jueves, 19 de junio de 2008

El Sustituto




-capítulo 2-

Saludó al amigo con un beso en la mejilla, y a él con un ligero e insípido roce de labios. Se sentó frente a ellos con absoluta elegancia.

Lucía radiante, hermosa. El leve tinte rosado de sus mejillas hablaba de salud y vitalidad. Lo que ella poseía.

Esperó a que terminara de ordenar el desayuno y dirigiera su graciosa atención a él. Siempre serena y sonriente.

- Anoche quise platicar contigo- comentó con tono casual. Lo dijo sin malicia. Con inocencia, como todo lo que lo caracterizaba -No estabas en tu habitación-

- Ah si- Misty asintió con un suave gesto. Normal, segura de si, al igual que los masculinos ojos azules que apenas parpadearon. Ni siquiera hubo inquietud cuando extendió la blanca mano y tomó la de su prometido -Lo siento, necesitaba aire fresco. Este lugar…- se encogió débilmente de hombros -Me sofoca-

- Me hubieras pedido que te acompañara a dar una caminata nocturna-

- Lo siento. No quería importunarte con mis cosas- sonrió disculpándose. Todavía apretando la mano morena que era el doble de tamaño que la suya.

- ¿Qué crees Richie?-

El aludido sonrió ante la jovialidad propia del amigo. Empujó la taza vacía al centro de la mesa y observó a la pareja con interés -Nunca comprenderé a las mujeres, Ash. Se quejan cuando no le brindamos atención, y se molestan cuando hacemos de ellas el centro de nuestro universo…-

Ash rió sonoramente, a su lado Misty también encontró el comentario muy risible, aún seguía tomada de la mano de su prometido. Hizo una pausa en su risa y se dispuso a beber su café.

- ¿Cuándo nos iremos de aquí?.No veo la hora de estar en casa- suspiró parpadeando sus largas pestañas oscuras.

- Mañana- Ash le respondió con un susurro tierno -Mañana estaremos finalmente en Kanto-

Habían viajado por Shinou por asuntos de trabajo. Como campeón regional de la Liga, Ash tenía mucho protocolo y visitas formales que casi eran una obligación a cumplir. Había invitado a su prometida a acompañarlo durante la gira, y en una de aquellas interminables conferencias se había encontrado con Richie.

Hacía varios años que no se veían e inmediatamente lo convenció de que se uniera a ellos.

- A Misty parece que no le agradan los aires de Shinou- comentó el joven de cabello castaño.

La chica meneó la cabeza en una clara negativa, su largo cabello rojo se sacudió ante la acción -Por supuesto que esta región no me gusta, Richie- abrazó a su prometido -Después de todo, fue uno de los tantos lugares que Ash recorrió sin mí…-

El nombrado le dirigió una tierna mirada. Si bien ella no era la clásica muchacha cursi y enamorada, solía sorprenderlo con comentarios como aquel, o con gestos cariñosos, como tomarle la mano al caminar, o depositando en sus labios y mejillas besos suaves y ligeros como aleteos de mariposa.

- Por eso he decidido traerte esta vez- le confió Ash observando la pelirroja cabeza que se amoldaba perfectamente bajo su cuello. Dos piezas de un rompecabezas que al fin se unían en impecable armonía.

- Me ha gustado mucho el viaje. Te lo agradezco. Pero tengo millones de cosas pendientes en el gimnasio-

- Y la boda-

- La boda… claro. Lo había olvidado- Misty sonrió disculpándose, pero repentinamente su cuerpo junto al de él se había vuelto duro y tieso como piedra.

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La región de kanto seguía tan ajetreada como siempre. Gente entrando y saliendo de sus diferentes ciudades. Jóvenes ansiosos por formar parte del prestigioso comité de la Regional Pokémon League. Lugar que a Ash le había costado casi diez años conseguir.

Estaba en su espaciosa oficina de Viridian City; un escritorio amplio de vidrio, coronado con madera suave y refinada. Estantes repletos de libros, diplomas en las paredes, y cortinas a tono que protegían el inmaculado ventanal de cara a la ciudad. Lo mejor de lo mejor para el maestro Pokémon más grande de los últimos tiempos.

Se echó hacia atrás en el sillón de respaldo ancho y consideró las dos opciones que sujetaba con los dedos. Dejó los papeles por un segundo en el escritorio y se desprendió el primer botón de la cocina aflojando la corbata. Volvió a mirar las dos alternativas a las que había llegado luego de más de una hora de deliberar, y frunció el ceño. A su alrededor había pilas de sobres de todos los tamaños, de toda clase de papel y color…

Se levantó tomando los dos que había escudriñado con tanto ahínco y salió de su oficina. Silenció con un gesto a su secretaria que abrió la boca nomás al verlo y se metió en el elevador. Tocó de memoria el piso al que se dirigía y esperó los pocos segundos dentro de la cabina.

Salió al pasillo alfombrado de azul y se dirigió con inercia a la conocida puerta de madera. Ignoró a la asistente que se dignaba a anunciarlo, y entró.

Misty estaba sentada tras un escritorio más pequeño que el de él. Su oficina también era mucho más modesta. Sin embargo había algo allí de lo que la suya carecía. Quizás era el toque sutil y femenino.

- Ash- ella levantó la vista de los papeles que leía. Tenía el cabello recogido con un lápiz y unas gafas de lectura de poco aumento que se tamborileaban en la punta de su pequeña nariz. Llevaba la blusa arremangada a la altura de los codos, los botones del escote desprendidos liberando parte de los encantos que él desconocía. Seguro llevaba unos pantalones livianos de lino y estaba descalza.

Dentro de la oficina y tras el escritorio Misty solía quitarse los zapatos de tacón argumentando cansancio y poca tolerancia.

- ¿Ocurre algo?- preguntó al ver su expresión. Se quitó los lentes.

- No sé cual de las dos elegir- le enseñó los sobres -Sé que no querías participar en esto, pero…-

- Está bien- