lunes, 28 de abril de 2008

Tierra Audaz





Capítulo 02.

- Ven aquí, cariño- Misty extendió las manos, tenía las mangas de la camisa arremangadas hasta la altura de los codos. Alex estaba sentada, quieta, en el centro de una bonita bañera de porcelana llena de agua tibia -Ven, cariño, pronto te sentirás mejor…-
Alex le extendió los bracitos y Misty la tomó, envolviendo su pequeño cuerpecito en una inmenso toallón blanco que el dueño de casa le había facilitado. Caminó con ella, saliendo del cuarto de baño -sencillo, rustico- y siguió por un corto pasillo, cuyo suelo de madera retumbaba bajo sus pies.
- ¿Pikachupi?- el pequeño roedor apareció tras una de las puertas, y le hizo señas de que entrara a la habitación.
Misty lo siguió. Era una habitación sencilla, pintada de blanco, y aunque las paredes estaban desnudas, la cama era bastante amplia y parecía cómoda. Su equipaje estaba allí.
- Gracias pikachu- le acarició la cabeza al animal y sentó a la niña en el medio del lecho. La cubrió bien con la toalla, y abriendo su maleta, sacó varias prendas para vestirla.
El roedor se había acercado a la ventana, y desde ahí miraba hacia fuera. Sus orejas estaban bajas en señal de decepción. Misty lo observó por encima de su hombro, mientras vestía a Alex.
- ¿Está ahí afuera?- preguntó en un susurro.
No necesitó que el pokémon le respondiera. Sabía de antemano la respuesta.
- Está evitándome ¿cierto?- secó el cabello de la niña con suavidad, mientras apoyaba la cabeza húmeda en su pecho -Pensé que se había alegrado de verme…- sonrió con tristeza.

- Así que de verdad eres tú…- ella se había acercado hacia él, extendiendo su mano. Sonreía y el sol de la media tarde sacaba destellos de fuego a su largo cabello.
- Misty…- soltó inseguro. Pero fue más para si; como para cerciorarse que no había olvidado su nombre luego de tantos años. Miró su mano extendida y vaciló un poco antes de estrechársela. No es que el peso de la niña le incomodara -ella era liviana como una pluma-, era más bien como si temiera lo que pudiera ocurrir si tomaba esa mano pequeña entre las suyas.
- ¿Cómo has estado?- prosiguió, mostrándole otra vez esa tentadora sonrisa que por dentro lo perturbaba.
- Bien, ¿y tú?-
- Bien- ella asintió, y dando una media vuelta observó el verdor esmeralda que los rodeaba -Había olvidado lo hermoso que es este lugar…- Ash asintió, aunque no eran los alrededores lo que estaba viendo -No creí que tú siguieras aquí… Te imaginaba en la ciudad, en una oficina tras un escritorio, ostentando el titulo que tanto te costó poseer, y que tan abruptamente has delegado a otro…-
- Veo que no estás tan desligada del tema- alzó una ceja acompañando la afirmación.
- Hay algunas noticias que logran filtrarse. Yo aún sigo siendo líder de gimnasio, y esa noticia alborotó a toda la Liga, puedo decirlo-
- Oh- a él no pareció importarle, miró a la niña que sostenía en sus brazos. Las pequeñas mejillas estaban coloradas y sus ojos verdes parecían grandes y húmedos, pero no dejaban de verlo con fascinación -Será mejor que entremos ya, tu hija necesita un baño tibio y una aspirina con urgencia-
Ash entró a la casa y Misty lo siguió sin decir palabra. Por dentro era tal y como ella lo había imaginado; simple, rústico y cómodo. Él acercó una silla y sentó a la pequeña ahí, luego desapareció tras una puerta, Misty alcanzó a ver un refrigerador así que presumiblemente aquel lugar fuera una cocina.
- ¿Cómo te sientes, Alex?- preguntó con ternura inclinándose junto a la pequeña y acariciando sus cabellos negros. Esta solo se acercó a ella y apoyó la cabeza en su pecho -Pronto te sentirás mejor- le prometió aflojando el nudo de sus zapatillas y quitándoselas.
Para ese entonces Ash volvió con un vaso con jugo de naranja y una cucharita.
- Trocé una aspirina- dijo acuclillándose junto a la joven y extendiéndole la cuchara para que le diera el medicamento. Observó con atención como animaba a la niña a abrir la boca y a tragarse aquel polvo blanco que acompañó con un largo sorbo de jugo. Luego de lo cual la felicitó estampándole un suave beso en la frente.
- Puedes darle un baño con agua tibia- él sugirió, todavía conmovido ante la escena maternal que había presenciado.
- Si, sería perfecto. ¿Puedes indicarme donde está el baño?-
- Sígueme- otra vez alzó a Alex y se limitó a recorrer la estancia hasta detenerse frente a una habitación, cuyas paredes azulejadas se dejaban entrever por la rendija de la puerta entreabierta -No te preocupes por tus cosas, te las traeré…-
- Pero…- Misty lo miró abriendo sus ojos -No queremos serte de molestia, Ash. Podemos ir a un hotel o…-
Él no respondió, la estudió fijamente por unos segundos antes de entregarle a la niña y pasar junto a ella apresuradamente -Las toallas están en el closed. La casa no es muy grande pero puedes instalarte en la habitación de invitados. Pikachu te la mostrará… Yo… iré a traer tu equipaje-
Y antes de que Misty pudiera decir algo más, Ash ya había desaparecido…

Deslizó los dedos por la mejilla regordeta de Alex y advirtió aliviada que su temperatura era normal. Ladeó la cabeza para verla, y descubrió que se había quedado dormida en su pecho mientras estaba perdida en su mundo de recuerdos.
La acunó unos segundos, antes de correr las mantas de la cama, y acostarla. Pikachu estaba sentado en una esquina del colchón y la miraba minuciosamente, primero a ella, y luego extendía sus diminutos ojos marrones hasta la pequeña, como si estuviera escaneándolas.
- ¿Pikachu, puedes cuidarla en tanto yo hablo con Ash?-
El roedor asintió entusiasmado y se acomodó en el colchón tratando de no despertar a Alex. Misty le acarició la cabeza, y luego salió.

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Aún quedaban pocas horas de sol, según lo que podía ver en los trazos del cielo. Ash meneó la cabeza disgustado. Eso significaba que le quedaban solo algunos momentos más antes de enfrentarse otra vez con ella.
Ella…
Su corazón pegó un brinco en su pecho, maldiciendo la suerte que la llevó a ponerla en su camino de nuevo. Al parecer alguien allá arriba estaba tan ensañado con él que persistía en traer cosas de su pasado a su tranquilo y sereno presente.
Frunció los labios, y observó el auto azul que recientemente había traído de la carretera. Era un modelo antiguo, y aunque viejo, se conservaba en buen estado. Viéndolo detenidamente no rimaba con Misty -o con la nueva personalidad que le habían dicho que tenía- ella hubiera preferido un descapotable, un deportivo. Algo llamativo y costoso.
Su apariencia actual tampoco hacía justicia a la imagen mental que se había hecho de ella al pasar los años. La imaginaba elegante, sofisticada, cosmopolita. Llena de todos esos atributos refinados que una mujer de mundo debía tener.
Sin embargo se había presentando ante él vistiendo con simpleza, al natural. Con un automóvil todavía más simple…
Y sin embargo a él le gustaba así. Simple, libre. Le recordaba a la niña despreocupada que solía acompañarlo en su viaje Pokémon. A esa adolescente generosa y enérgica que lo enloquecía de las más diversas formas.
Sacudió la cabeza al advertir el hilo que tomaban sus pensamientos. No era bueno que sus ideas empezaran a revoletear en torno a su reciente invitada, ya le resultaba demasiado incómoda esa situación si encima le sumaba el hecho de que aquella era una mujer con compromiso.
Con una hija más específicamente. Una niña que sin duda contaba con un padre en algún lugar del planeta.
- Hola otra vez-
No se sobresaltó al oír su voz. Fue como si hubiera sabido de antemano que Misty iría a verlo. Se giró.
- ¿Qué ocurre?. ¿Le pasó algo a la niña?-
- No, ella está durmiendo. Su fiebre parece haber disminuido- caminó hacia él.
- ¿Entonces qué, la habitación es incómoda para ti?. ¿Necesitas algo más?-
Ella lo estudió fijo algunos segundos -¿Realmente deseas que estemos aquí?. Alex y yo podemos ir al pueblo y buscar una posada…-
- Sería completamente descortés de mi parte- la interrumpió -Además, creo que aún somos amigos ¿cierto?- fue una pregunta retórica, y sin embargo dio vistazos furtivos a su mano izquierda. No, no había ningún anillo comprometedor - Y los amigos tienden a ayudar en las situaciones difíciles-
Una débil sonrisa se dibujó en los labios femeninos en forma de agradecimiento. Vio su viejo auto y caminó hacia él poniendo las manos en los bolsillos -Gracias por traerlo, Ash. Así como lo ves, representa parte de mi patrimonio -se echó a reír observando con cariño a su vehiculo -Soy una Líder de gimnasio bastante modesta-
- Indigente, diría yo- él se unió a su tono de broma, notando que aún seguía vestida con la misma ropa de su llegada -Yo te imaginaba portando diamantes, y viajando en limousine-
- Te has hecho una imagen bastante distorsionada de mí, ¿eh?-
Dejó de sonreír, y un tono serio siguió a sus palabras -Desapareciste por casi cinco años… ¿Qué imagen querías que me hiciera?-
Misty lo miró -No desaparecí. Siempre estuve en el gimnasio. La vida ha sido demasiado dura para nosotras ahí dentro -
- No solo para ti- comentó en voz baja. Detrás de ellos había una enorme vaya de madera y Ash se apoyó de espaldas a ella. El silencio volvió a extenderse.
- ¿Qué es este lugar?- Misty miró con atención el cerco redondo que los rodeaba y que se extendía hasta una edificación más pequeña en la que no había reparado antes.
Él se dio la vuelta y dejó caer los brazos al costado de la madera, sonrió levemente y su mirada se fijó a lo lejos, en las praderas vírgenes -Tú hablaste de patrimonio y de cambios-
-¿Si?- lo animó.
- Yo también poseo un pequeño patrimonio…- cerró los ojos -Solo que está algo… como decirlo, loca-
Misty lo miró sin entender, extendió los brazos también sobre el cerco, al tiempo que Ash emitía un silbido largo y agudo.
Pronto la elegante silueta de un animal se hizo presente ante sus ojos, salió trotando de aquel edificio y dio una vuelta de reconocimiento dentro de la vaya. Era una hermosa yegua que se notaba que aún estaba en sus épocas de potranca. Una ponyta. Pero no cualquier ponyta, su pelaje era tan blanco como la nieve, las crines de su cuello y cola eran largas y se teñían de varios matices de rojos y naranjas. Pero lo más sorprendente -y llamativo- eran sus ojos; grandes, de un cristalino azul mar.
El animal examinó a los dos individuos con recelo, y relinchó con desconfianza alejándose al otro extremo de la cerca. Hundió la cabeza en el bebedero mientras nerviosamente agitaba las crines de su cola.
- ¡Oh Ash es hermosa!- Misty exclamó con sinceridad, los ojos brillantes y una sonrisa en los labios. Con determinación se apoyó en la cerca y estuvo a punto de saltarla con la obvia intención de ir a su encuentro.
- No Misty- Ash la frenó sujetándola del brazo con firmeza, sus huesos eran pequeños y delicados, no parecía tener la fuerza habitual de una curtida muchacha de campo para manejar un caballo al galope -Aún no está domesticada. Es huraña. Da patadas, muerde y golpea. Está loca-
Misty observó al animal con admiración. Nunca había visto un caballo erguirse con tanta sutileza y elegancia, revoleando sus crines al viento y brillando como fuego bajo el sol. Le parecía exótico y maravilloso.
- Tú eres el que está loco- dijo dedicándole una ojeada de soslayo -Porque se nota que aún así adoras a esta yegua-
Él asintió -Supongo que siento debilidad por ella. En cierta forma su carácter me recuerda a alguien- dijo sin pensar.
- No lo dudo- observó el cielo. Comenzaba a teñirse de colores oscuros y sombríos -Será mejor que vaya a ocuparme de la cena, Alex puede despertarse de un momento a otro-
- ¿Eso quiere decir que has aprendido a cocinar?- Ash estuvo a punto de dejar escapar una risita. Sin duda recordaba aquellos fracasos culinarios, allá cuando era adolescente.
