viernes, 5 de diciembre de 2008

Sin Misericordia

-Capítulo 2-

- Baila usted con magnificencia, doctor-

El joven le dirigió una mirada risueña. Era más alto que ella y por ende podía ver por encima de su cabeza. Su mano se sentía pequeña y tibia entre las suyas tan grandes, mientras la guiaba en el perfecto vals a través del abarrotado salón. Cerró los ojos dándose una pequeña pausa para disfrutar aquel familiar perfume a flores cítricas.

- Ya le he dicho que puede hablarme por mi nombre de pila- la miró de perfil. Ella sonreía viendo hacia otro lado. En aquella oportunidad vestía de negro y la palidez de su piel resultaba evidente y tentadora. -Mi experiencia en el arte, se debe al tiempo que he practicado asiduamente… Pero créame que al principio parecía tener dos pies izquierdos- Se apresuró a agregar antes que su mente despertara del letargo

Calló el hecho de que había tenido mucho tiempo -años- en los cuales aprender a gusto y medida, pero ese era un detalle que no debía importarle.

Ella rió y finalmente lo miró.

No. Sus ojos no eran tan solo azules, había un levísimo toque de esmeralda justo en el centro, cerca de las pupilas. Había que mirarla con mucha atención para detectarlo.

- ¿Qué?- preguntó algo azorada al notar su deliberado escrutinio.

- Perdón- sonrió disculpándose -No puedo dejar de admirar algo bonito cuando lo veo…-

Volvió a reír y a ocultar sus mejillas rojas de él. Dieron una pequeña voltereta y el paisaje nocturno se extendió por completo a través de uno de los ventanales. La luna brillaba en todo su esplendor como una esfera de plata suspendida en un trozo de terciopelo negro. La noche era bellísima, el clima agradable para la época.

- Que bueno que finalmente ha dejado de llover- comentó la joven y levantó la mirada hacia él -En general adoro este clima húmedo, pero mi padre lo aborrece; es que las cosechas y los campos se pudren debido a la falta de sol. Este ha sido un año muy malo debido a las lluvias…-

- No sabía que una señorita de sociedad tuviera conocimientos sobre la agricultura de la región-

- Oh- bajó la cabeza, arrepentida por su atrevimiento -No lo tome a mal, de ninguna manera quise inmiscuirme en un tema de…-

- Lady William- él la apaciguó tomándola de la barbilla. Era el primer acercamiento que tenía con ella y lo había hecho a ciegas. Sus dedos de mármol se sentían cálidos al contacto de su piel -Me parece completamente generoso de su parte interesarse en el estudio de la agricultura y brindarle ayuda a su anciano padre, cuando este aún no posee un heredero hombre-

- Gracias por la comprensión, doctor- al ver que él arqueaba una ceja, añadió - Ash-

- Eso está mejor- la pieza había acabado por lo que la dejó ir. Se acercaron al ventanal en mutuo acuerdo, le ofreció una silla y la muchacha se dejó caer con gracia. Extrajo un abanico del diminuto bolso que llevaba anudado a su muñeca y comenzó echarse aire. Sus mejillas y sus labios tenían el sugestivo color del rubí. Le indicó el asiento de al lado para que siguiera haciéndole compañía.

- Lamento haberla extenuado-

- Oh, no. Es que estoy algo fuera de forma. Adoro bailar, no tiene que disculparse- le confió acomodando un rizo detrás de su oído -Y esta es una magnifica fiesta-

- Ya lo creo-

- Aunque su prometida debe estar disgustada conmigo por haberle robado toda su atención…-

Ash la miró de soslayo. Ella no parecía apenada por eso, por otro lado se veía increíblemente viva y fresca. El brillo que despedía su pálida piel era algo único. Casi cautivante.

Sintió que su respiración comenzaba a agitarse y se ordenó guardar serenidad. Había logrado con éxito apaciguar las llamas de su antigua naturaleza. Y no quería destruir con una salvaje acción el delgado lazo de comunicación que estaba manteniendo con ella.

- May es una mujer comprensiva y para nada celosa- dijo con absoluta convicción.

- Lo imagino. La mayoría de nosotras en su lugar obraríamos de manera completamente diferente…-

- ¿Usted también?-

- Créame que si- sonrió -Algo me dice que soy increíblemente celosa-

- Perdone mi atrevimiento ¿está usted comprometida?-

- Aún no- rió -Pero mi padre me pondrá en 'subasta' de un momento a otro…-

- Eso debe causarle un profundo disgusto-

Ella meneó la cabeza- Mi padre ha logrado convencerme de que es lo mejor para mí. Él teme que su vida se escape sin verme casada con un hombre responsable. Creo que quiere asegurarse que mis hermanas y yo estemos bien antes de que él…- se le fue perdiendo la voz.

- Entiendo- le tocó el hombro desnudo con comprensión. Su piel era tibia y suave al tacto. Parecía frágil y completamente maleable.

- Perdón la interrupción- sonó una voz femenina con un suave acento extranjero. La dama estaba frente a ellos y su expresión era inescrutable -¿Milord?-

- Le ruego me dispense lady William- Ash murmuró solemnemente tras entender la fría cara de su prometida, se puso de pie con presteza y la tomó del brazo con educación.

- Por supuesto, doctor- la joven le dedicó una graciosa inclinación de cabeza -Lady Maple ha sido un placer-

La morena le dedicó una sonrisa seca y le indicó a su prometido que se moviera

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- ¿Qué es lo que pretendes? - May le recriminó mordazmente mientras él se servía una copa

- ¿Puedes bajar la voz?. No es necesario que todo Londres te oiga- bebió el brandy con rapidez y se giró a verla -¿Qué es todo esto?-

- Creí que deseabas evitarla. Alejarte de ella todo el tiempo, y sin embargo…- May lo miró con lástima -¿Por qué te torturas?. Casi podría decir que eres su sombra…-

- Exageras-

- ¿Quieres hacerte de su cuerpo?. ¿Es eso?- May se mordió el labio.

- ¡Claro que no!-

- Si la deseas no tienes más que dar rienda suelta a tu instinto… Después de todo ciento de mujeres jóvenes mueren todos los días por causas desconocidas en este país…-

- ¡No es mi naturaleza la que proclama mi cercanía hacia ella!- la cortó indignado -Por mas extraño que parezca no deseo su sangre-

May decidió sentarse. Observó el pliegue de muselina de su falda que se enredaba en tono a sus piernas -No entiendo…-

Él se tocó la cabeza con un gesto distraído -Tampoco yo, May-

- Entonces vayámonos de aquí-

- No puedo-

- ¡Si puedes!. No hay nada que pudiera atarte a este lugar… Hay cientos de regiones, países por recorrer, quizás hasta encontremos gente igual a nosotros…-

Él la miró -No puedo dejar el hospital, estas personas me necesitan-

- ¿Te necesitan?. ¿No será que tú los necesitas a ellos para abastecerte?-

Aquello pareció molestarlo sobremanera, se aproximó a ella y la tomó de la nuca levantando su cabeza con fuerza. La mujer emitió un leve chillido, más por sorpresa que por dolor.

- No vuelvas a repetir algo así- le dijo en un tono de voz bajo y amenazante
-Mi trabajo es el que nos mantiene como personas normales en este lugar, deberías agradecer que no se levantaran sospechas en torno a nosotros…-

May lo miró con fijeza, a pesar de que su rostro estaba cerca de él, no había más que tensión. Tragó con dificultad, Ash ahora estaba tirándole los cabellos en el agarre.

- Reputación que se está comenzando a perder gracias a tu misteriosa amistad con la hija del alcalde… ¿no crees que se sospeche el que pases tanto tiempo con ella en todos los eventos sociales y dejes de lado a tu prometida?-

Él la dejó ir y retrocedió unos pasos. May se masajeó el cuello por inercia y se acomodó el cabello desplegándolo sobre sus hombros, mantuvo sus fríos ojos azules fijos en el joven durante todo el tiempo -¿Qué acaso las leyes de decoro y etiqueta que has estudiado con tanto ahínco no te han hablado del desaire que puedes causarle a la sociedad estando a solas con una mujer soltera cuando tienes un compromiso formal?. ¿Lo has olvidado?-

- Estas llevando esto demasiado lejos-

- ¡Tú lo estás llevando demasiado lejos paseándote en toda fiesta con esa mujer!-

- ¡Bien!- volvió a acercársele con los ojos encendidos y le tomó el rostro con ambas manos -¿Y que quieres que haga entonces?. ¡Dímelo!-

May levantó su mano pálida y fría como el mármol y le tocó la mejilla -Déjala Ash. Olvídate de ella… o…- bajó la vista por un segundo.

- ¿Qué?- la instó

- Hazte de su cuerpo, de su sangre… es la única manera-

- ¡No!- la soltó y le dio la espalda enfurecido.

- Entonces déjala…- May se había levantado y se le acercó por detrás hasta abrazarlo, con suma confianza apoyó su mejilla en su espalda -Por favor aléjate de ella...-

Ash miró el techo por un segundo, luego se volvió y la abrazó también -¿Es lo que quieres?-

- Si-

Intentó sonreír -Esta bien…-

Los labios de May encontraron los suyos en un beso frío y monótono.


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- Sabía que podía encontrarlo aquí-

Ash levantó la cabeza de la planilla que estaba llenando. Sostuvo la pluma inmóvil en el aire al notar el sonriente rostro femenino que se encontraba del otro lado de su escritorio. Se sorprendió al no haberla oído entrar.

- Buenos días, doctor- ella lo saludó haciendo una leve inclinación de cabeza.

- Lady William- Ash se incorporó saludándola a su vez con una reverencia y le hizo una seña de que se sentara frente a él -¿Qué la trae al hospital en este horrible día?-

- Creo que mi padre ya ha hablado con usted, no hay mucho que decir- ella le sonrió excusándose. Tenía el cabello levemente humedecido, por la lluvia quizás.

Él se aclaró la garganta -¿Está segura de que desea volcar todo su tiempo libre en este lugar?-

- Así es. ¿Es eso acaso tan extraño?-

- No, no, la verdad es que se necesita mucha ayuda, y desde luego, veo que se siente muy preparada para darla-

- Si. ¿Cuándo cree que puedo empezar?-

- Mañana mismo a primera hora-

- Muy bien- ella se puso de pie acomodando con las manos el ruedo húmedo de su vestido, al hacer la acción la sutil fragancia –ya tan familiar- inundó la pequeña habitación, y él la miró con unas ansias que nunca antes había sentido. Calculó mentalmente la poca distancia que los separaba y sin pensarlo se puso de pie. En menos de un segundo estaba detrás de ella, con la vista clavada en su cabello.

La joven se dio vuelta al acomodar la capa sobre sus hombros, y advirtió la silueta del joven prácticamente sobre la suya. La duda bailó asiduamente en sus pupilas al preguntar con voz queda.

- ¿Doctor...?-

Él la observó fijo, consciente de que su respiración se habia agitado y que sus pupilas muy dilatadas seguían la fragilidad nata de su cuello. El color de sus mejillas igualó por un momento el de su cabello, al igual que sus labios.

Ash tragó con dificultad y sin pensarlo sus fríos dedos se anudaron con fuerza a un extremo del abrigo de ella, eso hizo que la joven se inclinara en su dirección, la duda aún presente en sus ojos. Él aspiró el aroma natural que emanaba de su piel y no se preocupó en ocultarlo.

- Veo que ha seguido mi consejo- la voz masculina fue ronca y contenida –Y ha echado las flores cítricas en el agua de su baño...-

Misty no hizo más que asentir mansamente, en tanto su cabeza se acercaba cual imán poderoso a él, y sus labios ascendían sedientos como nunca al encuentro de ese hombre, que desde que hubo aparecido fue el motivo de sus desvelos y pensamientos.

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Al que no le guste la tematica del fic, pues que no lo lea. Este es mi obsequio para mi queridisima amiga Blue y me interesa que a ella le guste ^^

Besos a todos

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Sin Misericordia

Prologo:

- Es un obsequio para ti, mi señor…- la mujer morena sonrió mostrándole la perfecta dentadura e inclinándose, mientras extendía ante los ojos masculinos aquella mano delgada y femenina, pálida como el mármol, que en nada se parecía a la suya.

No se veía a quien pertenecía esa extremidad, el resto del cuerpo estaba cubierto por una larga sábana de seda blanca que se perdía en la amplia cama. Sus formas apenas se adivinaban; parecía una silueta errante y solitaria, como un fantasma, una desconocida a quien se encargaría de desahuciarla en minutos más.

Eso lo sedujo. Aunque no le gustaba admitirlo, aquella mujer intrigante lo conocía en los más mínimos detalles.

