lunes, 19 de mayo de 2008

El sustituto


Capítulo1

Con agite y desesperación, dos sombras se buscaban con frenesí en el claroscuro de aquel pasillo inconcurrido, mientras una de ellas trataba de asimilar lo que ocurría, reaccionando ante el pecado en el que estaba involucrandose; por el contrario, la otra sólo se entregaba a una pasión enardecida que la consumía desde un pretérito indefinido, debatiendo ese sentimiento entre dos espíritus luchadores.
Volviendo en si mismo, y tomando conciencia de lo que estaba pasando, la figura masculina separó a su género opuesto de su cuerpo, bajando la mirada y respirando con agitación.
-Esto… esto no está bien-.
-¡Que importa si está bien o no!- le recriminó la muchacha con desesperación, queriendo sentir esa cariñosa firmeza que la aferraba con una débil necesidad banal –Te necesito… es lo que me interesa ahora-.
- No me necesitas a mí… lo necesitas a él -.
- ¡Por mí que se vaya al demonio! ¡Tu eres lo que más quiero en estos momentos!-
- PERO YO NO TE QUIERO AHORA- le gritó el muchacho, deteniendo el afán de la chica en abrazarlo y seguir con los besos sin sentimiento que se estaban dando hace unos instantes.
- No te creo… si no, no me hubieras besado -
- Porque no pude contenerme… ¡Por Dios! ¡Soy hombre! ¡Es difícil para mí evadir la insinuación de una linda chica!-
- ¿Entonces te parezco linda…? - sonrió ella haciendo un ligero movimiento hacia atrás el cual ondeó su largo cabello.
- No importa si eres linda o no, el hecho es que esto está mal -se pasó las manos por el pelo y agregó -Además estás comprometida y vas a casarte pronto-
- ¡Porque es lo que todos esperan que hagamos!- exclamó ella rehaciendo los pasos que el joven había puesto de distancia -No es más que un compromiso de conveniencia-
- Pero él te ama-
- ¡Claro que no!- ella había vuelto a acercársele. Deslizó las manos y le tocó las mejillas -Por favor…-
El joven estaba perdiendo la batalla y lo sabia, nada más ver el difuso brillo de súplica en las verdes irises que tenía adelante le confirmaba lo que ya era demasiado obvio -No podemos-
- Por favor…- volvió a suplicarle y esta vez utilizó la dulzura de sus labios para convencerlo -Por favor te necesito…-
El ya no pudo rechazarla, sus brazos la habían rodeado otra vez y su boca se volcaba sobre la de su compañera con idéntica desesperación. Las manos de ella volvieron a tocarle las mejillas y esta vez advirtió el frío escozor de aquel pequeño intruso incrustado en su mano izquierda. Con suavidad bajó la intensidad de los besos hasta convertirlos en roces suaves y cariñosos, que finalmente se detuvieron al apoyar la frente una contra la otra, tomando la pequeña mano femenina entre las suyas.
- Sabes tan bien como yo que debemos acabar con esto antes de hacernos mayor daño…- habló con claridad acariciando con su dedo la alianza prohibida que brillaba como plata bruñida en aquel inhóspito lugar.
Ella seguía colgada a su cuello con abandono, la respiración agitada, oyendo sus palabras y a la vez no oyendo nada, solo deseando concretar aquel clandestino encuentro.
- ¿Entiendes lo que estoy diciendo?-
Ella finalmente se apartó, una sonrisa triste y conocedora en la tentadora curva de sus labios -Lo entiendo-
- Por su bien, soy su mejor amigo y no sería de buen gusto que estuviera entreteniendo a su prometida-
- A él no le importa- ella se encogió de hombros y finalmente se alejó varios pasos. Alzó las manos y se acomodó la abundante cabellera, en tanto ponía en orden la parte superior de su blusa. Soltó un suspiro.
- ¿Es el fin entonces?-
- Me temo que si, querida-
Ella asintió sin decir más, observó la punta de sus zapatos de taco; eran marrones pero en esa oscuridad parecían de color negro al igual que su falda. Se cuadró de hombros en un gesto de conocida soberbia en aquella joven, y dando media vuelta giró sobre sus talones y desapareció.

