despejarse y advirtió el peso que le hacia cosquillas en el pecho. Los ojos verdes también parpadearon.

- Buenos días Alex-

La niña sonrió enormemente y se hizo un ovillo acurrucándose contra él.

- ¿Qué haces despierta tan temprano?- preguntó Ash moviéndose torpemente para dejarle un lugar cómodo en el somier. Lo cierto era que sentía la espalda tiesa y dolorida como si se hubiera caído de un caballo. ¿Tan mal había dormido?

- Yo no tengo sueño- contestó la pequeña con total naturalidad. Se acomodó bajo la frazada liviana y se dedicó a observarlo.

- ¿Dormiste bien?-

-Sip. Mamá Misty aún sigue dormida. ¿Y tú?-

- Yo dormí bien- le sonrió a pesar de que pareció que el gesto le arrancó un tirón en el hombro. Se incorporó un poco y advirtió que recién acababa de amanecer. La cabeza le daba vueltas por la falta de sueño -¿Te gustaría conocer un caballo?-

La respuesta fue un solemne gesto afirmativo hecho con toda animosidad. Alex se sentó en el lecho.

- ¿Te sientes mejor?-

Otro gesto inmenso de asentimiento.

- Bueno, entonces ve a cambiarte y vuelve a buscarme en un rato, ¿si?-

- ¡Sip!- Alex exclamó y se bajó de la cama saliendo a la carrera de la habitación.

Él acababa de armar el lecho acomodando los cojines sobre el acolchado cuando Alex apareció en la puerta sonriendo. Tenía vaqueros y una remera con tirantes de color rosa, un pequeño sombrerito a juego ocultaba su largo cabello negro.

- ¡Ya estoy!-

- Bueno- Ash sonrió acercándose a ella -Vamos-

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El sol era una suave esfera dorada cuando salieron afuera. El cielo de un azul claro y sin nubes. La temperatura era templada para esa hora de la mañana y vaticinaba otro caluroso día de verano.

Ambos caminaron en línea recta hasta aquella pequeña edificación de madera rodeada de una cerca. Ash se sorprendió cuando sintió la manita pequeña que agarraba la suya; y en cuanto la tomó supo que no debía juzgar a aquella muchacha que aún dormía por lo que había decidido hacer. Realmente Alex necesitaba conocer su origen y él no iba a ponerle trabas para evitar que lo lograra. Observó de soslayo los ojos verdes de la pequeña abiertos desmesuradamente de ansiedad, y esa fue la confirmación que necesitaba. Afianzó la mano diminuta entre sus dedos y siguió caminando.

Se acercaron a la valla y él llenó un enorme cubo con avena. Emitió un silbido suave y aquella hermosa ponyta revoleó las crines en su dirección mostrando sus relampagueantes ojos azules.

- ¡Bonita!- exclamó Alex con tanta animosidad que corrió hasta la valla para subirse a ella.

- ¡No!- Ash la frenó deteniéndola del codo. Tomó el cubo de avena bajo un brazo mientras alzaba a la pequeña con el restante -Es mala Alex. No está domesticada, da patadas y muerde-

- Yo acariciar Bonita- dijo la niña con tozudez.

- No. Podrás hacerlo en un futuro, ahora no-

¿En el futuro?. ¿Había un futuro para él y esa niña?. ¿O para él y esa yegua obstinada?. Ash miró a la pequeña que sostenía bajo un brazo y sintió una ternura difícil de explicar. ¿Qué clase de ser humano sería capaz de abandonar a ese pequeño angelito? Él nunca lo hubiera hecho… alzó la vista hacia la casa y recordó a la invitada que habían dejado sola. Frunció el ceño, bueno tampoco iba a estar todo el tiempo detrás de ella, y era obvio que necesitaba descansar después de tamaño viaje.

Finalmente se concentró en el animal. Bonita era una palabra corta para describirla. Aquella yegua era… sublime. De lo más rara en su especie -se lo había dicho el profesor Oak- y él había quedado hechizado nomás verla. Lo cual en cierto modo era estúpido, porque muchos meses habían pasado y aquel animal seguía igual de huraño. Desconfiaba plenamente de la gente y a estas alturas Ash no creía que eso fuera capaz de enmendarse.

Pero aquella tibia mañana quería creer que los errores podían corregirse, que ese animal podría aprender a confiar en él, que se le podía dar una segunda oportunidad al igual que a las personas.

- Aún no tiene nombre- le confió a Alex mientras abría la portezuela de la cerca y se acercaba a un cubil que estaba junto al bebedero. La yegua relinchó con alarma y retrocedió hasta el otro extremo de la valla.

La pequeña frunció el ceño con tristeza -No voy a hacerte daño Bonita, ven…- le extendió la mano en un gesto de súplica pero el animal retrocedió varios pasos más hasta casi la entrada de aquel pequeño establo -Me gusta- se volvió a Ash que acaba de colocar la avena en el cubil. Se aferró a su cuello y repitió con ojos húmedos -Me gusta Bonita-

- A mí también- la abrazó con cariño -Pero le han hecho daño y tiene que curarse…-

- ¿Curarse?. Mamá Misty puede curar a Bonita-

Ash la aferró contra su pecho y salió de la cerca. Al ver que ellos se alejaban de su territorio, la yegua agitó las crines y se acercó desconfiada a donde le habían puesto la comida. No dejó de mirarlos con recelo mientras hundía la cabeza en el cubo.

- ¿Así que tu mamá puede curarla?- repitió con una sonrisa mientras la depositaba con cuidado en el suelo. Alex asintió convencida -Bueno, tal vez en alguna otra ocasión. Mientras tanto no te acerques a ella si yo no estoy presente ¿de acuerdo?-

- Sip- la niña observó como la yegua engullía su alimento -Me gustas -le dijo con determinación -Me gustas mucho Bonita- su mano volvió a buscar la de Ash -No tienes que tener miedo, no te haremos daño-

Él no sabía que decir a esa melancolía infantil, así que solo se limitó a apretar con firmeza la manito que enlazaba la suya y volvieron a la casa.

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Misty miraba desde la ventana aquella singular escena. Tenía las manos apretadas contra el pecho y la mirada húmeda.