- Acércate, milord- ella volvió a sonreírle con obvia intensión. Parpadeando sus audaces y atrevidos ojos celestes. Se sentó en el lecho y extendió la mano pálida y delgada, hasta que uno de esos dedos estuvo a centímetros de su boca. Luego de una pausa parsimonia, mordió un extremo y la sangre brotó de aquella pequeña herida, tiñendo sus labios cual rouge sangriento, y llenando sus mejillas de adrenalina y excitación.

Él mismo sintió que sus sentidos desbordaban ante aquel espectáculo. La respiración se le agitó y las pupilas se dilataron. Su olfato reconoció la sutil fragancia floral; flores de naranjo y vainilla. Y su expectación se fue por las nubes, su lengua se relamió con anticipación, degustando en su mente el sabor único de ese manjar.

- Acércate-

Pero él ya estaba allí antes de que siquiera acabara de hablar, sentado, robando con violencia aquella pequeña extremidad de las manos de su amante para recomenzar con la tarea. Su nariz se detuvo ante el palpitar lento del pulso. La victima estaba viva, en un grave estado de inconsciencia pero viva. Sentía la débil corriente de sangre viajando por esas venas azules a través de su muñeca. Miró con aprensión a la mujer que se hallaba sentada a su lado, la cual continuaba relamiéndose los labios con los ojos cerrados.

- En el punto exacto como te gusta- se adelantó la mujer morena sonriendo -Es un obsequio, milord-

- Habíamos quedado que no haríamos esto nunca más- él dijo en voz baja tocando con la punta de la nariz el punto donde la victima aún palpitaba. Luchaba contra su instinto; contra lo que era y lo que deseaba ser -Me agrada la comarca, he peleado mucho por hallar un lugar así, no podemos echar por tierra todo y reducir de la noche a la mañana el número de habitantes…-

- Ni siquiera notarán su ausencia querido Ash- la mujer abrió los ojos y lo miró. Le tocó la mejilla con la mano, sus dedos eran fríos como hielo, y la piel que tocó no pareció conmoverse.

El hombre aceptó el gesto por solo unos segundos. El joven manjar que tenía entre manos lo llamaba como un imán poderoso. Se apartó de la mujer morena, y en un gesto práctico, valiente y la vez monstruoso, desplegó su dentadura sobre aquella mano errante donde antes su nariz reconocía el pulso débil y frenético de la vida, dando la primera mordida.

Imposible describir el sabor placentero de aquel primer bocado. Sus colmillos se enterraron una y otra vez, absorbiendo la existencia, la salud de esa ocasional presa.

Sintió el líquido tibio derramándose de sus labios, goteando por su mentón, pero no podía detenerse. Era incapaz de detenerse. Su mente, su ser, sus ansias le exigían más. Era tan salvaje, tan primitiva su sed de sangre que por un momento creyó que todo lo que había logrado a lo largo de esos años estaba punto de derrumbarse.

Se detuvo, palpitante. Con la respiración agitada. Sus ojos marrones convertidos en oro líquido.

- Exquisité- sonrió la mujer con aprobación. Él asintió. Cerrando los párpados, degustando profundamente el sabor en su paladar, intentando calmarse -Ya lo creo que te haya gustado muerto lo que vivo te gustó más que nada, milord…-

Abrió los ojos y la miró -¿Qué?-

Una idea hizo nido en su mente pero era tan precaria, tan inaudita que la rechazó. Sin embargo la realidad habló por sí sola cuando reconoció que el extremo de un vestido de terciopelo rojo se escapaba bajo la sábana que escondía aquel cuerpo rígido y desconocido. Entró a sacudir la cabeza, pues esa era una verdad que no quería conocer.

- ¿Qué has hecho May?- preguntó con voz ahogada, mientras la aludida descorría la sábana y la silueta joven y agraciada de su presa se hacía presente como una broma cruel. Un rostro aniñado y femenino, labios carnosos y llenos, mejillas sonrosadas que en ese momento tenían una palidez mortal. El cabello rojo que contrastaba con la piel, con el color del vestido, corrió por la blanca sábana hasta un costado de la cama, cayendo hasta el suelo. Él quiso gritar, pero no tenía voz, ni fuerza, ni ánimos.

- Le has dado la estocada final- siguió May con suavidad.

Allí en el cuello de la presa había una marca monstruosa, y al reconocer que era, y quien lo había hecho, lanzó un grito inhumano que hizo que su interlocutora se pusiera de pie asustada y retrocediera hasta la pared.

- ¡Lárgate…!- le gritó, sintiendo la furia animal crecer dentro de sí. Sus ojos brillaban como oro bruñido, y se lanzó sobre ella asestándola contra el suelo, golpeándola como un loco. Pero a esa mujer nada le afectaba, y lo sabía -¡Fuera!. ¡Fuera…!-

May se incorporó, se tocó las mejillas. Sentía un calor inusual, un ardor extraño en los ojos -Milord…- intentó una vez más.

Pero él ya estaba junto al lecho descubierto, acomodando a la joven de rojos cabellos sobre las almohadas con una ternura que nunca le había visto. Tenía los labios apretados y desconocía la desesperación en sus acciones.

- No quiero volver a verte nunca más- finalizó sin volver la vista ni una sola vez-Nunca más-

May no necesitó oír el resto. Abrió la pesada puerta de roble y dijo un silencioso adiós, todavía esperando que ese hombre se rectificara, que le ofreciera una disculpa, sabiendo que eran los únicos de esa especie. Pero no hubo disculpas, ni palabras, ni acciones. Él siguió arrodillado junto al lecho contemplando a su victima con aquella extraña ternura que solía enloquecerla.

Apenas el ruido de la puerta se oyó, la fingida tranquilidad del joven vampiro se evaporó. Tomó la cabeza yerta que descansaba en el lecho, hasta que sus dedos se enredaron entre las hebras de cabello rojo. Unió su frente contra la de ella y aspiró el perfume de su piel, el inconfundible aroma a flores cítricas que lo había enloquecido la primera vez. Aroma con el que había peleado; el que había despertado su instinto de cazador, de hambre, de sed.

Y de amor.

Tocó los labios con la yema de sus dedos, como si esperara que estos se movieran tras su contacto. Pero permanecieron fríos y tiesos, con la impavidez propia de la muerte. Rendido, se dejó caer junto al lecho, tomando entre sus manos la pequeña mano ensangrentada, cuyo líquido carmesí seguía deslizándose de la herida como un río inagotable, tiñendo parte del suelo y de su ropa de etiqueta.

Pero el espectáculo ya no le apetecía como antes, su ser se había calmado hasta tal punto que podía contemplar todo con serenidad, sin sentir que eso afectara a su naturaleza. Sin embargo, en medio de aquel terrible escenario algo extraño sucedió, y fue que esa alma ennegrecida y dura como roca, incapaz de sentir los sentimientos humanos, pese a su apariencia de tal, sintió el olvidado escozor en los ojos, la congoja levemente familiar que se convirtió en lágrimas.

Y ese vampiro inmortal e inhumano, por primera vez en años, lloró ante lo que su horrible naturaleza había causado, ante la preciosa vida que su instinto había desahuciado sin misericordia…

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Feliz cumple Blue!!! (Tarde, tarde lo sé!) Pero no podía terminar con los primeros chaps -soy un desastre! u.u- Tuve que leer Crepusculo varias veces para empaparme en la terminología de los 'vampiros', espero que perdones cualquier error y me tengas paciencia porque quiero hacerlo lo mejor que pueda ^^

Bueno, te deseo lo mejoir del mundo amiga linda!! Sigo esperando mas chaps de mi obsequio ^^

Sumi Chan*

Sin Misericordia

-Capitulo 1-

Las luces jugaban una perfecta armonía de sombras y resplandores sobre las personas que caminaban, o bailaban bajo la enorme araña de cristal que pendía del techo. Parejas iban y venían envueltas en sensuales movimientos: en danza y caminatas, las frases de conversación se oían por doquier; risas, susurros y frases de cumplidos hacia los anfitriones de aquel evento.

El joven doctor se paró en un extremo del abarrotado salón, observando el espectáculo con toda serenidad, manteniendo todo bajo control. Su acompañante lo imitó, deteniéndose junto a él con la misma impasibilidad. Se colgó con educación de su brazo y paseó la mirada sobre la marea de rostros que sonreían con deleite. Sintió el conocido salto de adrenalina en su estomago, pero se ordenó contenerse. Aquella era una prueba que ya la había superado en varias ocasiones.

- Lindo…- murmuró ella en su fino acento que los años no habían sido capaces de borrar -Una grandiosa fiesta-

Él se giró para contestarle, le dio una palmada a la mano que entrelazaba bajo su brazo -Han sido muy amables en invit…- su voz se perdió gradualmente cuando un sutil vaho le llenó la nariz.

Un suave perfume a flores cítricas, vainilla y almendras inundó el recinto. El aroma se extendió por todo sus sentidos, mareándolo, confundiéndolo. Hizo que la boca se le llenara de saliva y las manos le sudasen. Mantuvo bajo control el desesperado impulso de girar la cabeza y buscar a quien portara aquella tentadora esencia.

- Necesito una copa- musitó en cambio, apretando la mandíbula. En una voz débil y manteniendo la cabeza baja.

Su acompañante lo notó. También había advertido el suave perfume, pero para ella era solo eso; una simple fragancia frutal. Algo no muy usual, pero completamente previsible en cualquier ser humano.

- Cálmate- le apretó la mano con seguridad -Ya hemos pasado por esto varias veces…-

- Lo sé- él sacudió la cabeza. El aroma seguía allí, flotando entre medio de aquella multitud -Pero es que esta vez es…- se mordió el labio, conteniéndose - Necesito beber algo-

Ella tomó la iniciativa de caminar, siguiendo la hilera de personas que iban en línea recta. Sabía que tarde o temprano se encontrarían con un sirviente que pudiera facilitarles las bebidas. Él la seguía a paso trémulo, con la vista al frente, concentrándose en la oscura cabellera de su acompañante, viendo el complicado diseño del vestido verde que llevaba, intentando concentrarse para que su mente dejara de desear lo que le era imposible.

- Aquí- ella se giró con una copa de brandy, ofreciéndosela con una pequeña sonrisa -Bebe esto-

Apuró el líquido a su garganta, sintiendo el escozor y el calor propio del alcohol, que calmó por un momento las ansias de su otra sed. Tomó una bocanada de aire, ya sintiéndose dueño de su cuerpo.

- ¡Doctor Ash!-

La pareja se giró, hasta encontrar a un hombre, algo regordete, pero de mirada amistosa, que les sonreía con calidez. Se notaba el paso de los años en su cabellera color plata, y en el marco de los anteojos avejentados que cubrían un par de pupilas verdes.

- Doctor Ash- reiteró con simpatía, y extendió la mano hacia el joven -Que placer es tenerlo aquí-

Le dio la copa a la mujer, así pudo estrechar con igual aprecio la mano del caballero -Gracias por invitarnos Lord William- luego retrocedió hasta tomar del brazo a su acompañante -Permítame presentarle a mi prometida, la señorita May Maple-

- Un placer, señorita- el anciano hizo una pequeña reverencia al besar la fría y pálida mano de la nombrada.

- El placer es todo mío. Es una hermosa fiesta, si me permite decirlo-

- Muchas gracias, señorita. Pero díganme ¿los han atendido bien?. Cualquier cosa que necesiten no duden en pedirla…-

- Gracias- el joven sonrió algo avergonzado -No debe tomarse tantas molestias…-

- No es molestia, doctor. Esta comunidad se ha beneficiado muchísimo desde su llegada al hospital, necesitábamos sangre joven y mentes brillantes como la suya para progresar en esta región… No cabe duda de que nos hemos favorecido con su presencia, con su sabiduría y con su conocimiento. Esta es solo una pequeña muestra de agradecimiento-

- Lord William me apena- musitó el joven doctor, con una mueca de vergüenza.

El caballero sonrió meneando la mano -Tonterías-

- ¿Puedo hacerle una pregunta, milord?- intervino la dama utilizando aquel suave acento extranjero.

- Por supuesto, señorita- le hizo una reverencia, como disculpándose por no haberla tenido en cuenta.

- ¿A que se debe esta celebración?- paseó su mirada a sus alrededores, como ilustrando sus palabras antes de mirar los cansados ojos de su interlocutor.

- Oh, si. Mi hija menor acaba de cumplir años. Su nana consideró que era una situación especial para que también hiciera su entrada en sociedad…-

- Oh- el doctor lo miró con curiosidad -No he tenido el placer de…-

- ¡Papá!- se oyó una voz entusiasmada a un costado de ellos que cortó inmediatamente lo que el médico iba a decir.

Otra vez aquel mareante aroma a flores cítricas se desplegó en el aire. Parecía llegar de todas partes, dirigiéndose a ellos como una marea desbocada.

- ¡Papá…!- sonó la misma voz, acercándose.

Ash se quedó dolorosamente tieso; con las palmas sudando y los sentidos peligrosamente en alerta. May movió la cabeza hacia un lado, sin sentirse afectada.

- Papito…- una joven pelirroja apareció de la nada, y de un salto se colgó del brazo del caballero, depositando un sonoro beso en su arrugada mejilla -Prometiste que bailarías al menos una pieza conmigo…- siguió hablando mientras sacudía su vistosa cabellera -Me has dejado sola y abandonada a merced de esos horribles buitres…-

De algún modo inexplicable el perfume emanaba de aquella pálida criatura vestida de azul que no cesaba de aletear como un pajarillo en torno a su anciano padre. Tenía una altura poco considerable, el cabello como fuego y una estampa delicada y aniñada de la que destacaban sus ojos azules semejantes a dos luceros.

- Querida, que es lo que dices- el caballero anciano rió ante aquella singular elección de palabras.

- Pero si es cierto- la joven continuó haciendo un pequeño puchero -Son unos buitres que esperan obtener una buena tajada de mí y de mi fortuna…-

La prometida del doctor soltó una pequeña risita al oírla, haciendo que la muchacha recién reparara en ellos.

- Oh, lo siento- se disculpó avergonzada, haciendo una pequeña reverencia con su falda.

Ash observó la pelirroja cabeza que se inclinaba educadamente ante él. El aroma era tan mareante que por un momento temió que su naturaleza primitiva lo hiciera cometer una locura. La mano de May se cerró en su brazo como una trampa de acero, conteniéndolo en toda su fuerza. Ella había advertido como su respiración comenzaba a agitarse.

- Querida, este es el doctor Ash Ketchum- dijo el caballero anciano haciendo las presentaciones -Es el director del pequeño hospital…-

- Oh- la joven le dedicó una sonrisa brillante -¿Así que usted es esa 'sin igual maravilla' de la que todos hablan?- le extendió la mano en una delicada acción femenina.

-Y ella es su prometida, la señorita May… Esta es mi hija menor; Misty- siguió el noble haciendo las presentaciones.

Ash observó la blanca mano que esperaba el correspondiente saludo, y la evitó tajantemente. Notó como las delicadas cejas pelirrojas se arqueaban ante aquel sin igual desaire para luego bajar la mano con fastidio. Los labios rosados apretados con desagrado.

El caballero también lo observaba perplejo, algo molesto por el desprecio que le había hecho a su hija.

May lo advirtió, por supuesto, y tratando de sonar apenada y mortificada murmuró: - Por favor perdone a mi prometido- se dirigió a la joven, cuya azul mirada se centraba, ahora con curiosidad, en ella -El hospital lo agota tanto, que a veces no advierte los desaires que ocasiona. Por favor dispénselo-

Aquello dio en el blanco, Lord William se apresuró a añadir con simpatía -Ya que deseas bailar querida mía ¿porqué no lo haces con el doctor?-

La joven sonrió ante el pedido de su padre -Claro- hizo otra graciosa reverencia y volvió a girarse hacia el doctor, alzando levemente la barbilla -¿Desea acompañarme caballero?-

Las aletas de su nariz se arquearon ante el perfume que emanó de aquella pequeña acción. Observó con fascinación la línea frágil y pálida de su cuello y sintió que las ansias renacían con inusitado fervor.

La joven esperaba mordiéndose el labio, sus ojos azules centrados en los suyos color miel.

Finalmente Ash se dignó a hacer un movimiento; apretando con fuerza los puños y manteniendo la cabeza en alto como si no viera, pasó entre medio del anfitrión y su hija y desapareció sin decir palabras.

May se obligó a seguirlo soltando unas disculpas apresuradas. Tomó los bordes de su vestido y desapreció entre el gentío, quien inmediatamente se encargó de borrar su rastro como si una ola de mar se la hubiera engullido.

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Llovía copiosamente y soplaba un viento frío y áspero que vaticinaba que la tormenta duraría unos cuantos días más.

El carruaje esperaba a un costado de la avenida. Grandee imponente. Su única pasajera se debatía entre descender, comprar en la feria y mojarse; o quedarse allí sentada y retornar con la ropa seca a la casa.

Recordó con tristeza que le faltaban flores de azahar para perfumar el agua de la tina, así que ese simple pensamiento hizo la decisión por ella. Se cubrió el cabello con una pañoleta gruesa y ciñó en torno a sus hombros el abrigo que usaría a modo de impermeable.

Su padre la asesinaría si se enteraba que había escapado de la casa en medio de aquel diluvio…

Unos golpecitos en la puerta del carruaje la distrajeron de sus ansias de salir. Asumió que sería uno de los sirvientes, urgiéndola a que se decidiera, pero por otro lado eso sería un completo atrevimiento. Estiró la mano y abrió, recibiendo el golpe húmedo del aguacero en primer lugar. Luego de que sus ojos se ajustaran a la aguada claridad del exterior, distinguió una silueta masculina, empapada de pies a cabeza que vestía rigurosamente de negro.

La silueta se inclinó unos centímetros en una reverencia cordial -¿Me permite unos segundos de su tiempo, milady?-

Ella no reconocía la voz que le hablaba. Pero el sonido ronco y masculino de esta le causó una inquietud extraña.

El extraño se descubrió la cara para que ella lo reconociera. La atractiva fisonomía del doctor se dejó ver tras de que se quitara la capa empapada. Sin esperar consentimiento de la dama se metió en el coche sentándose frente a ella. Se desprendió los tres primeros botones del abrigo que chorreaba agua, tenía puestos los guantes y estos también parecían húmedos, luego observó a la joven mujer con aire sosegado y tranquilo.

-Quiero ofrecerle una disculpa por lo ocurrido en la fiesta de su cumpleaños, Lady Williams- manifestó con suavidad e hizo una leve inclinación de cabeza –Espero me dispense-

La lluvia se oía nítida y melodiosa, al azotar el delgado techo del carruaje.

- Su comportamiento ha sido una gran descortesía- la joven respondió –Es la primera vez que un hombre se porta grosero conmigo...-

- Lo siento-

- Normalmente suelo ser yo quien hace ese tipo de desaires- de sus apretados labios se dibujó una pequeña –muy pequeña- sonrisa cómplice.

Él guardó silencio unos segundos. Luego se miró los guantes –Los casos en el hospital me agotan hasta tal punto que a veces no soy dueño de mis acciones...-

- Es lo que mi padre alegó en su defensa, doctor-

- Oh, si. Lord Williams es un caballero muy firme en sus principios-

- Es lo que todos dicen sobre él-

El doctor volvió a observarla. Pese a la escasa claridad que se filtraba por los ventanales, su cabello bailaba en aquella penumbra. Y a pesar del velo oscuro, su color no pasaba inadvertido. Su nariz se adivinaba pequeña y sus labios suaves y turgentes al hablar.

Su perfume seguía igual de delicioso. Quizás algo más llamativo y tentador al concentrarse en aquel espacio reducido. Él lo respiraba lentamente, llenándose los pulmones de aquella embriagadora fragancia. Se sentía complacido y aliviado de estar frente a ella con tanta calma.

- ¿Hay algún modo en el que pueda reparar mi falta?-

La pregunta la hizo en un tono tan contrito, tan lastimero, que ella soltó una pequeña risita. Sus rasgos se suavizaron –Yo lo dispenso, doctor Ketchum-

- Insisto- reiteró- Déjeme reparar mi falla de algún modo, milady...-

Ella guardó silencio unos segundos. Luego sonrió –Muy bien- se despejó algunos mechones de cabello de la frente –Necesito flores de azahar-

- ¿Azahar?- repitió.

- Si- asintió. Vio que el doctor esperaba que ahondara en la explicación y añadió ruborizándose –Mi nana las echa en el agua de la tina cuando me baño...-

- Ah...- advirtió el carmesí en las mejillas y sonrió a pesar suyo. Se sentía tranquilo, pero algo inquieto –Son para perfumar su piel-

Aquello la sonrojó ferozmente. Asintió a pesar de que le parecía una acotación inapropiada. Él se dio cuenta. Se aclaró la garganta y se preparó a descender del carruaje.

- ¿Flores de azahar?- repitió- ¿Debo comprarlas en la feria?-

- Si-

Apenas ella pronunció la palabra, el doctor desapareció dejando la estela de su capa húmeda, y el sabor único y frío de la lluvia que seguía repiqueteando en el techo.

No habían pasado ni cinco minutos cuando la vieja portezuela volvió a abrirse y el joven tomó el lugar que anteriormente ocupaba frente a ella. No se veía más mojado que antes, pero en sus mejillas aparecían dos leves sombras de calor. Extendió un envoltorio marrón, con suma delicadeza hacia ella.

- Sus flores, milady-

- Pero- la muchacha rió mientras abría el paquete –No ha tardado nada, corre usted más rápido que el viento... oh- se detuvo cuando sus dedos tocaron pequeños pétalos y un perfume dulce pero a la vez extraño inundó todo el recinto.

- Son flores de naranjo- dijo él adivinando la pregunta que flotaba en los ojos azules –Flores cítricas... Y por alguna razón me recuerdan a usted-

- Son bonitas- tomó el pequeño capullo blanco y lo llevó a su mejilla.

- Creo que hablan mucho de usted, y... servirán para perfumar su baño-

- Gracias doctor- guardó el envoltorio con delicadeza, luego se quitó los guantes de encaje y le extendió su mano –Por favor llámame Misty-

El joven tomó la mano y de un rápido impulso la llevó a sus labios. Apoyó los labios de mármol sobre la tibia piel y añadió en un susurro ronco –Tú dime Ash-



miércoles, 24 de septiembre de 2008

Tierra Audaz

Capítulo 04.

Cuando regresó de la biblioteca las mujeres estaban preparando el almuerzo. De la puerta de la cocina salía un delicioso aroma a carne al horno que le recordó ruidosamente que no había probado bocado desde el desayuno.

Él tan acostumbrado a las conservas en lata, consideraba aquello un manjar digno de la realeza, y sabía que si todos los días seguía consumiendo comida casera, cuando ellas se fueran las extrañaría sobremanera… a su comida, claro.

- Le decía a Misty que rara vez te preparas un almuerzo tan hogareño- May comentó con esa sonrisita que lo sacaba de quicio, apenas hubo puesto un pie en la habitación.

Misty simplemente lo miró con una sonrisa culpable. El delantal de cocina le quedaba muy bien, aunque seguramente ella ya lo sabía.

- No tengo tiempo para cocinar- le respondió él desafiante, pero en seguida supo que aquello era lo que May esperaba que contestase.

- Claro que no, Ash. Si tú cocinas ¿Quién cuidará de la yegua, cierto?- siguió la morocha con su monologo mientras pelaba unas papas, también tenía un delantal de cocina, aunque más grande y vistoso-Pero un día de estos podrías preparar algo, solo para demostrarle a Misty que no eres tan… inútil-

- ¿Y porque habría de querer hacer eso?- le refutó antes de siquiera pensarlo. Misty mantuvo la vista pegada a las batatas que cortaba en rodajas finas, como si tuviera temor de equivocarse y cortarse un dedo. Intentó arreglarlo -Quiero decir que ella no… que no creo que se quede tanto tiempo como para hacer algo así…- finalizó tontamente.

- ¿Y cuándo vendrá Tracey?- May cambió de tema siempre sonriendo, al parecer satisfecha de que él siguiera incómodo.

A Misty también pareció importarle el tema porque lo miró expectante, olvidando la verdura que estaba a punto de rebanar.

- Bueno…- empezó intentando recordar lo que el nombrado le había manifestado por teléfono. Todo el tiempo Tracey había sonado emocionado y nervioso, pero cuando le dijo que Misty y la niña estaban en su casa, casi juró que escuchó un sollozo proveniente del otro lado de la línea; y entonces comenzó a hablar a borbotones, agradeciéndole el que las alojara en su casa, rogándole que las cuidara, en especial a la pequeña, y que tardaría unos tres días en regresar, pero que haría todo lo posible por hacerlo antes -Dijo que demorará un par de días, pero que vendrá lo más rápido que pueda. Al parecer debe dar unas conferencias y no puede desligarse de ellas…-

- Bien- May añadió alegremente -Eso significa que Myst se quedará aquí por tres días más, tiempo suficiente para que la lleves a dar una vuelta por el pueblo y alrededores, y para que una noche de estas te dediques especialmente a hacer la cena…-

- ¿Qué?- explotó Ash molesto y avergonzado.