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- ¿Misty?- Ash caminó por el pasillo alumbrado, llevaba dos conos de helado casi derretido y su voz para estas alturas sonaba cansina y desgastada. Llevaba tiempo buscando a la muchacha, y eso era evidenciado por la crema batida y disuelta que amenazaba con derramarse por sus dedos. Abrió la puerta de una habitación -¿Misty?-
La silueta de la conocida muchacha de cabellos cobrizos se hizo presente ante sus ojos. Ella no mostró sorpresa al verlo, estaba sentada en el borde de la cama cepillándose el cabello.
- Llevo tiempo buscándote- entró y cerró la puerta con un pie.
- Siempre estuve aquí- respondió ella levantándose y dejando el cepillo sobre el tocador. Tomó el helado que Ash le ofrecía con un gesto de gratitud, y lamió el borde del cucurucho con su pequeña lengua rosada.
- Está casi derretido- dijo él con frustración haciendo lo propio con su cono.
- Me gusta más cuando está derretido- Misty volvió a sentarse y le hizo señas de que la imitara -¿Cómo va todo con los preparativos?-
- Le pedí a mi madre que nos tendiera una mano con lo de las invitaciones y la lista de invitados-
- Me parece bien- objetó de un modo tan impersonal que Ash la miró.
- Fue lo que le dije. Que tú estarías más que satisfecha en delegarle esa responsabilidad-
- Gracias Ash- ella dejó la atención de su helado por un momento y le apretó la mano izquierda al joven, la misma que como la suya ostentaba una delgada alianza de oro blanco.
Él la miró otra vez, pero Misty estaba demasiado concentrada en acabar la crema como para devolverle el gesto. Como tantas veces le había parecido, no era una novia muy ilusionada con la idea de casarse.
Pero bueno, su compromiso no había sido de ensueño tampoco. Simplemente un día después de salir de una fiesta y luego de acompañarla a su casa él le propuso que se casaran, y ella había aceptado. No muy efusiva, ni tampoco indiferente. Como si hubiera esperado desde siempre que lo hiciera.
Lo cual en algún punto era cierto. Todos a su alrededor esperaban eso. Era una acción tan natural de la vida como respirar. Y cuando tiempo después ella apareció luciendo aquella alianza de oro en sus pálidos dedos, fue un hecho tan normal, tan esperado que casi a nadie sobresaltó.
- Estaba pensando que Richie podría ser nuestro padrino-
- ¿Richie?. Me parece bien-
- Y que Brock podría encargarse del menú de la recepción-
- Por supuesto-
Deseó que por un momento se mostrara más ansiosa respecto a lo que decía. Estaba hablando de algo que mantenían en común y parecía que él estaba más empapado en la situación que ella.
- Lo añadiré a la lista entonces- terminó el helado y se levantó - Estaba pensando…- se giró a Misty -Podríamos dar una vuela antes de la cena-
Ella miró la punta de sus zapatos marrones con desinterés -Yo me quedaré aquí, tengo planificaciones que debo acabar para el gimnasio-
- Claro- metió las manos en las bolsas de su pantalón y se dirigió a la puerta, desde allí se giró a verla.
Misty estaba muy ocupada en estudiar el complicado diseño de los cerámicos bajo sus zapatos como para prestarle atención a la expresión desamparada del joven. Ash abrió la hoja de madera y salió.

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- Mi hermana Daisy es un completo desastre- Misty decía a los dos ocupantes masculinos de la mesa -Cuando acabe con el asunto de la boda, tendré dolor de cabeza al entregarle la responsabilidad de dirigir el gimnasio-
- ¿Por qué no se lo delegas a otra de tus hermanas?- un joven de cabello castaño oscuro preguntó alzando una ceja.
- Daisy es la más preparada de las tres; me refiero a que al menos se sabe los ataques de sus Pokémon…-
Ash sonrió ante el elogio que la joven dispensara a su futura cuñada. Golpeó la mesa con sus palmas - Iré por un café ¿desean algo?-
- Un café está bien-
- Que sean dos-
Ash corrió la silla y salió al pasillo de la atestada cafetería. Misty siguió su silueta hasta que se perdió de vista, sus hombros se relajaron cuando su espalda se apoyó más cómodamente en el mullido asiento. Volvió su atención frente a sí, y le dedicó una sonrisa distraída a aquel amigo que tenían en común.
- Deberías considerar la posibilidad de delegar el gimnasio de una vez por todas y dedicarte a tu tarea de asistir a Lorelei. Como bien sabes, ella planea dejar su puesto, pero hasta que tú no te decidas…-
- Lo sé Richie. Pero ponte en mi lugar; es difícil confiar aquello que tanto amas a las manos de alguien que no lo valorará tanto como tú-
- Créeme que te entiendo perfectamente-
Hubo algo en esos ojos azules que la obligaron a cambiar de tema -¿Te ha hablado Ash de la propuesta de que desea que seas nuestro padrino?-
- Desde luego, y lo he aceptado. Seré la envidia de todos- soltó una suave carcajada - Todos confiaban en que Brock o Tracey tendrían ese honor-
Misty asintió -Sin embargo Ash quiso que fueras tú y estuve completamente de acuerdo-
- ¿De que estuviste completamente de acuerdo?- la voz de Ash se les unió a la plática, mientras depositaba una pequeña bandeja con tres vasos de cartón llenos con el humeante líquido. Se sentó junto a la muchacha.
- De tu idea de que Richie fuera quien actuara de padrino durante la ceremonia-
- Ah si, la cual aceptó inmediatamente- se llevó el vaso a los labios y bebió.
- ¿Y ya tienen todo solucionado con respecto a la recepción y demás?. Misty, como toda mujer, debe ser buena solucionando ese tipo de detalles…- Richie se concentró en su propio café.
Misty sonrió irónicamente -No soy precisamente igual a todas las mujeres, ese tipo de cosas me…- buscó la palabra por un segundo- aburre. Ash es el que se encarga de eso. Soy una novia poco convencional-
- No lo dudo. Pero él debe sentirse extraño organizando algo que obviamente siempre es supervisado por la novia en cuestión-
- No me molesta hacerlo, pero créeme que si Misty llega a pedirme que me dedique a escoger su vestido, gritaré-
Los dos jóvenes rieron ante la ocurrencia. La joven dio un pequeño golpecito en las costillas a su prometido -No se me ha ocurrido eso ni por un momento, Ash. Soy perfectamente capaz de hacer eso por mi misma-
El aludido sonrió, y con ese impulso inconsciente que ella le provocaba en los momentos menos pensados, se inclinó a apretar la mano pequeña entre las suyas. Misty le devolvió el gesto con una sonrisa genuina y un pequeño guiño de sus maravillosos ojos verdes.