Había despertado en medio de un inusual silencio. No se oían los gritos de sus hermanas, ni sus pasajeras discusiones, o los sonidos desesperados de los retadores que llegaban a diario al gimnasio. Todo lo cual la había llevado a recordar que no estaba en su casa de Cerulean city sino en la tranquilidad de Pallet Town. Hasta las sábanas que la envolvían como un capullo tenían un singular aroma a frescura y a jabón de glicerina. El canto de los pájaros se colaba por la ventana y todo aquello le pareció tan natural y hermoso que no dudó en levantarse.

Se acercó a la ventana cuando la singular pareja que caminaba allá abajo hacia el establo atrajo toda su atención. Alex iba a la par de Ash oyendo lo que fuera que él le decía. Se la veía feliz y resplandeciente observando esos campos verdes a su alrededor, kilómetros y kilómetros en los que podía jugar a su entera libertad. No era que en Cerulean City no pudiera hacer eso pero… aquella paz se sentía diferente, y si esas praderas tenían un efecto estimulante en ella, intuía que en la pequeña eso no era diferente.

Aquel era el lugar idóneo para que Alex creciera. Rodeada de naturaleza, de ríos de azules aguas donde bañarse, viendo las estrellas en una noche de primavera. Ahí podría aprender más de los pokémon…. Si, su vida sería diferente a la que tenía en el gimnasio…

En ese momento Ash tenía en brazos a la niña y ella alargaba la mano hacia aquella hermosa ponyta que pastaba dentro del corral. El joven inclinaba la cabeza hacia lo que la niña decía y le acariciaba la cabeza sin duda consolándola de algo.

Ash sería un gran padre…le dijo una vocecita interior, sobresaltándola. Contempló la escena una y otra vez, y a regañadientes tuvo que estar de acuerdo. Él sería un gran padre, bastaba ver la dulzura con que trataba a la niña.

En ese momento escuchó un sonido extraño y alzó la vista. Una lejana polvareda se levantaba a lo lejos en aquella retorcida carretera, e iba acercándose a ellos. Luego de unos minutos el vehiculo moderno fue fácilmente reconocible. Ash sostuvo la mano de la pequeña junto a la suya en tanto este se detenía frente a ellos. Él sonreía meneando la cabeza cuando una joven en avanzado estado de gestación salió del auto y literalmente se arrojó a sus brazos.

Solo cuando ella giró la cabeza para saludar a Alex, el sol le dio de lleno en los cabellos castaños iluminando su tez, y entonces no le quedaron dudas. Era May.

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- Te dije que no tenías que venir- Ash le decía a la recién llegada con una sonrisa de reproche.

- Sé que lo dijiste, pero te oías desesperado. Tuve que venir obviamente- May sonrió encogiéndose de hombros.

- Pues claro, tenías que protegerme- ella le hizo un gesto de asentimiento a la par que reía -Por cierto, estás muy linda- le dio un cariñoso tirón al largo mechón de cabello castaño que le bajaba del hombro.

Lo cual era cierto, la desgarbada joven de la pañoleta roja había crecido convirtiéndose en una bella morocha, cuyos ojos azules resaltaban al máximo en aquella cara de tez pálida.

- Claro. Mi refrigerador y yo tenemos la misma medida-

Ash sonrió, pero supo que a May le había gustado el halago. Así que por lo menos había hecho algo bien.

La mujer miró a Alex que se había escondido tras Ash y le sujetaba la pierna. Sus ojos se suavizaron y le sonrió.

- Hola linda, ¿Cómo te llamas?-

- Alex- contestó con cautela mirándola fijamente.

- Soy May ¿te gustaría desayunar conmigo?-

Esta vez Alex asintió vigorosamente y salió de detrás de Ash para tomarlo otra vez de la mano.

- Se parece muchísimo a Misty. Tiene sus mismos ojos- confiaba May a Ash en voz baja mientras caminaban con lentitud hacia la casa -Realmente se parece mucho a ella, y por su cabello negro diría que los ha sacado de t…-

- No- Ash la cortó antes de que lo nombrara a él -Cuando sepas quien es el padre sin duda no lo creerás-

May parpadeó con suspicacia -Pero debes hacer algo, en cuanto la Liga se entere que está aquí pueden lloverte toda clase de problemas-

- Lo sé. Pero ella necesita mi ayuda- rozó con cariño el borde del sombrero de Alex -Mientras tanto me conformo con saber que no has dicho nada de lo que sabes-

- Ni una palabra-

- Genial-

- ¿Y donde está Misty?-

- Durmiendo, supongo. Ha tenido un largo viaje hasta aquí-

- Lo imagino- sonrió -¿Sabes?. Por alguna razón estoy feliz de que estemos juntos, a pesar de las circunstancias. Hacía tiempo que no sabía nada de ella-

- Tienes razón. Yo también estoy satisfecho- llegaron a la casa y abrió la puerta caballerosamente para ambas damas.

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Misty se sintió cohibida ante la llegada de la visitante. ¿Qué estaría haciendo allí?. ¿Sus hermanas lo sabrían?. ¿Y su embarazo?

Sin duda aquello era lo que más la atormentaba. ¿Sería ella la señora Ketchum, ausente durante su llegada?. La familiaridad con que Ash la había tratado cuando llegó, el abrazo desesperado de la que fue objeto, no decían otra cosa.

Abrió su maleta y sacó las prendas para aquel día. De repente comprendió que su 'inmensa aventura' se había convertido en un 'accidente trágico', como si aquello no pudiera ser menos irónico. Se lavó la cara con energía y se cepilló el cabello de igual modo hasta que estuvo lacio y dominable como una seda. Eligió una remera blanca estilo vestido, y el jean negro de la víspera. Realmente, se dijo, no deseaba impresionar a nadie. Con ese pensamiento fue a reunirse con ellos, aunque la sensación de que marchaba directo a un degolladero no desapareció de su cabeza.

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- ¡Oh Misty!. ¿Realmente eres tú?-

May gritó alborozada apretándola en un abrazo asfixiante. Extrañamente era más alta que ella, y obviamente más robusta.

Misty rió ante tal saludo. Cuando se alejó de la joven de cabello castaño creyó advertir un leve manto de lágrimas en los ojos azules.

- El embarazo me pone muy sensible- dijo May adivinando sus pensamientos enjugándose las comisuras de los ojos.

- ¿Cuántos meses llevas?- le preguntó educadamente, mientras Ash le hacia señas de que se sentara a la mesa junto a ellos.

- Oh, ¿Cuántos llevo?- May pensó un momento en tanto volvía sentarse ayudada por el joven. Se volvió a él -¿Ash?. ¿Cuántos meses llevo ya?-

Misty casi se atragantó con el sorbo de café. Bueno, aquella revelación confirmaba sus sospechas.