- Con una niña en la familia no tienes idea de todo lo que he aprendido…-
La sonrisa de él murió -Claro, lo imagino-
- ¿Te espero para cenar?- ella alzó una ceja al notar el cambio de ánimo.
- No sé a que hora me desocuparé de aquí, aún tengo mucho que hacer. Lo mejor es que tú y tu hija cenen sin mí, ella es pequeña y…-
- Te esperaremos- echó a caminar hacia la casa dejando zanjado el asunto.

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Abrió el grifo del agua y dejó que esta se regara sobre su cuerpo junto al jabón de glicerina cuyo perfume a limón se mezclaba con el del champú. Levantó la cara hacia la lluvia artificial y cerró los ojos, sintiendo que su cabeza, su cabello se refrescaban, y que todo su inquieto ser se apaciguaba bajo el suave cantar del liquido.
Sin duda un baño era lo que necesitaba para sentirse mejor y calmar esa ansiedad extraña y poco característica en ella, que obviamente tenía que ver con ese lugar y con los recuerdos del pasado.
Abrió los ojos un segundo sintiendo la espuma disolverse de su cuerpo 'Esto parece ironía del destino' se dijo con amargura. No había sabido nada de su paradero por años, y de repente terminaba encontrándose con él y hospedándose en su casa… Lo que le recordó el hecho que inicialmente la había llevado a Pallet Town. No podía demorar por más tiempo el asunto de la pequeña, y a pesar de que encontrarse con Ash era algo con lo que había soñado miles de veces, Alex era una prioridad mucho más importante -urgente- que un viejo amor que pertenecía al pasado, y una niña que abarcaba su presente y todo su futuro.
Soltando un suspiro cerró el grifo del agua. Tomó una toalla blanca y la envolvió alrededor de sus curvas, notó como esta fue empapándose gradualmente al contacto de su cuerpo. Secó el vapor del espejo y se miró; estaba pálida y sus mejillas rosadas debido al reciente contacto con el agua, su cabello lucía oscuro y completamente lacio. Anudó la toalla a un costado, recordando cuanto había anhelado un baño apenas hubo visto al joven, y sin embargo ahora que ya se lo había dado no podía decir que se sintiera más segura de sí misma.
Se secó con rapidez teniendo muy presente que todavía no había preparado la cena. Se puso una larga camisola estilo oriental de color blanco y un jean negro aún más gastado que el anterior. Entró a su habitación en puntillas viendo con tranquilidad que Alex seguía durmiendo, se acercó al pequeño roedor y le hizo un gesto de agradecimiento. Luego se sentó en una esquina de la cama a desenredarse el cabello, terminado lo cual se lo recogió en un rodete el cual ciñó con un fino palillo de madera.
Al menos de apariencia estaba mucho mejor que a su llegada.

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Las cosas habían salido bastante bien hasta ahí, Misty tuvo que reconocerlo. Su auto ya estaba a disposición nuevamente, Alex estaba descansando en un lugar cómodo, ella estaba limpia y más optimista respecto a todo, y Ash se había mostrado muy cortés y considerado.
Todos esos detalles lo hacían merecedor de la pequeña cena que se estaba cociendo en el horno. La heladera estaba llena y las alacenas bien provistas -en eso se notaba la mano femenina-, y conociendo a Ash, él no se preocuparía en comprar nada. Todavía recordaba con nitidez aquellas ocasiones en que ella ayudaba a Brock con las compras y la cena, mientras Ash se 'lavaba las manos' de todo lo que tuviera que ver con 'llevar una responsabilidad'. Gruño inaudiblemente, considerando esos detalles se preguntaba como haría Ash para mantener limpia esa casa. Aún no le había dicho si existía alguna 'señora Ketchum', lo cierto era que no había reparado en su mano, pero imaginarse al joven casado era tan extraño como imaginar que ella pudiera ser madre.
Se rió de su propia ocurrencia, al tiempo que recordaba lo que se estaba cocinando en el horno. Se colocó las manoplas y abrió la portezuela. Aun faltaba tiempo para que el queso se derritiera. Por ende le quedaba tiempo para poner la mesa.
Cuando el teléfono comenzó a sonar.
Movió la perilla de cocción al mínimo y se alejó de la cocina preguntándose desde cual lugar de la casa sonaría aquel aparato.
Tardó bastante en hallarlo, iba por el sexto llamado cuando atendió.