- ¿No decías hace un rato que no habría tiempo suficiente para cocinar?. Vamos Ash, no seas tan cómodo, no pretenderás que Misty, tu invitada, y yo, una mujer embarazada, nos encarguemos siempre de la comida ¿verdad?-

- Yo de verdad no creo que…- empezó Misty, apenada.

- Muy bien, May- la cortó el joven con aire de mártir para evitar que esta siguiera incomodándolo -Mañana Alex y yo nos ocuparemos de la cena, mientras tanto ustedes dedíquense a hacer nada-

- Genial, querido- May sonrió angelicalmente, aunque al par restante le dieron escalofríos -También mañana puedes llevar a Misty a dar una vuelta por el pueblo, estoy segura de que debe estar ansiosa por ver los lugares que conoce…-

- La verdad no quiero ser de molestia- Misty comentó al ver que el ceño de Ash se fruncía ante las sugerencias de la morocha. Según su razonamiento, no se moría por pasar tiempo con ella como May se lo había asegurado.

- Tonterías, no eres de molestia Myst- May le dio una palmada en la mano y procedió a cortar las verduras que la pelirroja había dejado sin hacerlo. Lo miró -¿Cierto Ash?-

- ¿Quieres dar una vuelta por el pueblo?- le ladró el nombrado con cara de pocos amigos, haciendo que la pobre muchacha retrocediera tan pálida como un papel. Se tragó la vergüenza que insistía en incendiarle la cara y volvió a preguntar con suavidad, viendo que May lo observaba amenazante extendiendo el grueso cuchillo con una mueca peligrosa -Tengo cosas que comprar, tal vez te gustaría acompañarme…-

Misty sonrió de repente -Claro Ash- luego se pasó la mano por el cabello en forma distraída, él no dejó de observar la acción -¿Por qué estás tan molesto?- preguntó con suavidad.

May dejó escapar una risita, terminó de cortar las verduras y las dispuso todas en una bandeja previamente aceitada y luego la metió en el horno junto a la carne que se cocía ruidosamente -Es que hace mucho que no tiene una cita…-

Misty soltó otra risita, sus mejillas se colorearon pero no parecía estar avergonzada. Le sonrió dulcemente haciendo que el joven deseara que la tierra lo tragase. May estaba pasándola de lo lindo a costa de él. No le pareció justo.

- ¿Dónde está Alex?- preguntó Misty de pronto.

- Jugando con pikachu en la galería- respondió Ash sintiéndose un poco mas seguro del tema de conversación.

- Se ha pegado mucho a él-

- Y viceversa. Supongo que hace mucho que no tenemos una compañía tan encantadora. A él le gustan los niños…-

- Y a Alex los pokémons- sonrió silenciosamente agradeciendo el cumplido- Aquí hay mucho lugar para estar con ellos, eso la entusiasma mucho…-

- ¿Quieres decir que en el gimnasio no…?-

- No es lo mismo, allí está encerrada entre cuatro paredes. Aquí tiene kilómetros y kilómetros de libertad-

May abrió un mueble y sacó un mantel, platos, vasos y cubiertos que colocó en la mesada. Aprovechó la pausa en la charla de ambos y dijo con firmeza -Ocúpense de poner la mesa mientras yo me encargo del horno. Hay demasiada gente en esta cocina tan pequeña y eso altera mis nervios-

- Yo puedo ocuparme de la carne mientras tú descansas- Misty se dio la vuelta preocupada -Descansa May, ya has hecho mucho por hoy- le sugirió tocándole el hombro a su amiga, notando que fruncía el ceño ligeramente.

- ¿Qué?. Claro que no. Ash y tú pongan la mesa- ordenó sin inmutarse.

El joven la fulminó con la mirada antes de tomar los objetos y desaparecer seguido por la pelirroja, rumbo al comedor.

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- ¿Qué dijo Tracey?- Misty le preguntó mientras cubría la hermosa mesa de madera con el mantel blanco.

Él dispuso los platos con una precisión casi militar, la miró de soslayo pero ella estaba concentrada en esparcir los cubiertos -Se sorprendió al saber que estaban aquí, luego se emocionó mucho. Sobretodo cuando le dije que tú insististe en localizarlo…-

- Lo supuse, pobre Tracey- Misty sonrió con tristeza. Dobló las servilletas con cuidado. Hasta en los más mínimos detalles era así de prolija- Él sabe que yo no le guardo rencor pese a lo ocurrido-

Ash la miró arqueando una ceja. Sacudió la cabeza desechando cualquier pensamiento que desmereciera a su amigo, pero lo cierto era que después de lo que le había hecho a Misty -por supuesto, especulando- no tenía ni siquiera derecho de verlas; ni a ella ni a la pequeña.

Ese descubrimiento: el que ella lo quisiera tan incondicionalmente como para perdonarle el abandono, hacía que la sensación de sentirse traicionado se hiciera más y más grande sobre su pecho.

- ¿Alex lo conoce?- preguntó.

Misty meneó la cabeza con suavidad -Lo vio hace tanto tiempo, cuando aún era un bebé. Ni siquiera lo recuerda-

- Eso es duro- dijo con suavidad. En realidad no sabía que decir, y tenía una lucha interna con sus sentimientos.

Ella alzó la cabeza al oírlo, se acercó a él y le apretó la mano -Siempre me sentiré en deuda contigo por lo que estás haciendo, Ash. Gracias, aunque para ti no debe significar la gran cosa-

Él observó los pálidos dedos junto a su piel morena ¿Por qué escogía ser tan dulce en un momento como aquel en el que se debatía entre odiarlo, odiarlos a ambos por lo que le habían hecho?. Ella también lo había traicionado…

- No tienes que agradecer- le respondió con voz ronca.

Misty volvió a sonreírle cerrando los ojos, los labios suaves, y cercana. Muy cercana.

- Lamento el tiempo de distanciamiento, Ash… me hubiera gustado estar a tu lado cuando…- sus dedos hicieron presión en la mano de él, e inmediatamente supo a lo que se refería -Lo lamento de veras… pero por favor no me odies, yo también pasé malos momentos…-

- Yo…- se sentía prisionero de ella, de esos dedos frágiles que le quemaban la piel como una brasa -Misty no tienes que…-

- Si, si tengo- asintió acompañando las palabras, sus ojos verdes inmersos en los de él -¿Podemos empezar de nuevo…?-

¿Cómo decirle que no a ese gesto de súplica?. Ni siquiera pudo pensar en negarse, estaba completamente vencido antes que ella empezara a hablar. Asintió mansamente rogando por dentro que lo soltara.

Misty le dedicó otra de esas sonrisas cálidas y lo dejó ir, volviendo otra vez a la cocina en busca de lo que faltaba.

Ash suspiró y se tocó la frente. No recordaba haberse sentido tan abochornado en situaciones pasadas. Observó la mesa; lucía elegante y familiar. No supo en qué, o porqué, pero los detalles femeninos resaltaban como si tuvieran luz propia. Tal vez fuera por la forma en la que ella había doblado las servilletas, blancas e inmaculadas como el mantel, o la manera en la que había dispuesto los cubiertos… En general, todo el conjunto exhalaba un aire hogareño.

- May dice que la carne ya casi está- Misty volvió con un plato lleno de rodajas de pan que colocó en el centro -Es genial…-

- ¿Qué? -le preguntó sin entender -¿El almuerzo?-

- No- ella rió brevemente -May es genial. Debe serte de mucha ayuda ¿no?- no lo miró al hacer la pregunta, se concentró en alisar una arruga inexistente del mantel.

Ash se encogió de hombros -Es una entrometida y una mandona- observó el techo -Siempre quiere que se haga lo que ella desea…-

- Bueno, está embarazada- Misty le recordó cortante ¿Qué acaso no sabía que las mujeres embarazadas son sensibles, y producen más hormonas de lo normal? -Tienes que cumplir sus antojos sin quejarte-

- ¡Ja!. Deberías pasar una temporada con ella y haber si luego me dices lo mismo- rió entre dientes, pero al notar que el rostro de la joven se veía serio y melancólico añadió -Además, no soy yo quien debe cumplir sus antojos-

- ¿Huh?-

- Bueno, aquí esta la carne adobada- May entró alegremente portando sin dificultad una larga bandeja de la cual se desprendía el delicioso aroma -Es la especialidad de Misty- pasó entre ellos y colocó el recipiente en la mesa. Observó la cara pálida de la pelirroja y ladeó la cabeza -¿Myst?-

Esta asintió sonriendo, meneando la cabeza para indicarle que no ocurría nada -Iré a buscar a Alex- giró sobre sus talones dirigiéndose a la puerta de calle.

May se volvió amenazante al joven, le frunció el ceño -¿Qué le hiciste?-

- ¡Nada!- se defendió Ash y procedió a sentarse ignorándola por completo. Por otro lado, una vocecita le decía internamente que nunca jamás llegaría a entender a una mujer. Y de todas las espécimen que poblaban la faz de la Tierra, esa pelirroja especialmente, era la más difícil de comprender.

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- Tienes que pasarme esta receta- May decía con la boca llena. Rebosante y muy satisfecha.

- No deberías comer tanto. Al bebé puede caerle mal- Misty la miró con preocupación. Masticaba despacio y sus modales eran tan elegantes como refinados. Ash no paraba de compararlas.

- El doctor dijo que…-

- El doctor dijo que debes cuidarte ¿lo recuerdas?- Ash la interrumpió- Yo estuve ahí, dijo que debías alimentarte bien, no que comieras como si no tuvieras un mañana-

Alex encontró el comentario gracioso, soltó una pequeña carcajada y le extendió su vaso vacío al joven indicándole que le sirviera jugo.

- Está completamente pegada a ti- May comentó observando con tristeza la mitad de la jugosa carne que ocupaba su plato -Desde que tengo memoria que te han atraído los niños…- cortó un trozo con precaución y al no escuchar reprimendas se lo metió en la boca, masticándolo con deleite -No alcanzo a comprender como puede ser que no tengas ninguno propio…-

- May, creo que no es un tema conveniente para hablarlo en la mesa- Ash la cortó. No estaba de humor.

Misty los miró con una ceja arqueada ¿Cómo May decía algo así?. Ash parecía molesto, durante todo el almuerzo había estado a la defensiva. Ciertamente ese momento breve de amistad que habían compartido antes se había esfumado por completo convirtiéndose en una realidad cruda donde la hostilidad reinaba en primer plano.

- ¿Me pasarás la receta?- May volvió a la carga al nota que la conversación decaía -Debes enseñarme a prepararlo, a Drew le encantará-

- ¿Drew?- Misty se volvió a ella con interrogación.

- Si, ¿recuerdas el muchacho ese con el que siempre discutía?-

- Sabe a quien te refieres- intervino Ash. Misty asintió- Era tan obvio…-

- Es cierto ¿no te recuerda a nadie?- May le lanzó con una muequita maliciosa, se giró a Misty -Bueno, Drew y yo… tú sabes…- la morena se tocó el abultado vientre con las manos y sonrió algo avergonzada -Asumo que omití el detalle de quien era el padre de mi hijo ¿cierto?-

Misty se sonrojó toda; desde el cuello hasta las orejas -¿Drew y tú?-

- ¡Si!- May sonrió con obvia felicidad -Hace casi un año. Él y yo deseábamos tener una familia, y pues…-

- Me alegro mucho por ti, May-

- Gracias Myst- aprovechó que Ash volvía a servirle jugo a la pequeña Alex y adelantó su vaso vacío para que hiciera lo mismo. Él le frunció el ceño -¿Y tú has estado viendo alguien después de todo?-

Misty titubeó -Yo…-

- ¡May!- Ash la regañó dejando con tanta fuerza la jarra sobre la mesa que el liquido se sacudió de arriba abajo - ¿Qué no te han enseñado que no debes meterte en lo que no te concierne?-

- Bueno- se defendió la muchacha sonriendo desvergonzada -Era una simple pregunta…-

Ash empujó el plato vacío a un lado y se levantó -Gracias por el almuerzo estuvo delicioso. Si me disculpan, tengo cosas que hacer- habló rápido y salió de igual manera sin darle tiempo a alguna de las muchachas para que contestara. Coronó su salida dando un tremendo portazo.

Misty se encogió débilmente soltando un suspiro.

- Tranquila- May le apretó la mano. Ella sonría con dulzura -No es contigo con quien está molesto…-

- ¿Estas segura?-

May soltó una carcajada y meneó la cabeza - Completamente. Solo está… molesto consigo mismo. Se ha dado cuenta de que ha llegado el momento en el que tiene elegir si quiere continuar con esta realidad, o comenzar una nueva vida, lejos de todo esto…-

- ¿Y porque tiene que cambiar?. ¿Quién lo obliga a hacer eso?-

May la miró con la misma sonrisa, tardó varios segundos en responder - Nadie lo obliga, Myst. Es una decisión que él solo tiene que tomar; y está muy asustado-

- A todos nos asustan los cambios- Misty agregó suavemente.