- Siete meses- él contestó con firmeza -El medico te dijo en la última consulta que debías hacer reposo…-

- ¿Eso dijo?- May se tocó la nuca con aire avergonzado -Ups, supongo que lo olvidé. Bueno…- se encogió de hombros- No podía perderme de ver a Misty luego de tanto tiempo- sonrió a Alex -Y por supuesto no podía perderme de conocer a este encanto-

- Te dije que no era necesario que hicieras tamaño de viaje- le reprochó Ash otra vez, sirviéndole otro jugo de naranja.

- Bueno, bueno ¿vas a sermonearme en presencia de los invitados?- le respondió juguetona. Miró a Misty en busca de una sonrisa cómplice y encontró que estaba muy pálida y jugueteaba con la comida con aire avergonzado. Se aclaró la garganta -Se parece mucho a ti, Misty- hizo un gesto hacia Alex, y la aludida por fin la miró.

- Ah, si. Es lo que todos dicen…- sonrió al hablar de su tema favorito -Hay muchas similitudes entre ella y yo; los ojos, la simetría de la cara, y la nariz. Hasta su carácter muchas veces rima con el mío…-

May asintió y se inclinó sobre la mesa acercando su mano delgada hacia la de ella que descansaba junto a la taza que bebía -Escucha Myst, puedes confiar en mí -en ambos- señaló a Ash con la cabeza -Nosotros te ayudaremos en todo, no tienes que preocuparte que de momento la niña y tú están a salvo

- Mi hermanas… ¿acaso ellas saben?- dejó la frase en suspenso.

- No, tranquilízate- May la confortó con una palmadita - Como te dije, puedes confiar en nosotros-

- Gracias May- respondió Misty considerando seriamente que en ningún momento Ash le había transmitido algo semejante. Más bien se había limitado a interrogarla como si fuera un detective de la policía y ella hubiera cometido alguna fechoría.

Pero alejar a una niña de su familia, de su hogar, no era un hecho tan terrible ¿o si?

- Mamá Misty ya terminé- Alex dejó la taza vacía en la mesa cubierta de un blanco mantel, y se limpió los labios con una servilleta igual de inmaculada. Esperó obediente a que le dieran permiso de retirarse.

- Bueno cariño- Misty le hizo un gesto de se le acercara. Al hacerlo, la abrazó fuerte apoyando la barbilla en su lacio cabello negro. Parpadeó evitando que las repentinas lágrimas le nublaran la visión. No quería quebrarse delante de la pareja. Se recompuso rápidamente y le dio un beso en la frente -¿Qué planeas hacer ahora?-

- Jugar con pikachu ¿puedo Ash?- se volvió al joven con una enorme sonrisa, quien asintió inmediatamente -Después mostrarte a Bonita-

- ¿Bonita?-

- Es el nombre que le ha dado a la ponyta- replicó Ash con total naturalidad como si hubiera participado asiduamente de toda la conversación.

- ¿Le has enseñado a Misty aquella yegua loca que tienes?- May preguntó con aire divertido.

Ash hizo un gesto afirmativo ignorando su tono malicioso.

- ¿Te refieres a ese hermoso animal de ojos azules?- Misty asintió -Si. Es muy bello-

- Es su esposa- May prosiguió.

- ¿Perdón?-

- Si. Ha dejado todo a su alrededor para ocuparse de ella. Realmente la ama-

- Bueno, no puedes culparlo por amar a un Pokémon- Misty lo defendió sin pensar.

May sonrió ampliamente, Ash no hizo sonido alguno -Supongo que no. Pero a veces prefiere la compañía de ese caballo huraño antes que la presencia cálida de una persona…-

Misty miró al joven con sorpresa.

- A veces me pregunto si no echa de menos la presencia tangible de un ser humano. No entiendo que clase de satisfacción puede darle un animal que patea y muerde…-

Para este punto el rostro de Ash igualaba el color de los cabellos de Misty. Se puso de pie de un salto, como si un resorte lo impulsara a hacerlo, y se alejó de la mesa ante las miradas interrogantes de ambas -Tengo cosas que hacer…-

- ¿Allá afuera?-

Él esquivó a May y a su sonrisita maliciosa. Se dirigió a la puerta como si alguien lo persiguiera -Ese caballo no se domará solo…-

- Desde luego que no-

Salió cerrando la hoja de madera tras de sí. Decidido a ignorar las sonrisas traviesas que le dirigía la morocha, y que tenían como propósito incomodarlo delante de Misty.

¿Pero que podía hacer?. Desde pequeño fue amante de la naturaleza, y ni hablar de su afición por los pokémon exóticos. Y esa yegua era de lo más sublime en su especie…

Tan orgullosa, altiva. Dueña de una personalidad avasallante. Tan semejante a Misty.

Quizás por eso sentía tanta debilidad por ese animal desconfiado. Era cierto la amaba. El descubrimiento lo abofeteó mentalmente. La amaba con todas sus fuerzas.

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- Ash necesita una familia- May decía en un susurro. Estaban bebiendo una nueva ronda de té - Un hogar donde haya risas de niños, una cena caliente, y la compañía de alguien que lo espere al final del día y lo escuche pacientemente -bebió de su taza, Misty la escuchaba en silencio -Yo trato de hacer lo posible, pero no es lo mismo…- se tocó el abultado vientre -Cuando el bebé nazca tendré que suspender este tipo de travesías…-

- Yo creí que…-

- Él ha sufrido mucho, Myst. Tú no tienes idea. Delegar el titulo por el que tanto luchó al poco tiempo de haberlo ganado, la perdida de un ser querido…-

- Sigue- le dijo la otra con suavidad -Quiero oírlo todo…-

- No sé que más decirte, en realidad creo que tú lo sabes todo tanto como yo-

- Si… lo de su madre-

- Lo de Deliah fue terrible. Creo que apenas logró reponerse a ello…- hizo una pausa -Por eso merece ser feliz, y voy a hacer hasta lo imposible para lograrlo- le sonrió.

Misty le devolvió la sonrisa sin saber porqué. Se levantó y empezó a juntar las tazas y los platos.

- Deja, yo lo hago- May se había incorporado también y le quitaba las cosas de las manos.

- Pero…-

- No me hagas sentir como una inútil, no puedo estar sentada mientras tú haces todo- le explicó con un gesto avergonzado -Te sugiero en cambio que ayudes a Ash. Estoy segura de que a él le encantará compartir sus actividades-

- ¿Tú crees?-

- Desde luego. Tal vez tú seas capaz de domar a su querida 'esposa'-

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'Ahora May debe estar hablándole de mí…' Ash suspiró cerrando los ojos. Como si su vida pudiera ser tan interesante para alguien. Meneó la cabeza.

Estaba dentro del cerco completamente inmóvil en un extremo, mientras aquella yegua lo observaba con desconfianza desde la cerca opuesta -¿Por qué me tienes miedo?. Creo que te he demostrado de todas las formas posibles que no te voy a hacer daño- le dijo en voz alta y clara.

El animal ni se conmovió con sus palabras, agitó la cola con precaución y relinchó.

Ash se dio la vuelta y tomó una vieja manta tejida con hilos de varios colores que descansaba sobre la madera tras él. Se acercó al animal con confianza -Pondré esto en tu lomo, no tienes que asustarte- le explicó como tantas veces lo había hecho, extendiendo la manta ante los ojos de la potranca para que la reconociera. Había visto al profesor Oak hacer eso miles de veces en su granja; era la forma en la que amaestraba a sus propios ponyta, y por supuesto sabía que daba resultado. Sin embargo llevaba meses trabajando de aquel modo con la yegua y sus esfuerzos aún no habían dado ningún fruto.

Ella lo miró fijamente mientras se le acercaba con el lienzo en las manos, agitó las crines suavemente; y apenas el objeto le rozó el lomo se sacudió violentamente. Metió la cabeza entre las patas delanteras y se arqueó de modo instintivo, dando coces y saltos cerrados. Siguió otorgando patadas al aire por varios segundos más, pero al ver que la manta yacía en el polvo, pisoteada, se detuvo.

Jadeante, volvió a relinchar victoriosa, y se alejó al medio galope hasta el bebedero.

Ash apretó los puños a los costados de su cuerpo, se negó a sentir rabia hacia ella -¿Por qué…?- preguntó frustrado y se inclinó a recoger el lienzo del suelo. Lo sacudió.

- ¿Puedo ayudar?-

La cantarina voz femenina le erizó los pelos de la nuca. Se giró. Misty estaba apoyada en la valla y lucía preocupada. El sol de esa hora bañaba su cabello como oro bruñido. ¿Desde cuando estaba allí?

-¿Puedo ayudar?- repitió con suavidad.

- Solo si puedes hacer milagros-

- No puedo hacer milagros, pero puedo cantar- confesó algo avergonzada -Se dice que la música doma a las bestias salvajes…-

- Adelante- extendió las manos abiertas en derrota. Aunque se guardó de comentarle que su sugerencia le parecía algo infantil.

Misty miró al animal con aire pensativo. Luego comenzó:

Mujer con el corazón herido
No siempre el amor llega para hacer daño
Tal vez había una lección que aprender
Muy pronto sanarás y volverás a ser feliz
Y esto será un sueño, un recuerdo
Que ya no te dolerá…

Su voz era suave y diáfana. Crecía con facilidad y brotaba sin esfuerzo de su garganta. No pudo evitar mirarla con ojos desorbitados. No imaginó que Misty escondiera esa voz tan dulce, tan suave. Cada verso arrancaba un escalofrío de su espalda y le erizaba los cabellos. A la yegua debía de ocurrirle algo semejante porque alzó la cabeza y la miró fijo. Sus orejas se arquearon y dio un paso vacilante hacia ellos.

Muy pronto sanarás y volverás a ser feliz.

Repitió con dulzura y su voz se elevó en un complicado arreglo que a Ash le pareció mágico. El último verso murió en los labios femeninos con suavidad y de pronto descubrió que May, Alex y pikachu se habían acercado a la cerca para presenciar aquel concierto improvisado.

- Cantas muy bien- May dijo con sinceridad -Tienes una voz hermosa-

- Gracias- Misty pareció más avergonzada que halagada, bajó la cabeza mirando sus zapatillas.

Él quiso decirle lo mismo. Que su voz le parecía mágica y maravillosa, pero las palabras se atoraron en su garganta. La yegua continuaba inmóvil mirándola, y su aspecto huraño parecía haber desaparecido de momento.

- Parece que sirvió- dijo en cambio sonriendo -Tal vez podamos repetirlo…-

- Claro- Misty agregó rápidamente comprendiendo aquel torpe intento de elogio que se escondía tras sus palabras.

- ¡Te dije que mamá Misty podía curar a Bonita!- exclamó Alex a los gritos -¡Canta otra vez!-

- ¿Bonita?- May repitió en un susurro acariciando su vientre. Seguramente el bebé estaría moviéndose en sus entrañas -¿Ese es el nombre que le has puesto?-

Ash meneó la cabeza -Es como Alex la llama-

- Oh- la morocha sonrió otra vez. Esta vez una mueca traviesa apareció en sus labios -¿Qué nombre le darías tú, Myst?-

Ash se sonrojó violentamente mientras le dirigía una mirada de advertencia a la impertinente May.

Misty observó al animal con obvio cariño. Su expresión se suavizó sobremanera, al igual que la rosada curva de sus labios.

- Hechizo de Sirena-

Eso fue todo, pero Ash fue plenamente consciente que aquel nombre quedaba grabado a fuego en aquella yegua. Y que de ese día en adelante aquella soberbia criatura tenía nueva dueña.

- ¡Es un nombre bonito!- Alex volvió a exclamar dando un salto. Tomó la mano de la joven y añadió -Canta otra vez mamá Misty-

- Si por favor. Al bebé y a mí nos agradaría escucharte de nuevo- May asintió.

'Por favor' Ash le imploró en silencio. Su voz tenía sobre él un efecto hipnotizante. Lo relajaba y le hacía pensar que el mundo era un lugar hermoso y bueno.

También le hacía anhelar cosas de su vieja vida. Como el calor de las fogatas en una fría noche de invierno durante alguno de sus viajes de entrenamiento pokémon, o el olor de las pastas recién preparadas que su madre cocinaba para él cuando permanecía esos intervalos de descanso en su casa.

Hizo un gesto negativo con la cabeza. Todo ese mundo se había venido debajo de repente.

'Es una enfermedad incurable Ash… Lo siento, hijo…'

Después de aquello siempre había tenido miedo de anhelar demasiadas cosas, miedo de volver a ser blando, miedo de perder el control sobre el mundo cuidadosamente aislado que había creado a su alrededor. Y también, quizás miedo de volver a amar.