- ¿Hola?-
Del otro lado hubo un largo silencio que le hizo recordar que 'esa' no era su casa, y por supuesto aquel no era su teléfono.
- ¿Hola?- repitió con más educación notando por primera vez la habitación en la que se encontraba. Era una pequeña biblioteca. Había una computadora portátil a un lado, y contra la pared del fondo una repisa llena de trofeos. Reconoció entre ellos el de la Orange League.
- Hola, lo siento. Creo que me equivoqué de número- finalmente una joven voz femenina respondió.
- Esta es la casa de Ash Ketchum- se apresuró a agregar.
- ¿Si?-
- Si-
- Oh…-
Sin duda la mujer parecía haber sufrido una gran impresión. Misty se preguntó si no se habría desmayado por su culpa.
- Escucha ¿podrías darle a Ash un mensaje?-
- Claro- genial y encima iba a inmiscuirse más en la vida del joven. Ash iba a agradecérselo con todas sus fuerzas…
- Dile que May ha llamado, y que en un par de horas lo llamaré otra vez. Dile que algo grave ha acontecido en Cerulean City. Muchas gracias…-
El rostro de la joven pelirroja perdió su color al oír el nombre de su ciudad natal, tardó varios minutos en identificar con quien estaba hablando.
- ¿May?. ¡May soy yo, Misty!- pero solo oyó el tono muerto de la línea. May ya había colgado.
Salió de la biblioteca algo preocupada. ¿Qué podía ser tan grave que ocurriera en su ciudad como para que llamaran a Ash?. Estaba segura que tenía que ver con ella y la niña.
Al parecer Lily y Violet no habrían podido con Daisy. De las tres era la única que podía llegar a hacer algo, y al parecer lo primero que se le había ocurrido fue alborotar a toda la liga Pokémon. '¿Es que acaso no lo entienden?' quiso gritar de frustración
'Alex también tiene derechos, y aunque sea pequeña para darse cuenta de ellos, yo no dejaré que crezca sin ver a su padre. No cuando yo sé lo que es crecer sin uno… Ella tiene derecho a verlo'
Sus pies la habían llevado de nuevo a la cocina, allí se detuvo momentáneamente sin saber que hacer.
- ¿Mamá Misty?- una pequeña silueta apareció en el umbral detrás de ella refregándose los ojos. - Hola cariño- la joven fue hasta allí y se inclinó tocándole con suavidad la frente. Su temperatura seguía normal -¿Te sientes mejor?-
- Ajap- volvió a refregarse los ojos, acompañándolo de un ligero bostezo.
Misty sonrió y le acarició el cabello -Vamos al baño, te lavaré la cara-
- ¡No!- protestó la niña sacudiendo la cabeza -Yo. Yo lo haré, pikachu me acompañará- el roedor se veía por sobre su hombro -Yo soy grande-
La joven no pudo menos que sonreír ante esa fuerza de carácter que le recordaba tanto a sí -Muy bien- asintió.
La pequeña se alejó correteando, seguida del infaltable pikachu. Ella se permitió suspirar con alivio. Ver a Alex así era lo único que pedía; que fuera feliz, despreocupada. Después de todo ya tendría edad suficiente como para afrontar los problemas que la rodeaban, hasta entonces que su niñez fuera llena de sonrisas y puestas de sol.
Se tranquilizó y soltó el aire que no sabia que estaba reteniendo. Se acordó de la cena y apagó el horno. Luego se dedicó a abrir puertas buscando los platos y los cubiertos. Había dispuesto todo junto a la mesada de mármol, cuando la puerta principal se abrió y Ash entró con aire resignado.
- Hola- ella le sonrió al joven.
- Hola- se apoyó algunos segundos contra la madera y la observó. Mantuvo dentro el gesto de sorpresa al ver su cambio de vestuario, en lugar de eso se dedicó a oler el aire -¿Qué es eso que huele tan bien?-
- Es la cena… hice pizza-
- ¿Pizza?. ¿Me has hecho pizza?- parecía un adolescente diciendo eso y se encaminó con esa misma expresión infantil hasta la puerta del horno.
- Tienes tiempo a lavarte si lo deseas, aún no termino de poner la mesa-
- Claro- él se volvió y le sonrió ampliamente, agradeciéndole con ese gesto el que hubiera elegido su comida favorita para cocinar.
Rodeó la mesa y salió hacia el pasillo todavía manteniendo aquella sonrisa de adolescente como si nunca le hubieran hecho la cena, cuando ella sabía que existieron muchas otras cenas antes que esa, cientos de platos suculentos, que no podían compararse con una triste y desgarbada pizza…
Su mente estaba metiéndose en un terreno muy extraño. De pronto se dio cuenta que se estaba comportando como la mujer dócil que espera en la puerta a que su marido vuelva a casa tras una larga jornada de trabajo.
¿Cómo podía ella disfrutar ese papel cuando siempre estuvo orgullosa de su independencia?. ¿Ella, que salía sola de los problemas, que dirigía un gimnasio sin ayuda de nadie, y que ahora estaba allí para darle el apellido que merecía a la pequeña Alex?.
Se irguió de hombros. Nada ni nadie podría echar abajo el autocontrol, la autonomía, la sensatez que la naturaleza le había dado. De eso estaba segura.

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- Esta está estupendo- Ash comentó con satisfacción dando una gruesa mordida a su porción.
Tenía el cabello húmedo y en la habitación flotaba el suave aroma de su loción. La muchacha trataba de no prestar atención a esos detalles.
- Estupendo- repitió Alex en voz alta sin quitar sus ojos de encima del joven. Misty no pudo menos que sonreír. La niña estaba embelesada con él.
Bueno ¿y quien no?. ¿Acaso ella no estaba también embelesada con él…?. Sintió sus mejillas enrojecer parcialmente. Algo muy grave le estaba ocurriendo a la muy sensata Misty.
- Tendré que darte un premio por esto- Ash siguió diciendo con sincero entusiasmo, dándole otra mordida a la nueva porción que tenía en la mano.
- Premio a mamá Misty- Alex asintió y Ash le guiñó el ojo con ternura, luego se inclinó y le sirvió jugo de naranja en el vaso.
- Alex, cariño ¿que se dice?- Misty la miró con seriedad.
- Ah, sip. Gracias papá-
- No, no ¡Alex!- sintió una especie de dejabu, junto a un profundo bochorno. Se giró a él que seguía muy impresionado -Ash lo siento…- la miró, varias arrugas cruzando su frente -la niña es pequeña y no sabe lo que dice…-
- Eso lo entiendo-
- Además creo que está algo encandilada contigo…- sonrió rogando que el entrecejo de él se suavizara.
- Porque no tiene padre ¿no es cierto?. O si lo tiene…- el rostro de la joven se puso pálido - ¿Por eso viniste hasta aquí…?. Recuerdo que mencionaste que venías a ver al profesor Oak…-
- No creo conveniente mantener esta conversación delante de ella- consiguió decir con voz temblorosa -Los niños no son culpables de las decisiones de los adultos-
¿Por qué de repente le parecía que lo decía por él?
Estaba a punto de acotar algo cuando en ese instante el teléfono empezó a sonar. Ash se levantó mirándola y cruzó la cocina. De un mueble que ella no había visto tomó un teléfono inalámbrico de color blanco.
- Oh, olvidé decirte que llamó May…- repuso Misty inocentemente mientras mordía su porción de pizza.
Él la miró con desagrado. Le decía con toda la tranquilidad del mundo que había llamado May, como si contestar el teléfono en su casa no trajera consigo todo tipo de repercusiones. Miró el tubo que tenía en la mano, podía dejar que sonase y sonase, pero conociendo a May (y sabiendo de antemano que era ella) no descansaría hasta averiguar quien era la compañía femenina que la había atendido.
- Hola- contestó finalmente saliendo -Si May, imaginé que eras tú ¿Quién más podría molestar a esta hora?. Estoy cenando…-se quedó en silencio -¿Qué ha ocurrido qué?. No, no puedo creerlo… ¿Cuándo…?-
Misty lo oía a pesar de que se había ido de la cocina, pero; o bien tenia un oído muy agudo, o el joven estaba hablando casi a los gritos. Escuchó los pasos que volvían y temió lo peor. Él apareció en el umbral y la miró fijamente, por un momento sus ojos parecieron tan negros como el pedernal.