- Quizás debas ir y decírselo. Tus palabras y tu presencia le darán el envión que requiere- May cerró los ojos y se tocó el vientre, seguramente el bebé estaba moviéndose -Ash te necesita, no puede hacer esto solo…-

Misty se mordió el labio y soltó una risita nerviosa -May; deja de llenar mi cabeza con fantasías ridículas-

- No creo que ese sea el problema- May la miró -Las fantasías estuvieron siempre allí, yo solo las ayudé a despertarse…-

Misty se sonrojó. Decidió que por el momento había habido demasiada charla, por lo que se puso de pie para recoger la mesa. Alex aún seguía sentada en su lugar, durante todo ese tiempo la había ignorado completamente. Estaba seria y la contemplaba con el entrecejo fruncido.

- Mamá Misty- la llamó con su vocecita infantil.

- ¿Si cariño?-

- ¿Es malo lo que May ha dicho?-

- ¿Porqué?- Misty se inclinó ante su sobrina tocándole el cabello ensortijado con obvio cariño.

- Porque te has puesto triste y tú no eres así. Te ves tan triste como mamá Daisy…-

Los ojos de Misty brillaron por un par de segundos, sin embargo sonrió esforzándose por ocultar todo signo de vulnerabilidad. Alzó a la pequeña y le dio un sonoro beso en la mejilla -No estoy triste, cariño. May y yo hablábamos temas de adultos y tú no lo entenderías-

- Pero hablaban del señor Ash, y él siempre parece estar triste y… enojado…-

May soltó una risita ante eso -Es que él no tiene novia, y los chicos que no tienen novia están siempre enojados y de pésimo humor-

- Mamá Misty tampoco tiene novio-

- ¡Alex!-Misty se sonrojó.

May volvió a curvar los labios, se dirigió a Alex -Entonces quizás podríamos hacer algo para ligarlos-

- ¿Mamá Misty y Ash?- preguntó la niña abriendo mucho los ojos.

- ¡May!- Misty frenó a la morocha con un falso gesto amenazante.

La nombrada la ignoró rotundamente -¿Qué te parece Alex?-

La niña miró a la joven pelirroja con detenimiento, luego sus sonrosados labios se elevaron en una sonrisa de consentimiento -Me gusta-

- Genial- May asintió con otra sonrisa, le guiñó el ojo a la ruborizada muchacha y añadió como si no pudiera decir otra cosa: - Tienes una sobrina muy inteligente-

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- No puedo creer lo que haces - Misty guardaba los platos del almuerzo con aprensión -Involucrar a la niña en todo esto…-

May la observaba divertida, apoyada en el borde de la mesada -Haces tanto escándalo por nada-

- ¿Escándalo por nada?. Ash me detesta y tú sigues empeñada en lograr que de alguna manera él y yo… él y yo… bueno, me entiendes perfectamente-

- Misty; creo que estás un poco paranoica. Para empezar; Ash no te detesta; segundo no estoy haciendo nada que no desees internamente, y tercero debes dejar que todo fluya normalmente-

La nombrada la miró con el entrecejo fruncido, lentamente soltó un suspiro en tanto sus mejillas se encendían notablemente. May sonrió con obvia intención pero no agregó nada más, lentamente volvió sobre sus pasos y se alejó por el corredor que conducía hacia las habitaciones.

Misty terminó de ordenar los vasos y los cubiertos y espió el exterior a través de la ventana; Ash estaba apoyado en el cerco de la yegua con la pequeña Alex a su lado, tenía la cabeza inclinada a un costado en señal de que estaba escuchando lo que la niña le decía. Se veía renovado y tranquilo y parecía encajar perfectamente en aquel cuadro del agreste Pallet Town. Sea cual fuere lo que había ocasionado ese cambio, no quería echarlo a perder con su presencia. Y estaba muy segura que el mal humor de Ash recomenzaría si la veía revoloteando a su alrededor.

Soltó otro suspiro y se persignó al encierro obligatorio que ella misma se había impuesto.

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- ¿Cuándo podrás soltarla para que la monte?- Alex preguntaba con su vocecita infantil al alto adulto que la precedía, el cual contemplaba en tranquilo silencio las verdes praderas que se extendían más allá de la vista.

- Aún no está preparada para ello, cariño. Es mala, huraña y debe acostumbrarse a la presencia de la gente para que vuelva a ser feliz…-

Sus propias palabras lo sobresaltaron, por un momento le pareció que estaba hablando de si mismo, como si él tuviera que acostumbrarse a la presencia de la gente que conocía para volver a vivir… exactamente igual que aquella potranca que era su vida misma.

- ¿Y una vez que se acostumbre podrás soltarla y yo podré montarla las veces que quiera?- Alex siguió con su monologo apoyada confiadamente en las maderas de la cerca.

Ash la miró y esbozó una pequeña sonrisa -Claro cariño-

- Mamá Misty también podrá montarla ¿cierto?. Ella y yo podemos venir a visitarte en las próximas vacaciones…-

Intentó mantener la sonrisa ante esa perspectiva. Por un lado moría de ganas de que se fueran y su casa volviera a ser como era; tranquila y solitaria, pero por el otro sabía que extrañaría esa comida casera, las charlas familiares a la hora de la cena, y el sentir el perfume a champú femenino flotando por las habitaciones.

- Claro que pueden venir, Alex-

- A Sirena le encantará que mamá Misty esté aquí para cantarle-

- ¿Sirena?- Ash se volvió para mirar a la pequeña.

Alex señaló a la ponyta con su dedo regordete -Es el nombre que mamá Misty le dio ¿recuerdas?-

Él asintió a regañadientes. Había olvidado que gracias a May su querida yegua tenía un nombre ridículo y cursi. Aunque muy en el fondo el nombre no le disgustaba en lo absoluto. No señor.

- Creo que pertenece a ella antes que a mí…- sonrió con tristeza y añadió notando que la niña no le había entendido -Creo que 'Sirena' ha reconocido finalmente quien es su dueño, y ese no soy yo-

Los ojos verdes la niña se abrieron de asombro -¿Le vas a obsequiar Sirena a mamá Misty?-

Ash no contesto, sus ojos se centraron en el caprichoso animal que para ese entonces se encontraba en la cerca opuesta a la de ellos. Siguió observándola hasta que los ojos le comenzaron a arder, entonces sintió un pequeño tirón a su mano derecha.

- Ash; a ti te gusta mi mamá Misty ¿cierto?- Alex le preguntó a quemarropa apretando su mano.

Él se atragantó con algo inexistente, sus mejillas se encendieron como dos ají tomates y contempló mudo a la niña que esperaba con gran seriedad su respuesta.

- Yo…- intentó articular. Se trabó y volvió a sonrojarse como un adolescente.

- Ya… Lo sabía…- Alex asintió con una gravedad demasiado mayor para su edad -Ella es muy bonita, y es muy buena…- él seguía sonrojándose -Y haría bonita pareja contigo-

- Alex…- Ash intentó interrumpirla -No creo que…-

- ¿Por qué no solo lo intentas, Ash?- la niña volvió a mirarlo con esa gravedad adulta y madura. Sus ojos en ese momento eran tan similares a los de Misty que le pareció que ella misma estaba hablándole -Inténtalo-

El joven se quedó mudo viéndose en esos dos espejos verde aguamarina, inconscientemente asintió como si toda la vida hubiera estado esperando esa orden.

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Misty acabó de ducharse y salió del cuarto de baño secándose el cabello. De la habitación principal escuchó el sonido bajo y familiar del televisor. Caminó hasta allí con cuidado y asomó la cabeza por la rendija de la puerta; May estaba durmiendo dándole la espalda, a su lado se hallaba Alex viendo la pantalla con los ojos bien abiertos.

- ¿Mamá Misty?- preguntó la niña en cuanto la vio.

- Todo bien cariño ¿Qué haces ahí?-

- Tía May me pidió que la acompañara mientras dormía la siesta, estaba viendo caricaturas conmigo. Dijo que estaba cansada…-

Eso hizo que Misty entrara a la habitación preocupada, se quitó la toalla dejando caer su cabello en desorden. Se acercó a la cama.

- Estoy bien, Misty- se oyó la voz adormilada de la morena quien habló sin abrir los ojos- Solo necesito dormir una siesta…-

- Claro- la aludida respondió palmeándole con suavidad el hombro. Se giró a la niña -Alex apaga el televisor y ven conmigo-

- Pero quiero quedarme aquí…-

May finalmente abrió los ojos -Déjala Myst. Yo le pedí que me hiciera compañía… además el sonido del televisor me relaja bastante-

- Bueno, si es así- Misty murmuró sintiéndose un poco fuera de lugar. May volvió a acomodarse dándole la espalda y Alex sentándose más plácidamente en el somier -Iré a ver que puedo hacer hasta la hora de la cena…-

Pero ninguna de las dos dijo algo, así que se limitó a salir del dormitorio con la sensación de que la habían desterrado de un lugar importante y privilegiado. Se acomodó el cabello con los dedos antes de que se le formaran las odiosas ondas que eran tan imposibles de peinar. Siguió hasta su habitación y abrió la puerta con cuidado. El pequeño roedor amarillo la recibió apenas la vio. Estaba sentado en la cama y sus ojos castaños se encendieron notablemente al advertir su presencia.

- Pikachupi- balbuceó en su idioma extendiendo los bracitos.

Ella se acercó y le tocó la cabeza en tanto se acomodaba en la cama para luego sentarlo en su regazo - ¿Qué ocurre pikachu?-

El roedor bajó las orejas en un gesto melancólico -Pikapi…-

Misty entendió, pero no supo que responder. Para ella era un completo misterio el comportamiento del joven, y se dio cuenta que también lo era para ese pequeño amigo que lo había acompañado desde la infancia. Reavivó la caricia en la cabeza del pokémon y murmuró con confianza -No te preocupes pequeño, en cuanto esto se solucione y nos marchemos de aquí, Ash volverá a ser el mismo de siempre-

Pero el roedor no tomó con agrado la noticia, achicó los ojos, y de un salto se bajó del regazo de la muchacha parloteando una larga sarta de 'pikas' y 'chus' en variada intensidad y tono. Molesto, se encaminó a la puerta y le dedicó una última mirada de disgusto que rápidamente se transformó en un gesto triste y opaco, para luego desaparecer sonoramente por el pasillo

Misty se miró las manos con aprensión. Entendía al pequeño pokémon y a sus esperanzas, las cuales eran similares a las que ella tenía, pero…

Se puso de pie con decisión y se miró en el espejo diminuto que colgaba de la pared. Se pasó el cepillo por el cabello varias veces hasta que le quedó medianamente lacio y dócil. Se puso un jean azul oscuro y una entallada blusa escocesa en tonos de azul y rojo que le había pertenecido a Daisy. Se calzó las zapatillas y dándose coraje salió al pasillo.

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El sol estaba ocultándose cuando la joven finalmente salió. El paisaje exterior tenía un precioso matiz dorado-anaranjado gracias a la variación de la luz solar. Las praderas resplandecían, y la tierra bajo sus pies tenía el color del cobre y la canela. La brisa era agradable, y el momento tan propicio, tan gustoso que ella inmediatamente se puso de buen humor.

Caminó los pasos que la separaban del joven que parado en medio de la pradera dorada observaba impasible a la lejanía. Ash tenía un aspecto tan relajado, se veía tan familiar en aquel paraje de esmeralda y oro que Misty supo que nunca podría arrancarlo de aquel campo sin sentirse culpable.

Él había sentido sus pasos, pero esperó tranquilo y complaciente hasta que la muchacha se detuvo a su lado.

- Este es mi momento favorito del día- le confió en un susurro sin voltear a verla.

- ¿Por qué?- ella preguntó imitando su tono suave. Ligeramente feliz de que él no se hubiera marchado al notar su presencia.

- En unos minutos te lo demostraré- la miró de soslayo y le sonrió con gratitud.

Misty notó el cambio en su rostro; en el calor amistoso de sus ojos marrones y en la sonrisa sincera de la boca masculina, y se preguntó quien habría sido capaz de obrar tal milagro.

- ¿Dónde están May y Alex?- preguntó con preocupación.

- May esta tomando una siesta y le pidió a Alex que la acompañara- contestó Misty aspirando el aroma de la hierba a su alrededor: orégano, albahaca, romero, laurel… ¿pimienta?