- Por favor canta Myst- May asintió cerrando los ojos y restando las manos en su vientre redondo.

Misty miró el cielo azul sobre su cabeza.

Cuando llegue aquel día,
Y descubra que ya no eres una niña,
Cuando te vea mujer,
Entonces te amaré…

La letra era más profunda que la anterior canción. Ash sintió que su corazón detenía los latidos, para luego emprenderlo en un ritmo desbocado. Parecía que cada verso lo abofeteaba como una cruel broma. Ese pequeño párrafo estaba dirigido a él. A él.

Te amaré hasta que deje de ser niña

Y después
… su corazón quiso gritar. Sin embargo su mente -sabía, reservada- se resistía a ceder el lugar tan fácilmente y salió en defensa de sus sentimientos; lo obligó a interrumpirla sin misericordia, deseoso de emprender la retirada.

- Iré a hacer algunas llamadas. Tal vez pueda localizar a Tracey y explicarle lo que ocurre…-

Misty le sonrió agradecida -¡Sería genial!-

- Lo imaginé- Ash le dio la espalda y se alejó rumbo a la casa levantando una pequeña nube de polvo a su paso. Alex decidió irse tras él, lo agarró de la mano con ternura y respeto e imitó su andar seguro y confiado.

- Está completamente encantada con él- Misty dijo en voz alta -Parece ser recíproco…-

- ¿Tracey?- May preguntó confundida arrugando el entrecejo como con disgusto.

Misty la miró sin verla realmente. El sol comenzaba a quemar con fuerza y le preocupaba su estado delicado si seguía exponiéndose al calor excesivo. Observó la sombra ligera que proyectaban un grupo de árboles a su derecha, los cuales no parecían estar muy lejos de su alcance. Los señaló con un movimiento de cabeza -Será mejor que busquemos un lugar fresco. Por ti-

May asintió y ambas caminaron hacia allí. El lugar era perfecto. Los pinos frondosos y el perfume de las piñas se extendía en el ambiente.

- ¿Qué tiene que ver Tracey?- volvió a preguntar.

Misty observó la hierba pisoteada baja las suelas de sus zapatillas -Tracey es el padre de Alex-

Los ojos de May se abrieron desmesuradamente ¿Quién lo hubiera creído? -¿Cómo fue capaz de abandonar a su hija?-

- Él no la abandonó, May. Existieron muchos errores y malentendidos en el medio, Tracey recibió la peor parte; su paga fue separarse permanentemente de la pequeña-

- Y de ti- completó con naturalidad.

- ¿De mí?- Misty la miró sin comprender, May asintió con un gesto rotundo, se vio obligada a explicar -Alex no es mi hija, es mi sobrina-

- ¿Cómo?- parpadeó tratando de formular correctamente las preguntas que llovían en su cabeza -¡Pero te dice mamá!-

- Lo cierto es que pasó más tiempo conmigo que con su madre biológica. Daisy la adora, pero decididamente no está preparada para ser una madre competente…-

- Lo entiendo, tú ocupaste permanentemente ese lugar…- May suspiró con alivio para luego echarse a reír con evidente gracia -Ash cree que tú eres la madre…-

- Lo sé. Aún no lo he liberado de su error-

-Y prefiero que siga así. ¡Es más divertido!-

Misty arqueó las cejas ante sus palabras, pero la otra joven la ignoró.

- Ahora que sé toda la verdad te ayudaré en todo, Myst. Realmente eres muy valiente, y te envidio-

- Yo sé lo que es crecer sin un padre May, y no quiero que Alex pase por lo mismo. No me envidies, estoy segura que tú en mi lugar habrías obrado de igual manera-

May no dijo nada solo la abrazó con fuerza, sus ojos azules se humedecieron mientras intentaba transmitirle toda la confianza que necesitaba para dar los siguientes pasos.

- Gracias May- dijo Misty con suavidad, ahogando las palabras contra el cabello castaño.

- No tienes que agradecer, en todo caso soy yo la que tendría que darte las gracias a ti -rió brevemente enjugándose los ojos.

- ¿Por qué?-

- Porque me has hecho concebir las esperanzas de tener un final feliz-

- ¿A que te refieres?-

- Pronto lo sabrás- volvió a reír. Su risa era contagiosa -Por lo pronto ocupémonos del almuerzo antes de que a Ash se le ocurra cocinar guisantes, u otra comida de campamento-

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Nota:

Las canciones las hice yo (no se rían ante mi escasa creatividad! Realmente soy un desastre a la hora de crear poesía u.u), y el nombre de la yegua me llevó días y días pensarlo, espero no haber 'quemado' el nombre de algún futuro fic, o el nick de algún autor, pero lo cierto es que me encanta ese nombre 'Hechizo de Sirena' aunque lo consideren muy cursi!.

Bueno, voy a seguir quemando mis neuronas y cantando 'Viento recio' que es la canción que me inspiró para hacer este chap! (eso y la excesiva parranda de estos días, cielos hacía mucho que no me divertía tanto! n.n)
















martes, 3 de junio de 2008

Pecado Perfecto


Por un pequeño error mìo tuve que subir esta entrada otra vez ^^U. mañana estará online el 3er chap de Tierra Audaz


"An Ash and Misty’s fic"

-Surge es el Líder de gimnacio de una ciudad de Kanto, aparece en la 1ra temporada y tenía un Raichu. También le dijo a una muy sorprendida Misty que era una 'niña muy bonita'- ^^