- Adivina que May, ella está aquí… -la joven del otro lado chilló tan fuerte que tuvo que quitarse el auricular del oído. Ash miró hacia el techo con resignación ¿Por qué tenía que ser tan bulliciosa?. Dirigió su atención a la pelirroja; sus ojos habían aumentado el doble de tamaño haciendo su rostro más pálido, y la nueva porción se había quedado olvidada en su mano alzada, dividida entre llevarla a la boca o ponerla nuevamente en el plato. Estaba absorta mirando y comprendiendo todo.
- Misty fue quien te atendió antes, si… ¿Qué?. ¡Por supuesto que no!. ¿Cómo crees?. No, no lo sabía de antemano…No, no sé… La niña también está aquí, si, es hermosa…- sonrió a Alex quien le devolvió el gesto - Te he dicho que no lo sé… ¿¡Como voy a preguntar eso!?. Es un tema que no me concierne… No, no creo que debieras en tu estado… Bueno, si quieres…- suspiró -Está bien, adiós-
Dejó el teléfono en la mesada y se volvió lentamente. Misty estaba en la misma posición de antes, la porción de pizza -fría para este entonces- en su mano alzada. Los labios ligeramente entreabiertos, los ojos grandes y sorprendidos parecían dos trozos de zafiros de lo oscuros que estaban.
- Era May- dijo sencillamente. Se sentó junto a Alex viendo que ya no comía y la observó con ternura, la pequeña también lo veía fijamente -¿Te apetece una manzana?-
Esta asintió vigorosamente.
Él se levantó y abrió la heladera, sacó dos frutos rojos y se los tendió -Uno para ti, y otro para pikachu. Ve a dárselo y prepárate para ir a la cama-
La niña se bajó obediente y tomó las dos manzanas. Sonrió a ambos adultos y desapareció por la puerta corriendo ruidosamente.

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Misty se sentía a la deriva.
Ahora era el momento en el que Ash le pediría explicaciones. Entendía de sobra que aquel llamado tenía que ver con lo que ella había hecho. Se ordenó calmarse y actuar con sensatez. Dejó la pizza en su plato y con gran tranquilidad se sirvió jugo de naranja, lo bebió con lentitud, y tras dejar el vaso vacío en la mesa, se dirigió a él.
- Dispara- le soltó sin rodeos, con calma.
- May me llamó- él volvió a tomar asiento frente a ella -Dijo que te habías llevado a la niña de Cerulean City y que tus hermanas armaron un escándalo por eso…-
- Lo imaginé-
- Lo que no entiendo…- Ash la miró- Es el porqué tendrían que armar un revuelo si…-
- Yo no avisé que me iría- confesó con algo de culpa, interrumpiéndolo -Simplemente un día me harté de la situación y me fui. Lily y Violet me apoyaron, pero Daisy…- suspiró y se sirvió más jugo, lo bebió -Daisy no entiende nada que vaya más allá de si y su imagen… Y la niña necesita conocer a su padre, algo de lo que la han privado desde que nació…-
- Por eso estás aquí-
- Si…-
- Y por eso estabas de camino hacia la granja del profesor-
Ella asintió y supo que Ash no se animaría a hacer la pregunta, así que se limitó a responderla -Tracey es el padre de Alexandra-
Él se hizo hacia atrás en la silla como si estuviera amortiguando una trompada, aquel había sido un golpe muy bajo de su parte -de la de ambos- Observó a la joven, sintiendo un nudo de frustración en su estomago.
- Tracey no volverá hasta dentro de una semana-
- Si somos de molestia, Alex y yo podemos…-
- No estoy diciendo eso- la interrumpió- Ya te dije que tu hija y tú pueden quedarse aquí el tiempo que sea necesario hasta que Tracey regrese. Pero puede que este se demore más de la cuenta-
Misty dejó entrever una débil mueca -Crees que Alex es mi hija-
- ¿Es una pregunta?-
- Es una afirmación. Crees que Alexandra es mi hija-
- Desde luego, me lo has demostrado de todas las formas posibles…- dijo acompañando la frase con un movimiento. Ella sonrió y él encontró muy complicado pasar por alto ese gesto agradable e infantil -¿O no?-
Misty apoyó los codos en la mesa, y acercando su tronco dejó caer la barbilla entre las manos, mantuvo un largo silencio antes de decir -Tú sabes la respuesta, Ash- él frunció el ceño -Tú más que nadie conoce la respuesta…-

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