- Sabía que tanta actividad acabaría agotándola, a veces es tan obstinada…- Ash miró el cielo por un momento encogiéndose de hombros, luego se giró a ella haciéndole un gesto -Ven-

Rompió a caminar para su asombro tomando una curva. Misty lo siguió sin perder tiempo, preguntándose a donde la llevaría puesto que estaban rodeando la casa y la cerca, y se dirigían por un camino largo y serpenteante hecho a pie que se encontraba muy escondido a la izquierda.

Siguieron por esa huella por largos minutos, parecían adentrarse en los inicios del bosque y la casa se reducía notablemente a sus espaldas. La vegetación se multiplicaba al igual que la melodía misteriosa que se escapaba de los árboles que la pasaban en altura. Misty miró a los lados con aprensión recordando que su temor infantil hacia los insectos seguía latiendo completamente ileso, y si Ash lo recordaría.

- Ya estamos cerca- dijo él y dio un giro cerrado hacia la derecha metiéndose aún más en el bosque.

Ella no contestó, se limitó a seguirlo rogando silenciosamente que aquello no se tratara de una broma cruel. El cielo anaranjado para ese entonces, apenas se vislumbraba, pero los débiles rayos dorados se filtraban a través de las hojas. Aquello le gustaba, sonrió para tranquilizarse.

- Aquí- oyó que Ash decía y le ofreció la mano para caminar hacia arriba por lo que parecía ser una colina pequeña. Misty la tomó y ascendió con él quedándose inmediatamente sin aliento.

El cielo entero se desplegó ante sus sorprendidos ojos; estaban en un inmenso claro que actuaba a modo de mirador. Parte del pueblo rural y sus verdes colinas se veían desde allí bañados con la mágica luz del atardecer.

- La vista desde aquí es bellísima- comentó ella en un intento de decir algo que ilustrara la admiración que sentía.

- Por eso es mi hora favorita del día -le respondió Ash y sonrió elevando los brazos con una carcajada despreocupada -Se puede ver casi todo desde aquí… las casas del pueblo, la feria, el río, el laboratorio del profesor… las colinas…- le explicaba mientras se los señalaba, ella a su lado seguía cada gesto. Su mano rozó su mejilla al añadir -Mi casa…-

El débil punto blanco de allá abajo, rodeado de canela y esmeralda. Parecía imposible que hubieran caminado tanto, que estuvieran a esa altura, y que la casa fuera tan pequeñita ante sus ojos…

Y la mano de él le había rozado la mejilla sin querer…

La luz en el cielo seguía apagándose, el canto de los árboles se oía en la brisa que los envolvía. Estaban cerca, pero a la vez separados. La mano de Ash volvió a rozarle la mejilla, pero esta vez con toda intención; y le tocó el cabello que se envolvió cual seda a sus dedos.

Misty no dijo nada, sabía que era un momento que no volvería a repetirse. Él también lo sabía. Su mano la tomó de la nuca, y con una violencia propia de su forma de ser atrajo su rostro hasta atrapar los labios femeninos en un beso desesperado y hambriento.

Misty ahogó un suspiro y colocó una mano en su pecho para apaciguarlo, pero esta trepó rápidamente a su cuello y se enlazó junto a la otra que ya estaba allí, renuente a separarse de él. Su cuerpo se fundió junto al suyo, al igual que sus labios que iniciaron una danza lenta y muy necesaria.

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Nota:

Gracias a todos por los saludos de cumpleaños! Son muy buenas, chicas. A Blue grax por su obsequio -como siempre sublime amiga! tienes un verdadero genio entre manos ^^- y a Liz esperaré ansiosa el suyo, ^^


Las adoro!

Solo dos chaps mas y este fic termina!










miércoles, 27 de agosto de 2008

Fleurs d' amour et d' Haine

- Duplica me preocupas con ese absurdo-

- ¡No es un absurdo!. ¿Por qué no confías en mí?-

- ¡No se trata de si confío o no en ti, se trata de poner los pies sobre la tierra!-

- ¡Lo entenderías perfectamente si estuvieras en mi lugar…!-

Hubo un lapso de silencio, y en el que los ojos verdes estudiaban con tristeza los ojos color rubí. Manos se extendieron para estrecharse con simpatía.

- Lo siento Myst-

Esta sonrió apretando los delgados dedos de su amiga -Yo también lo siento, pero me preocupo por ti-

- Es algo que va más allá de un capricho-

- Pero te está haciendo daño-

- ¡Claro que no!. El amor nunca puede hacerte daño…-

- Ya hablas como la señora Dorrell- Misty frunció el ceño echando una de sus largas trenzas tras su hombro. Vestía un sencillo vestido de algodón rosa, sin encajes ni volados. Demasiado recatado para una mujer de su edad.

- Al contrario de ti, yo estoy enamorada- Duplica en cambio lucía un elegante vestido de popelín verde con un escote redondo ribeteado por una cinta de encaje. Las ballenas del corsé marcaban una cintura pequeña y muy femenina.

- Oh, pero yo también estoy enamorada- Misty le sonrió con un leve dejo de ironía -Amo mis sueños y los planes que he trazado para mi futuro…-

Duplica se puso seria. Se enderezó en su asiento. En ese momento entró una mucama portando una amplia bandeja con un servicio de té. Tras mirar a su ama, la depositó en una mesita que previamente acercó al par.

- Esos planes desatarían un escándalo en tu familia, Myst. A ningún hombre le gustan las mujeres independientes. Tu reputación estaría en duda y quedarías…-

- Arruinada- la palabra fue reconocida lentamente. Duplica quitó la atención de la taza de té que estaba sirviéndole a su amiga para observarla. Misty repitió con más ímpetu- ¡Arruinada!. Lo cual significa que ningún hombre se dignaría a mirarme, y podría ser soltera y cumplir mi sueño de viajar y vivir sola en un lugar pequeño y cómodo… ¿no te parece divino?-

- ¡No!- Duplica exclamó horrorizada- ¡Es terrible!. Si tu reputación se arruinara, la sociedad te cerraría las puertas en las narices. No serías bienvenida en ningún lado, tu moral se cuestionaría… Y te desterrarían por completo…- sujetó con fuerza la mano de su amiga como queriendo salvarla de tan aterradora perspectiva.

- ¿De que forma la reputación de una mujer quedaría arruinada?-

- ¡Ya basta Misty!- Duplica levantó la voz -No voy a permitir que mi mejor amiga cometa tamaño de estupidez-

La joven pelirroja sonrió calmando los ánimos de la otra muchacha -Está bien, no te molestes. Era solo una broma-

- Prométeme que será la última vez que hablaremos de esto. No me gustan tus bromas- Duplica le ofreció la taza de té.

- Pues ponte feliz, ayer mi hermana Daisy me dijo que pensaba en hacer mi debut social…- bebió de la taza con lentitud -¿No es genial?-

- ¡Por supuesto!- pero Duplica no captó el dejo de ironía -Ya verás que en cuanto pises el salón de baile y una hilera de caballeros se disputen por bailar contigo, olvidarás toda idea de viajar y vivir como una ermitaña…-

Misty sonrió con tristeza y apuró otro trago. Le dolía que su mejor amiga no la entendiera. Se conocían desde pequeñas y solían contarse todo. No existía nada que la otra no supiera… hasta ahora.

- ¿Myst?- Duplica estaba nombrándola en tanto la veía con recelo.

- ¿Sí?-

- ¿Qué te pasó en las mejillas?. Creo que te has excedido con el rubor…-

La joven se encogió débilmente. No quería que las humillaciones que sufría en su casa salieran de esas cuatro paredes. Por ningún motivo debían conocer la luz. Sonrió tocándose las mejillas con los dedos notando que encima se sonrojaba de vergüenza -Estoy aprendiendo a usar el colorete por consejo de Daisy-

- Ya era hora- Duplica rió con alegría -Comenzaba a preocuparme de que la veta femenina no saliera a flote en tu personalidad-

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- ¿Ash?-

El joven observaba el periódico sin leerlo realmente. Alzó la vista de él encontrando la expresión interrogante de su madre.

- Te he estado hablando por espacio de diez minutos- la dama parecía divertida en lugar de estar molesta -Y has estado mirando esa hoja por tanto tiempo que has despertado mi curiosidad. ¿Qué noticia escrita allí puede ser tan importante?-

- Lo siento. No estaba poniendo atención a tus palabras y tampoco al periódico- lo dobló y volvió a colocarlo en la mesa -¿En que puedo servirte mamá?-

- Dentro de tres semanas se realizará un baile importante en Almack's…-

- Lo sé- contestó con cautela - También sabes que hace años que no pongo un pie en ese lugar. Y para mi mala suerte estoy invitado… -

La mujer frunció el ceño -¿Recuerdas lo que me prometiste?-

Él arqueó las cejas -Perfectamente cada palabra, señora-

- Bien. Creo que solo estoy exigiendo lo justo: que cumplas, querido-

Ash la miró con horror fingido - ¿Pero en Almack's?. Con sus salones llenos de niñas que recién salen de la escuela, ansiosas por conseguir marido… Debe ser una broma, madre-

- ¿Y dónde quieres encontrar una esposa Ash?. Dime, ¿tal vez en el club que frecuentas?, ¿o planeas pedirle ayuda a tu amante?-

- ¡Mamá!- exclamó él avergonzado- Considero que no es un tema que quiera discutirlo contigo-

- ¿Por qué no?. Todo Kanto sabe de la existencia de la bella May Maple y del papel que juega en tu cama-

Ash se mordió el labio ante la reprimenda. La señora Delia era una mujer muy correcta y educada, y aún recurriendo a lo grotesco o vulgar, seguía manteniendo su porte de dama distinguida -¿Qué tanto te molesta?. Solo recojo los chismes que circulan de boca en boca en nuestra sociedad… Muestras tan abiertamente a tu amante que ya nada me sorprende-

- Mamá…-

- No estoy metiéndome en tu vida. A estas alturas, ningún escándalo tuyo me sorprende- el joven le devolvió una mirada de diversión- Pero en lo que concierne a la sucesión de la línea familiar…-

Él sonrió con aire de mártir.

- Deberías tomarlo con más seriedad… Es un tema que atañe tu futuro y tu familia-

- Madre; esto se ha convertido en una reprimenda con todas las letras. Hace años que no me sermoneabas así-

- Estoy en todo mi derecho de exigir un nieto. Eres mi único hijo-

- Lo sé- Ash se le acercó y le besó la mano con ternura, ofreciéndole una pequeña ofrenda de paz. Era una mujer aún joven y hermosa -Si consideras que debo visitar Almack's para venderme al mejor postor, lo haré- y agregó con cariño -Madre-

- Gracias, querido- Delia pasó por alto su sarcasmo -Sé que lo harás. Confío que lo harás-

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Misty descendió las escaleras de su casa en silencio. Cuando se encontraba en los últimos escalones, percibió las exclamaciones contenidas de dos personas que discutían acaloradamente en la sala. Ella suspiró y descendió de un salto el trecho que le faltaba. En ese momento una muchacha de cabello rosado, algunos años mayor que ella, salió de la habitación con aire frustrado.

- ¿Lily?- musitó reconociendo a su hermana -¿Qué ocurre?-

Daisy había salido pisándole los talones y se detuvo entre ambas jóvenes.

- Quiero que ella selle mi compromiso…- respondió la aludida con ojos brillantes.

- ¡Como si fuera así de fácil!- intervino la rubia alzando las manos en exasperación

- ¡Es fácil!. Solo debes ir a esa familia y ofrecerle mí dote a cambio de que él pida mi mano en matrimonio-

Misty la observó -¿Alguien te está cortejando Lily?-

- ¿Lo ves?- Daisy añadió señalándola -¡Tu hermana menor tiene más sentido común que tú!- se dirigió a la joven pelirroja -¡Nadie está cortejándola, solo se ha encaprichado con un hombre que ha visto en el último baile de los Slate!-

- Él bailó conmigo- la aludida se defendió -Y es un Lord. El conde de Ashbourne-

- ¿Un Lord?- Misty preguntó aturdida

Lily asintió, se giró a su hermana mayor -Daisy por favor…-

- Esto es absurdo-

- ¿Porqué me haces esto?. ¡Deberías ayudarme Daisy…!-

- Y lo haría- la nombrada se masajeó la frente con cansancio -Pero para afrontar un compromiso así, tu dote tiene que ser al menos veinte veces mayor de lo que es…-

Los ojos de Lily se humedecieron levemente.