Capitulo 02

El sol aún no había salido de su escondite cuando ella se levantó. Se acercó junto a la ventana examinando el día que se avecinaba, el cielo se teñía de dorado en el horizonte confirmando lo temprano de la hora. Se alejó de allí y tomó una jarra, depositó agua en el lavamanos y procedió a lavarse la cara y humedecerse el cabello para peinarlo como lo hacía diariamente.
Una rápida mirada de soslayo a la cama vecina a la suya le confirmó que su compañera no tenía pensado levantarse.
" Casey…" dijo en un susurro mientras deslizaba un viejo cepillo por su cabello largo y ensortijado. A la luz del amanecer arrancaba destellos anaranjados, y ella sabía que acarrearía un grandioso escándalo si no se lo recogía. Tomó una arrugada cinta negra de debajo de su almohada y lo anudó con precisión al extremo de la larga trenza que ahora coronaba perfecta la mitad de su cuello y espalda "Casey" repitió con algo de impaciencia, poniéndose la remendada falda marrón y anudando el lazo alrededor de su pequeña cintura.
Una cabeza de cabellos violáceos se dejó ver de la cama vecina "Dame diez minutos más, Myst…"
La aludida sonrió ante ese gesto infantil. Tomó la blusa blanca que descansaba a un costado de su lecho y se la metió por encima de la cabeza. Le quedaba algo grande así que la ajustó a un costado de la cintura haciéndole un nudo "Puedo cubrirte una hora si quieres " dijo agachándose mientras se abrochaba las botas "Pero solo antes de que la señorita May despierte. Creo que me odia y es capaz de echarme el desayuno a la cara si ve que se lo he preparado yo"
" ¿Por qué será?" Casey volvió a hundirse entre las almohadas, un bostezo se oyó "Esa arpía no quiere a nadie, salvo quizás a ella misma. No le hagas caso…"
" Bueno, debo preparar el desayuno para su alteza…" se palmeó el cabello de modo inconsciente y revisó que su apariencia estuviera en orden. Suspiró. El dinero de su próxima paga podría usarlo para reemplazar la desgastada blusa por una nueva y comprarse un par de botas en el mercado.
" No creas que no lo he notado…" la voz somnolienta volvió a oírse justo cuando la joven pelirroja estaba por abrir la puerta.
" ¿Qué cosa?"
" Como él te mira. La manera en que sus ojos te siguen por todas partes, en como deja de hablar cuando estás cerca…"
Bajó la cabeza, la trenza resbaló a un costado de su cuello tras la acción "No sé de que estás hablando…"
" No tengas miedo Myst. Sé que no lo haces a propósito… otra en tu lugar no hubiera dudado en sacar beneficio de eso" Casey se sentó en la cama. Tenía un rostro pálido y juvenil. Sus ojos parpadearon de sueño, volvió a bostezar "No todos los días descubres que el heredero a la corona ha puesto su atención en ti…"
" El príncipe Ash tiene una prometida" se obligó a responder. Aunque quizás la respuesta fue más para ella misma. Su mano tembló aferrada al frío picaporte. No quería pensar en eso, se confundía. La perturbaba la actitud del futuro monarca. La manera en como esos ojos castaños la seguían cuando pasaba junto a él, la sonrisa perezosa que le dedicaba cuando le llevaba algo, la amabilidad de la que hacía gala en su trato con ella, y que la hacía sentir como una dama de sociedad a pesar de ser solo una sirvienta. Esa sensación desconocida que la obligaba a bajar la cabeza frente a él, que llenaba sus mejillas de rubor y vergüenza.
" Otra en tu lugar se aprovecharía de eso… "
" Yo no sería capaz" contestó mordiéndose el labio antes de enfrentar la mirada de su amiga. Sus ojos verdes parecían más claros de lo usual "No es más que una tontería, una confusión"
" Si tú lo dices"
" Si" asintió y finalmente abrió la puerta "Una hora Casey, la reina madre me pidió que la acompañara al pueblo a media mañana y ya no podré cubrirte"
" Desde luego, Myst. Gracias. Estoy en deuda contigo"<><><><>Se dedicó a observar el paisaje por la ventana. Distraídamente revisó las praderas verdes y los lacayos que iban y venían cumpliendo sus labores matinales. Todo allá afuera seguía un rumbo pactado e inamovible, cerró los ojos un segundo y se concentró en borrar la extraña arruga que surcaba su frente. Suspiró.
" ¿Señor?"
La voz arrancó un cosquilleo que le erizó los cabellos de la nuca. Se volvió preparándose mentalmente para encontrarse con ella. Como siempre los ojos verdes evitaron los suyos centrándolos en cualquier otra cosa que estuviera más allá de él.
" El desayuno está listo" dijo la joven pelirroja estrujando la tela de su falda.Ash asintió y se sentó en la cabecera de la mesa como le correspondía. Luego de hacerle un imperceptible gesto, la joven pelirroja comenzó a servir el desayuno. Las manos de la muchacha temblaban cuando depositó la bandeja con los pocillos de porcelana frente a él, hizo la acostumbrada reverencia y luego escapó hacia la cocina.
Él degustó la infusión con el ceño otra vez fruncido ¿Por qué se sentía así?.
Nuevamente las palabras de Gary bailoteaban en su cabeza de un modo constante haciéndole sentir sucio y humillado. Él no era así. Él quería sentar cabeza, casarse con May, formar una bonita familia y ocuparse de su reino…Pero sus pensamientos se iban detrás de aquella doncella. Y no era solo lujuria, era algo más… algo extraño que tenía que ver con la forma en la que su humor variaba, en como su actitud cambiaba cuando la veía.
" Buenos días" la reina madre hizo su entrada con afabilidad. Se sentó a la derecha del joven pasando por alto su expresión.
" Buenos días madre" este se esforzó por devolver el saludo con alegría y despreocupación. Tomó la mano de la dama entre las suyas y le dio un cálido apretón "¿Qué tienes pensado hacer hoy?. Podríamos dar un paseo por…"
" Iré al poblado cariño" le interrumpió sonriendo, se acomodó en la silla justo cuando la doncella pelirroja llevaba la nueva bandeja con el desayuno "Misty y yo daremos una recorrida por la parte baja de kanto…"
Ash la miraba de soslayo intentando no perder el hilo de la conversación "Es peligroso su alteza"
" Para nada, llevaremos una escolta si eso te hace feliz. A menos de que desees acompañarnos…"
Ash las miró a ambas. La joven pelirroja estaba de pie junto al asiento de la reina sin duda esperando nuevas órdenes. Por un momento esos increíbles ojos verdes se cruzaron con los suyos, pero tan rápido como sucedió, centró la mirada en el suelo adquiriendo una actitud sumisa.