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La luna se movía lentamente en el cielo. Su contorno color plata era seguido minuciosamente por un par de ojos claros desde el balcón. La brisa nocturna alborotaba sus cabellos y jugaba con los bordes de su bata de cama, la cual se abría sin cesar dejando al descubierto la fina prenda debajo.
Apoyó las manos en el barandal y se impulsó hacia delante. La punta de sus pies descalzos advirtió el frío escozor del hierro, y alzó la cabeza sintiendo aquella extraña embriaguez de libertad que el viento de la medianoche le ofrecía.
Un par de brazos la sujetaron por detrás con conocida familiaridad, las manos grandes se amoldaron sobre su estomago y la presionaron a un cuerpo duro, que reaccionó de inmediato a su suave forma.
Ella echó la cabeza hacia atrás por segunda vez y chocó con un hombro masculino. Unos labios le delinearon el cuello con urgente necesidad.
- Creí que había sido el adiós- dijo la joven con sorprendente calma a pesar que sentía sus piernas débiles y temblorosas.
- Sin embargo estabas esperándome en el lugar de siempre- la mano de él subió y la ubicó bajo su pecho, amoldándola todavía más a su cuerpo. Ella ahogó un respingo -No puedo dejarte. Mi cuerpo no lo consiente…-
La hizo girar, hasta finalmente ver aquellos impactantes ojos verdes que bajo aquella luz se asemejaban a esmeralda líquida.
- ¿Tu cuerpo no lo consiente?- ella rió con suavidad, olvidando como le gustaba a él oírla haciéndolo -Pero tu mente si…-
No la dejó terminar, su boca descendió violentamente sobre la suya obligándola a tragarse de lleno sus palabras. Los labios masculinos la asaltaron una y otra vez con idéntica violencia y poder, obligándola a responder de igual manera, en tanto las manos ávidas la recorrían con urgencia y necesidad.
- No me dejes…- gruñó contra ella. Su cuerpo duro palpitando de urgencia, hambriento de aquella criatura que se creía incapaz de despertar una respuesta así en cualquier hombre -No me dejes, te necesito…- le besó el cuello, mordiéndola con suavidad, sorbiendo el delicado aroma natural de la piel femenina y de sus cabellos.
Ella asintió rodeando su cuello con las manos y haciendo su peso liviano para que él la tomara en sus brazos, y le hiciera olvidar que estaban cometiendo un error, y que su amor estaba mal, y era prohibido ante los ojos de alguien en especial…
Pero no quería pensar en eso. Retribuyó a sus besos y caricias, y a esa sensación de saciedad que solo su cuerpo era capaz de provocarle.

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Ash estaba sentado solo en el centro de la cama. Tenía las rodillas flexionadas y apoyaba el mentón en el tope de ellas. Sus ojos lucían tristes y húmedos al mantenerlos entornados, estudiando cualquier cosa que se encontraba a ese nivel.
La luz apagada no ayudaba mucho a su visión, pero a él parecía no importarle. De hecho parecía ser capaz de sacar detalles de todo lo que viera si usaba su concentración. Y esta estaba destinada ahora a su inminente compromiso, y al futuro que eso le deparaba.
Observó la luna impasible en el cielo y deseo ser completamente capaz de mostrar sus sentimientos. Deseó ser genuino, y osado.
Y con esa extraña valentía en mente saltó de la cama y bajo las sombras, como conocía su habitación de memoria, caminó hasta la puerta con absoluta confianza.
La luz del pasillo lo encandiló un poco pero no lo suficiente como para que olvidara hacia que lado se encontraba la habitación de su prometida.

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Sin embargo cuando abrió la puerta, encontró la cama armada y completamente vacía. Ella no estaba allí.

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Nota:

La primera escena no es de mi autoría, pertenece a la señorita Ayumichan -una talentosa escritora- y a su reciente fic que es una continuación de mi querido hijo 'Meu Anjo' (si, leyeron bien. Una continuación de dicho fic) del cual extraje ese pequeño fragmento para empezar esta historia. Solo lo cambié lo suficiente para que se entendiera con lo que yo tenía en mente (y porque en la historia original de Ayumichan casi me desmayo al suponer quienes eran este par de 'amantes')
En fin, espero colgar el siguiente capitulo en esta semana, y ¿alguien puede decirme como se llama el shipping que se desarrolla en esta historia? Grax! :P



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