- Daisy tiene razón- Misty empezó a decir pero al ver la expresión de su hermana, añadió con simpatía -Vamos Lyl ¿es menester que sea ese hombre?-

- Lo es para mí- se volvió a la hermana mayor, las lágrimas amenazaban con empezar a derramarse -Por favor…-

La mujer rubia se redondeó las sienes pensando -Nuestras finanzas no aguantarán un nuevo guardarropas para ti, Lily. El debut social de Misty es nuestra prioridad de momento…-

- Lo sé- Lily asintió mansamente. Junto a ella Misty se mordía el labio inferior para no intervenir a gritos -Pero promete que lo pensarás, Days…-

Daisy iba a contestar con una negativa pero al ver el gesto suplicante de la menor, lo pensó mejor y agregó con sutileza -Prometo meditar tu asunto Lily, siempre y cuando Misty acceda inmediatamente a hacer su entrada en sociedad en los salones de Almack's…-

- ¡Oh, por supuesto que lo hará!. ¿Cierto Misty?. No veo razón por la que pueda oponerse a ello- Lily exclamó aliviada, sonriendo se secó las mejillas. Se giró a su hermana menor y la abrazó ligeramente -Me comprometo a acompañarte a la modista. Elegiremos un guardarropa fino y exquisito para ti, que pueda eclipsar a cuanto caballero se cruce en tu camino…-

Misty hubiera reído ante las exactas palabras de Duplica, pero estaba tan frustrada y furiosa que lo irónico de la situación no le resultó risible en lo más mínimo. Observó la mueca de satisfacción de Daisy y se tragó el orgullo. De momento seguiría adelante con aquel teatro -pero en cuanto pudiera, haría algo que arruinara para siempre su debut social-

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- Madame Charlotte es una modista reconocida, el mundo del diseño la considera un genio en la materia. Cuenta con la grandiosa habilidad de tener un ojo critico, y sabe con exactitud que tipo de moda debes usar para resaltar tus rasgos- Lily decía con emoción enumerando las estupendas cualidades de la modista a su hermana menor, mientras caminaban a un costado de la avenida por Green Park una soleada tarde de primavera, exactamente tres días después de la charla con Daisy. Con eso demostraba que estaba completamente dispuesta a cumplir su parte en lo que le había prometido a la joven rubia a cambio de que esta considerara su petición -Nadie está más calificada que ella para hacer un milagro contigo…- le sonrió guiñándole el ojo.

- Gracias hermana- Misty la escuchaba a medias. La idea de visitar a una modista le resultaba tan atractiva como las horribles clases de baile que la habían obligado a tomar en la escuela.

Lily miró hacia delante, levantando el borde de su vestido de muselina color durazno. Irguió la cabeza -Una señorita debe aprender a vestirse con elegancia, resaltando los atributos que Dios nos ha dado, pero sin parecer una cortesana…-

Misty la miró de soslayo. Por un momento le pareció que era la señora Dorrell la que hablaba. Consejos como aquel eran los que siempre estaban presentes en los labios de la opulenta dama -Lily yo…- empezó a decir con aire cansado, pero fue rápidamente jalada por esta hacia la derecha donde un enorme roble imponía su confiada sombra -¿Qué pasa?- preguntó.

- Oh Myst ¡Es él! ¡Es él!-

La joven pelirroja sacó la cabeza de detrás del árbol y observó; a la distancia se distinguía un solitario jinete montado en un alazán negro que se acercaba por la avenida a gran velocidad. Por la forma en la que Lily había pronunciado 'Es él' supo que se hallaba frente al caballero por el que estaba a punto de sacrificar su pequeña herencia convirtiéndola en un tonto e inocuo guardarropas.

No podía apreciar sus rasgos desde ahí, y tampoco le importó hacerlo; se volvió a su hermana: -Lyl ¿Por qué no intentas hablarle…?- estuvo a punto de sugerir cuando la nombrada volvió a tomarla del brazo y jalándola, la empujó hacia el centro de la calle en el preciso instante en que el jinete se acercaba.

En un eterno segundo, Misty se vio sepultada entre las patas del animal con el cuello dislocado y las piernas quebradas. Pero al abrir los ojos fue consciente de que se hallaba viva, entera y de pie, y que el alazán había frenado con absoluta destreza sin causarle daño alguno. El corcel relinchó con suavidad y acercó el hocico a la mejilla de ella como para cerciorarse de que efectivamente se hallaba bien.

El jinete al contrario, por la forma en la que se mantenía tieso sobre la montura daba a entender que se hallaba en un estado de cólera importante…

- ¡Señorita! ¿Está usted ciega, loca, o acaso planea suicidarse?- le gritó el caballero visiblemente enojado. El alazán se movió esta vez, inquieto ante la furia de su amo -¿Es usted tonta?-

Debía tener la edad de su hermana Daisy. Llevaba el cabello negro despeinado y salvaje al viento. Usaba un fino traje de montar, botas, y su porte denotaba al personaje ilustre y distinguido de la sociedad. Un noble.

Sin embargo sus ojos castaños, grandes, relampagueantes, la inquietaron inexplicablemente al posarse con furia sobre ella. Sus labios masculinos se abrieron en una mueca sarcástica.

- ¿Y bien?. ¿Acaso es muda?-

Misty lo ignoró algunos segundos, colocó la mano en el hocico del animal en un intento de tranquilizarlo como lo hiciera antes con ella, mientras pensaba como salir airosa de la situación, pese a lo ridícula que se sentía. Levantó la cabeza observando de soslayo a Lily que se mantenía oculta en su escondite, esta no hizo gesto alguno pero la expresión suplicante y ansiosa de sus ojos claros hablaba por si sola. Misty suspiró observando el suelo.

Recordó al jinete y lo observó lentamente conteniendo el aliento sin darse cuenta. Estaba irritado y muy furioso. Gracias a ella el camino se había bloqueado; algunos carruajes se habían detenido detrás del noble y sus indignados pasajeros espiaban furtivamente por las ventanillas, en tanto los cocheros mascullaban con impaciencia. De pronto el joven soltó una carcajada. Rió de un modo tan libre y peculiar que el estómago de Misty dio un vuelco extraño.

- Ahora entiendo…- dijo este sonriendo y viéndola con evidente humor -Si quería conocerme y lograr una presentación entre nosotros, lo hubiera hecho de la manera convencional… Aunque admito que me siento… extrañamente halagado-

Misty decidió que ese hombre era un arrogante y un presuntuoso, y que debía actuar antes de que esa maldita sonrisa la empequeñeciera.

- De ninguna manera, milord- replicó tranquilamente sosteniéndole la mirada, recurriendo al descaro para salvarse -Estaba practicando-

La respuesta lo sacó de balance. Se inclinó sobre su montura aproximándose todo lo que pudo a ella.

Las mejillas de Misty se colorearon apenas, se mordió el labio. Finalmente lo había reconocido; Ash Ketchum, el legendario conde de Ashbourne, famoso tanto por su titulo nobiliario como por el escandaloso ritmo de vida que llevaba. El libertino más grande de todo Kanto y también el partido más grande de toda la región…

- ¿Practicando?- preguntó él con divertido interés, manteniendo su previa posición.

Misty alzó la barbilla con orgullo y elevando las cejas en un gesto de inteligencia muy propio de ella, proclamo con desdén lo que esperaba sonara ingenioso en vez de estúpido: - Estoy practicando para llegar a ser salteadora de caminos, obviamente-

- ¿Sal-salteadora de caminos?- la estudió profundamente esperando que ella soltara una risa que nunca llegó.

- Así es, milord. Me caracterizo por elegir a caballeros indefensos y sosos como victimas… Los espío mientras pasean por la avenida, luego salto delante de sus carruajes y detengo sus caballos-

- ¿Indefensos y sosos?- preguntó con voz suave, los ojos empequeñecidos.

Misty sabía que el insulto había dado en el clavo, y supo que ya era hora de retirarse dignamente sin añadir nada más. Hizo una graciosa reverencia e incorporándose le acarició el hocico al alazán con cariño y le dio la espalda, mirando por encima del hombro dijo de forma indiferente: -Buenas tarde señor err… Kellum-

Pronunció erradamente su nombre con toda deliberación. 'Un hombre así de irritante y presuntuoso merece este tipo de desaire' manifestó internamente mientras continuaba su marcha con dignidad, olvidando a su horrorizada hermana que se debatía entre seguirla o no. No podía olvidar la expresión asesina del caballero al pronunciar equivocadamente su apellido; era tan irritante, creído y soberbio como Duplica le había dicho una vez ¿Qué fue lo que su hermana había visto en él?

- ¡Misty!- Lily le dio alcance y la sacudió -¿Cómo pudiste hacer algo así?. Se supone que debías hablarle de mí y…-

- ¿Intentando que su caballo me matara?- Misty finalmente miró hacia atrás. El caballero se alejaba de ellas en sentido opuesto. El alma le volvió al cuerpo -¡Casi me asesinas con un capricho!, ¿y encima pretendes que le hable bien de ti y logre una presentación?-

- Te has burlado deliberadamente de él- Lily la sujetó del brazo con nerviosismo -Es un caballero con mucha influencia en la sociedad, una sola palabra suya bastaría para que quedaras arruinada por completo…-

- ¿En serio?- aquello atrajo la atención de la joven quien volvió sus ojos verdes a ella.

- Pero el encuentro ha sido corto, no le diste el tiempo suficiente para que reparara en ti. Aunque en este mismo instante debe estar preguntándose quien era la impertinente desconocida que osó desafiarlo tan abiertamente -

- Es un arrogante, creído, y lo tiene muy bien merecido…-

- ¿No te pareció atractivo?- Lily soltó una risita nerviosa tocándose las mejillas con las manos. Se había ruborizado.

Misty consideró la cuestión seriamente; '¡Sí!' proclamó una voz interna, mientras recordaba como sus rodillas se doblaban bajo la mirada enigmática de aquellos ojos castaños -No- mintió -Es un engreído y un arrogante-

Lily sonrió y siguió caminando. Tomó el brazo de su hermana y lo dobló bajo el suyo -No ha sido tan malo. La próxima vez no olvides hablarle de mí-

- No habrá próxima vez, Lyl-

La otra volvió a sonreír, le dio una palmadita en el hombro -Será mejor que nos apuremos o perderemos el turno con la modista…-

Misty suspiró vencida y ya no hizo más comentarios.

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Continuará...

*Aqui el 2do chap del fic de Oddie, espero que hayan entendido n.n

Besitos!

Sumi Chan

viernes, 8 de agosto de 2008

Fleurs d' amour et d' haine


Este es mi pequeño regalo para Oddy!. Querida hermanita aquí mi obsequio de cumpleaños, espero que te guste -o al menos que te sirva para pasar el rato-
Como notarán es un AU, ambientado en la época antigua -me encantan esos fics!- y vale decir que Blue tuvo mucho que ver con esta idea! :D
A leer!
-No sé cuanto durará, conociéndome abarcará unos cuantos capítulos!-

Capítulo 1:Amour et haine


- Me complace anunciar que todas ustedes señoritas, están completamente preparadas para el paso más importante en toda mujer; que es la entrada en sociedad. Habiéndose convertido en damas inteligentes y dignas, que sabrán llevar con inteligencia el nombre de esta institución en el día de mañana…- una gruesa mujer con voz de general hablaba a cientos de jovencitas de entre 16 y 18 años, que congregadas en un gran salón ornamentado oían aquel singular discurso de despedida -Dejaran sus sueños infantiles en este lugar y desplegaran sus alas de feminidad en una sociedad hambrienta de mentes frescas y espíritus nuevos. Confío en que mantendrán un buen juicio, y que a la hora de contraer nupcias sepan honrarse a si mimas y a esta institución que por tantos años las han acogido…-

La mujer parecía haberse emocionado en este punto, se detuvo y sorbió la nariz en un pequeño pañuelo bordado, dándole lugar a otra dama vestida en oscuros hábitos de monja, la cual se hallaba respetuosamente a un lado. Sin más, esta se acercó hacia esas jovencitas vestidas iguales que con ojos ávidos y esperanzados esperaban el dictamen final.

- Dios las bendiga queridas mías. Y recuerden que esta institución siempre estará abierta para ustedes…-

Un rugiente aplauso se levantó de las jóvenes espectadoras, a medida que todas se ponían de pie, y sus uniformes; chaqueta entallada azul marino y falda a tono larga hasta los tobillos, se reproducían en un número casi infinito. Aquellas eran las graduadas del colegio de Señoritas más exclusivo de todo Kanto y alrededores.

- Vayan en paz queridas mías- la madre superiora alzó las manos y realizó una silenciosa plegaria de agradecimiento.


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- ¿Te das cuenta de que esto es lo que hemos esperado por años?- decía una joven de cabello verde azulado mientras caminaba por un patio descubierto lleno de docenas de chicas vestidas iguales.

- ¿Te refieres a terminar la escuela?- prosiguió una muchacha no mayor que la anterior de cabello rojo prolijamente recogido en dos trenzas.