" Lo siento mamá. No podré ir con ustedes, Richie me traerá una nueva especie de halcón para entrenar y debo esperarlo"
" No me gustan esos animales, hijo" la reina pareció alarmada " Puede quitarte el ojo en un descuido…"
Él rió "No te preocupes, eso nunca pasará" la joven seguía mirando el suelo azorada, se apresuró a agregar "Escucha… puedes marcharte"
" Misty es su nombre, Ash" la dama intervino y le hizo un gesto a la estupefacta doncella "Ve a alistarte para salir querida, y ordena que nos preparen el carruaje"
" Si alteza, con su permiso. Señor…" se inclinó haciendo una reverencia y salió.
" Es una buena muchacha, le he tomado gran cariño"
Ash no contestó se sirvió café otra vez." Me gustaría convertirla en mi doncella personal ¿Qué crees hijo?"
" No suelo intervenir en ese tipo de detalles, alteza" respondió él divertido.
" Tienes razón lo discutiré con May. Si ella va a ocupar el puesto de mi doncella personal habrá que contratar una mucama nueva… a propósito ¿Dónde está esa niña?"
" Creo que aún no se levanta" comentó y ahogó el siguiente comentario "Asumo que habrá tenido una noche muy… complicada…"
" ¿Qué has dicho?"
" Le pediré a Surge que las acompañe" replicó y se puso de pie, besó la frente de la dama con ternura y salió del salón.
<><><><>
" Casey, gracias a Dios que ya estás aquí" la joven pelirroja dejó las bandejas al costado de la gran mesada y se volvió a su amiga que parpadeando de sueño se anudaba el delantal a la cintura.
" Si, aquí estoy"
" La señorita May aún no se levanta, pero la reina ha ordenado que se le suba el desayuno a su aposento"
" Muy bien" bostezó y la miró fijamente "¿Y tú?"
Misty estaba colocándose un chal de lana sobre los hombros "Debo decirle algo al cochero…" salió mientras hablaba y su voz fue perdiéndose por el corredor.
Casey se encogió de hombros y procedió a calentar el agua con extremo cuidado, pues a la prometida del príncipe no le agradaba que su té tuviera el gusto rancio del agua pasada del primer hervor.
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" Un carruaje para dentro de dos horas, si" el cochero, un hombre que peinaba sus primeras canas sonrió ante el pedido "¿Quienes viajaran?"
" La reina madre y yo"
" Muy bien" el hombre asintió y acarició el cuello de una hermosa yegua blanca que relinchó con suavidad ante el gesto "Pondré la yunta favorita de su alteza entonces" retrocedió llevándose al elegante animal "Con tu permiso, Misty"
" Claro Sam" el hombre se alejó silbando, y la muchacha ciñó el chal a sus hombros. A esa hora aún hacía frío. Se giró con la intensión de volver al palacete cuando de frente se encontró con un par de ojos azules que la obligaron a dar dos pasos hacia atrás.
" Buenos días Misty"
" Señor Surge" siguió retrocediendo "Buenos días…"
" Hacía mucho que no te veía " el hombre, rubio, grandote y que casi la doblaba en edad, adelantó en un tranco lo que ella había puesto de distancia y la agarró con fuerza del brazo "¿Has estado escondiéndote de mí?" sus ojos relampaguearon mientras la miraba fijamente.
" Señor… me está lastimando…"
" Eso es para que no te olvides, querida" le dobló el brazo hacia atrás y la inmovilizó contra su cuerpo grande y hosco "No te olvides a quien perteneces…" le besó la mejilla riendo "Las muchachitas como tú tienden a no recordar ese tipo de cosas… pero yo sé como tratar a las de tu clase…"
" Por favor" Misty se retorció sin éxito. Él era muy rudo, y sentía sus huesos pequeños y delicados bajo esa gran manaza de hombre." Aún no hemos terminado" su mano descendió y con los dedos le tocó la parte baja de la espalda. Ella se puso rígida y él sonrió "¿Te gusta que te toque así, verdad?"
" ¡Suélteme!"
" ¡SUÉLTALA!" una nueva voz entró en escena, y en un tono que evidenciaba el alto rango que poseía. Aquel titulo que ponía en manifiesto el dar órdenes, y el ser obedecido sin discutir.
Misty giró la cabeza para ver quien era su salvador, y el corazón se le fue a los pies. El príncipe estaba frente a ellos envuelto en un chaquetón de cuero. Desde allí y debido a su apariencia, pasaba como un joven cualquiera. Pero era debido a su porte, su actitud y en como su mandíbula tensa se elevaba mientras hablaba, lo que lo distinguía como el futuro joven monarca.
Algo en la forma en la que estaba de pie, majestuoso, imperturbable ante ellos lo señalaba como alguien fuerte, valiente y noble.
" Señor" el hombre rubio suavizó su gesto pero no soltó a la muchacha.
" Surge, suéltala" él dio un paso hacia ellos sin quitarle la vista de encima a la chica cuyo rostro se escondía bajo la madejas de cabello rojo. Era obvio que no quería verlo.
" Pero señor, ella es…" Surge empezó, pero al ver la actitud cortante de su empleador la soltó sin más "Ella es una zorra…"
Misty se encogió débilmente ante ese comentario, se abrazó a si misma y se alejó del grandote a paso trémulo.
" Por tratarse de alguien conocido por mi familia, y por haber servido a mi padre en sus años de reinado, pasaré por alto esta conducta y ese comentario…" Ash dijo en tono gélido "Pero que esta situación no vuelva a repetirse"
" Claro que no, alteza" fue la respuesta a regañadientes, luego de la cual ensayó una reverencia forzada "Con su permiso" y se alejó rumbo a las caballerizas.
Misty se quedó ahí, preguntándose si después de agradecerle también la despediría. Después de todo, las palabras de un hombre mayor y experimentado tenían más peso que las de una simple muchacha sin hogar, y ella sabía que aquel era un mundo demasiado injusto, y muchas veces la mentira y la codicia se imponían sobre la justicia y la sinceridad. Se encogió ante la idea… si la echaban, fuera de aquel palacio no tenía un lugar donde vivir.
" Muchas gracias, alteza…" dijo con voz suave y temerosa, luego de lo cual hizo una reverencia tomando los bordes de su falda.
" ¿Te encuentras bien?" preguntó él en cambio dando unos pasos hacia ella, manteniendo la distancia señalada entre un patrón y su sirvienta.
" Si señor, gracias" lo reverenció otra vez, viendo la punta de las botas masculinas y sus piernas enfundadas en esos pantalones de caza "Gracias" reiteró, y levantó la cabeza para mirarlo. Le sonrió levemente intentando no ser impertinente.
Ash la observó fijo sin decir palabra. Ella tenía unos dientes perfectos, y labios carnosos y suaves.
" Intenta ser más precavida la próxima vez" le dijo con la voz carente de emoción "Provocar a un hombre no tiene nada de seguro"
Misty abrió la boca para decirle en verdad como fueron las cosas, pero el príncipe giró sobre sus talones y se alejó dando por terminado la plática.
La joven soltó un suspiro, se cuadró de hombros y con pasos suaves volvió a entrar al palacio.
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Lady May acariciaba con ternura los oscuros cabellos de su prometido, cuya cabeza descansaba en su regazo. El joven estaba anormalmente callado y renuente a las caricias de la chica. Parecía abstraído, como si algo importante ocupara sus pensamientos.
" Ash ¿Qué te pasa?" May preguntó por milésima vez, recorriendo con las yemas de sus dedos los contornos de la cara masculina.
Él no contestó inmediatamente, cerró los ojos unos segundos antes de tomar la mano femenina y llenarla de besos cortos y pálidos.
" No me ocurre nada, milady"
Ella le delineó los labios "Estás muy quieto y callado…"
" Anoche te quejabas de todo lo contrario…"
" ¡Ash!" May exclamó avergonzada golpeando el hombro de su prometido quien ya se había incorporado.
Instantáneamente, él cayó sus protestas con un beso que pretendió ser suave. Pero la mujer que sus brazos sostenían insistió en hacer eso más apasionado. Uno de sus brazos se enredó alrededor del cuello masculino, en tanto su otra mano ascendía por su chaqueta, metiéndose entre su camisa hasta hallar la piel desnuda, y Ash le respondió como debía cuando las uñas de ella le rasguñaron la carne. La apretó contra el diván inmovilizándola con su cuerpo.
" Ash…" May gimió contra sus labios, feliz de saber como complacer al hombre que amaba. Le dio besos más suaves recordándole el lugar donde estaban.Él besó su barbilla manteniendo cierta imagen en su mente.
" ¡Ejem!" alguien exclamó desde el umbral de la habitación "Por favor, les rogaría mantener la compostura" siguió diciendo una alegre voz masculina. Los pasos se acercaron y la silueta de un hombre moreno fue bien apreciada.
"¡Brock!"
" Este joven fue muy gentil en escoltarnos hasta aquí" la reina madre añadió entrando en la habitación cargada de varias cajas, detrás de ella y como él esperaba, otra silueta fue legible, y la doncella pelirroja hizo su aparición llevando otro número de cosas. Sus mejillas enrojecidas le daban la pauta de que quizás lo transcurrido allí había contado con un pequeño número de espectadores. Lo siguiente dicho por la reina se lo confirmó.
" Por amor de Dios, intenten mantener las reglas de etiqueta, al menos cuando uno de nosotros está presente…"
"Mamá" el futuro monarca sonrió y se acomodó en el sillón, tomando con cariño la mano de su prometida "Prometo que nos portaremos bien cuando tú estés presente"
May estaba demasiado abochornada para hablar. Se acomodó las mangas del vestido verde que tenía puesto, alisando las arrugas con sus manos. Se aclaró la garganta y por fin enfrentó a los ocupantes del salón. Sonrió a su tía y futura suegra "Lo siento, alteza. Procuraré ser más perceptiva y no mancillar mi nombre…"
" No es para tanto querida" la reina dejó los paquetes a un lado y fue a sentarse, Brock sonriente le alcanzó una silla.
"Tú trae algo de tomar" May añadió dirigiéndose a Misty cuya vista se centraba en el suelo "Rápido"
"No May" la reina la contradijo "Desde hoy, Misty será mi doncella personal"
"Pero…"
"Le traeré algo de beber, su alteza" Misty murmuró avergonzada de que su nombre estuviera en medio de un desacuerdo. Era obvio que a la prometida del príncipe no le hacía gracia que la reina madre le hubiera dispuesto un nuevo cargo. Tragó con dificultad ¿Por qué esa mujer la odiaba tanto?. May no tenía nada que envidiarle, había nacido en una buena cuna y estirpe. Usaba vestidos bonitos y era dueña de una belleza única. En cambio ella… Ella a lo máximo que podía aspirar era a contraer matrimonio con un noble generoso que portara un titulo insignificante y pequeño.
Preparó varias copas en una bandeja y dispuso una enorme jarra de limonada y otra de agua fresca. Sus manos se tambalearon bajo el peso, pero se animó a apresurarse otra vez al salón.
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"Su alteza, deseo casarme"
El hombre grandote y rubio, esta haciendo una reverencia ante los allí presentes.
"Esa es una muy buena noticia, Surge" la reina sonrió encantada.
"Por supuesto que si" May añadió juntando las manos en un gesto complaciente "Ya iba siendo hora de que un hombre como tú vaya sentado cabeza"
"He oído su consejo, su gracia" el hombre le sonrió solemnemente a la joven morena, quien le devolvió el gesto con un movimiento de cabeza "Y siento que ya ha llegado la hora de que forme mi hogar"
"Estoy de acuerdo" la reina prosiguió viendo de soslayo a su hijo que mantenía un silencio prudencial. Estaba serio y miraba al hombre rubio con cautela
"¿Tienes alguna candidata en mente?"
"Si, alteza. Por eso estoy aquí, para que usted apruebe mi solicitud de cortejarla…"
"Desde ya cuentas con mi aprobación"
"Vamos Surge, vas a matarnos de la intriga ¿Quién es?" prosiguió May con una sonrisa manteniendo el rostro expectante.
Misty se acercó en ese momento portando la bandeja. Evitó mirar al hombre rubio y siguió su camino con manos trémulas.
"Es ella" Surge la señaló con humildad "Deseo casarme con ella, alteza"
Las manos de Misty se hicieron agua y la bandeja con todo lo que contenía fue a parar al suelo derramándose por todo el mármol a sus pies. Un horrible zumbido taladraba sus oídos, así que se los cubrió con las manos mientras sentía que sus gastadas botas se mojaban con la limonada y el agua derramadas.
"¡Una grandiosa elección!" May exclamó batiendo palmas. Junto a ella, su prometido se había quedado tieso. La reina madre estaba estupefacta y el visitante, Brock, miraba hacia uno y otro lado preguntándose si debía socorrer a la atolondrada doncella o darle las felicitaciones al futuro novio.
May pareció ser la primera -y la única- en reparar su falta de descortesía se acercó de un salto al hombre, quien de pie le llevaba más de dos cabezas, y extendiéndole su mano pequeña se la estrechó de arriba abajo "Felicidades Surge. Si no es de molestia, me gustaría contribuir con el ajuar de la futura novia…"
Las palabras de esta llegaron a los oídos de Misty, quien lo único que pudo hacer fue cerrar los ojos con fuerza y evitar las lágrimas -que como docenas- se amontonaron entre sus pestañas.

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