- El discurso de la señora directora fue muy conmovedor-

- Claro Duplica. Eso de recordarnos que ahora nuestra mayor prioridad es contraer matrimonio fue muy halagador de su parte…- la pelirroja se alisó las tablas de su falda azul- Desde que tengo memoria la señora Dorrell no ha cesado de decir que debemos lograr un 'casamiento esplendido', y de impartirnos toda clase de pautas -las que ella consideraba necesarias- para conseguir un buen marido-

- La señorita Dorrell es soltera por si no lo sabias Misty- Duplica comentó con una risita poniendo las manos tras la espalda -Creo que eso demuestra que hace lo posible para que no corramos su misma suerte-

- Yo quiero ser soltera- Misty alzó orgullosa su barbilla al cielo despejado y sin nubes. Sus palabras hicieron que varias cabezas se voltearan hacia ella con horror.

- ¿Soltera?- Duplica la tomó del brazo y la empujó distrayendo la atención de las demás. Aquella palabra en aquel colegio estaba prohibida -¿Estás loca?. ¿De donde sacas esas ideas tan absurdas?- se alejó con ella lo suficiente y la soltó -Cuando tengas tu presentación en sociedad ya no pensaras lo mismo…-

- Por supuesto, porque la mayor ambición de mi vida es usar un vestido amplio y pomposo que me envuelva como un capullo, llevar ciento de perlas en mi cabello y cuello, mantenerme erguida y tiesa mientras sostengo un abanico de seda -o de plumas, valga el caso- que agito con suavidad en tanto aleteo mis pestañas a todo hombre elegible y que posea un titulo nobiliario y una jugosa fortuna…-

- Bueno- Duplica se defendió, avergonzada porque a ella no le desagradaba para nada aquella perspectiva -Eso es exactamente lo que se espera que hagas-

- Tonterías. Yo no desfilaré como una muñeca ante cientos de hombres ricos sonriendo como una tonta-

- Myst…- Duplica suspiró y sus ojos adoptaron un aire soñador y romántico -Yo espero ansiosa mi debut en sociedad-

- Yo no-

- ¿Por qué no?. Piénsalo; usar vestidos de moda, joyas, pieles… ¿Qué hay de malo en todo eso?-

- Creo que hay cosas más importantes en la vida- Misty sonrió -Como la tierra, el mar, viajar… conocer nuevas personas. Ser independiente y poder hacer lo que te plazca…-

- ¡Misty!- Duplica exclamó con horror tras mirar a los lados esperando que nadie oyera las locuras de su amiga -Es terrible que pienses así. Una dama debe pensar en su debut social y en sus deberes como futura esposa…-

- Ya hablas como la señora Dorrell- la joven frunció el ceño graciosamente -Yo 'pienso' disponer de la pequeña herencia que mi abuela me dejó y me mudaré a Viridian donde compraré una casa para mi sola… o tal vez adquiera un pasaje en barco y me dedique a recorrer los mares, o tal vez…- notó que la cara de Duplica palidecía de espanto -Me haga periodista o escritora…-

- No serías capaz. Tu hermana te asesinaría…-

- Tal vez- Misty exhaló un triste suspiro -¿Qué hay de malo en no querer ser como las demás?-

Duplica se acercó y la rodeó con un brazo, era más alta que ella y sus rasgos femeninos eran más obvios -Vamos, estoy segura de que cuando te enamores ya no pensarás así, y verás lo maravilloso que se esconde en ser toda una dama de sociedad…-

- ¿Para qué?. ¿Para ser como tú?- preguntó Misty volteando a ver a su amiga con ojos llameantes -Enamorada de un Lord que ni siquiera sabe que existes…-

La última frase repercutió profundamente en el ánimo de la peliverde. Retiró el brazo de la joven y se alejó unos pasos -Eso fue cruel, Misty-

La nombrada se arrepintió inmediatamente de haberlo dicho, se acercó a su amiga y la abrazó a su vez con fuerza, intentando remediar sus palabras -Perdóname Duplica, no medía lo que decía- la apretó un poco más -Por favor perdóname, no fue mi intención decir algo semejante. Tú eres mi mejor amiga…-

- Lo soy- esta asintió devolviendo el gesto -Soy la única que puede tolerar tus cambios de humor- sonrió.

Misty aflojó el abrazo y se alejó un poco, aunque todavía le rodeaba los hombros -Y si ese Lord aún no ha reparado en ti, es porque no sabe lo que se pierde…-

- Gracias Misty- los ojos de Duplica se humedecieron levemente. Miró el cielo despejado en tanto sentía la suave brisa primaveral revolviendo sus cabellos sueltos -En algún momento un gentil caballero llegará para trastornar tu mundo endeble y tranquilo; y tú sentirás lo mismo-

- ¿Yo?- se burló la pelirroja enseñándola la lengua en un gesto infantil -Sí, talvez en otra vida…-

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May Maple se recostó contra los almohadones rellenos de plumas y se cubrió con la arrugada sábana de hilo, en tanto observaba con satisfacción a su amante que recogiendo una fina camisa a los pies del lecho, se aprestaba a cubrir su torso y la musculatura suave y a la vez inminente, que ella había recurrido con sus dedos y labios momentos atrás. Ya se había puesto el pantalón y se inclinaba para hacer lo propio con las botas.

- ¿Ash?- lo llamó cuando él procedía a hacerse el nudo de la corbata y los ojos de ambos se encontraron en el espejo que colgaba encima de la chimenea. Le sonrió desinhibidamente.

- ¿Qué ocurre?- le preguntó.

Ella se acomodó entre las sábanas intentando parecer despreocupada -Pues… nada. Solo quería comentarte algo que escuché…- volvió a sonreírle.

- ¿Y bien?. ¿De que se trata?-

- Es solo un rumor que ha tomado grandes proporciones conforme el tiempo transcurre…-

Él dejó los lazos sueltos de la corbata en torno a su cuello y se acercó a la cama con el ceño fruncido de impaciencia -¿Qué clase de rumor?-

Más que una pregunta, May entendió el tono perentorio de una orden explicita. Allí se notaba su alto rango en la sociedad de Kanto; un hombre que estaba acostumbrado a mandar y a ser obedecido. Volvió a estirar sus rojos labios en una sonrisa atractiva -Dicen las malas lenguas que al fin sentirás cabeza este año…-

- Así que eso dicen- por el tono en el que habló supo que le estaba diciendo claramente que no se metiera en lo que no le concernía.

Pero May no se intimidó ante su ceño fruncido o la sequedad de sus palabras. Se puso de costado dejando que su cabello castaño descendiera por su hombro como una cascada de chocolate -Ash ¿es cierto?-

- Especulan muchas cosas sobre mí, May, lo sabes- contestó evasivo, y se volvió al espejo para terminar de vestirse.

Era alto y apuesto. Piel bronceada por el sol y cabello negro. Era un hombre anguloso, de planos agudos, desde la nariz fina hasta la mandíbula bien cincelada y los largos dedos de las manos. Parecía severo e inflexible, pero May lo conocía muy bien. También era bueno, tierno y muy amable. Aunque en ese momento no lo parecía.

- Solo dime si el rumor es cierto…- y como si pudiera disuadirlo a más, añadió -Tu madre le comentó a una costurera de madame Charlotte -que también es mi modista- que por fin había logrado que entrases en razón, y te ocuparas de tus deberes como primogénito tomando en primer término la obligación de tener un heredero…-

- Mi madre estaba muy locuaz ese día- siguió él de modo cortante.

Pero May no se amilanó ante ese comentario. Estaba dispuesta a conseguir la verdad valiéndose de cualquier forma posible -¿Milord?- volvió a la carga -¿Tienes a alguna muchacha en mente?- le sonrió viendo que contaba con su atención otra vez- Por años te has relacionado con muchas mujeres pero no prestas demasiada atención a alguna de ellas -salvo a mí por supuesto- Por fin quizás hayas conocido a aquella que consideres digna de llevar tu apellido-

- May- fue todo lo que él dijo volviéndose con una pétrea expresión, producto de la irritación que le causaba que su amante se metiera en los asuntos de su vida privada que sin duda nunca fueron de su incumbencia. Tomó el saco de etiqueta del respaldo de la silla y se lo puso.

- ¿Vas a contestarme?- prosiguió ella acomodando su cuerpo para verlo mejor.

De pie junto a la cama y observándola con detenimiento, Ash sintió que su enfado se evaporaba de forma considerable. La mujer allí tendida ofrecía un espectáculo delicioso y muy tentador, sobretodo para sus sentidos que amenazaban con volver a despertar. Se inclinó y le cubrió la mejilla con la mano.

- No tienes nada que temer May, y aunque planeé casarme para tener un heredero, nadie te quitará el lugar que tienes…-

La mujer pareció satisfecha con esa respuesta y se relajó adoptando una pose seductora que hacia que por lo general el cuerpo de él respondiera.

Además de hermosa, May era directa, sofisticada e inteligente. Todo lo cual la convertía en una cortesana encantadora, tanto en la intimidad como en el ámbito social donde él se desenvolvía. Ash sabía que era una mujer demasiado práctica como para albergar la secreta esperanza de que fuera ella a quien le ofreciera matrimonio, cosa fuera de cuestión para una amante considerando el tipo de relación que los unía, y también que era demasiado independiente para desear atarse a alguien de por vida: rasgos que robustecían el vinculo entre ambos. O al menos eso era lo que él pensaba.

- ¿Milord?- susurró May cuando Ash se inclinó para despedirse con un beso -Ven a verme pronto-

- Haré lo posible- y dicho aquello salió.

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- ¿Qué quieres hacer que?- una estilizada mujer rubia con un alto peinado en la cabeza y envuelta en un sobrio vestido gris decía dirigiéndose con cólera a una muchacha pelirroja mucho más joven que ella, quien estaba de pie aún con su uniforme escolar puesto considerando lo avanzado de la hora.

- Quiero disponer de la herencia que mi abuela me dejó-

- Según su testamento no puedes hacerlo hasta que cumplas 20 años o te cases- contestó con petulancia- Sin embargo, yo he hablado con el abogado y he decidido invertir esa suma en un pequeño guardarropas para ti. Ya empieza la temporada y es menester hacer tu presentación en sociedad-

Misty abrió los ojos con pánico y sacudió la cabeza -¡No puedes hablar en serio!. ¡Ese dinero es mío!. ¡Abuela me lo dejó para que yo lo empleara en algo importante que me hiciera feliz!-

- Tener vestidos bonitos para lucir en tu debut es algo importante-

- ¡Pero yo no quiero!- gritó negándose a permitir que los ojos se le llenaran de lágrimas -¡No quiero tener mi entrada en sociedad!. ¡No quiero adornarme como un pavo real para que todos me vean, y no quiero casarme!. ¡Quiero ser soltera!- las palabras salían a borbotones como una cascada cuyo torrente es infinito -¡Quiero irme a vivir sola y recorrer el mundo en un barc…!-

El golpe seco resonó en la habitación antes que sintiera que su mejilla ardía como un trozo de hierro candente. Observó la pesada mano que descendía a su rostro por una tercera y una cuarta vez, pero los ojos cuajados de lágrimas le impedían ver la reacción de la mujer rubia.

- Soy tu tutora desde la muerte de nuestros padres- dijo esta con voz apretada -Y vas a obedecer cada una de las cosas que te diga. Vas a tener tu debut social aunque tenga que arrastrarte de los cabellos hasta Almak's. Y lo mismo haré en relación a tu matrimonio. Está decidido y no te atrevas a desafiarme-

Misty se mordió el labio evitando echarse a llorar, pero el fuego de sus mejillas le recordaba la vergonzosa situación de segundos atrás.

- Ahora ve a tu habitación y no saldrás de allí hasta que te lo autorice-

No se dejó repetir la orden, manteniendo la cabeza gloriosamente en alto dio media vuelta sobre sus talones y salió de la sala ignorando la palpitante quemazón de ambas mejillas

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Se colocó el largo camisón de franela que le llegaba a los tobillos. Se sentó en la cama y se deshizo las trenzas; suelto, el cabello le llegaba gloriosamente a la cintura y brillaba como una antorcha encendida. Volvió a trenzarlo, esta vez en una unidad, y sujetó el extremo con una cinta. Se tocó las mejillas con las manos frías advirtiendo la humedad que descendía de sus ojos y que apenas lograba calmar su fuego.

Dando un ligero gruñido escondió la cara en la almohada y liberó el llanto que estaba carcomiéndole la garganta. El suave cojín fue el único testigo de sus lágrimas y sufrimiento.

'No voy a casarme… antes haré algo para que mi valor en el mercado matrimonial se estropeé irremediablemente…'

Con ese pensamiento se quedó dormida.

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continuará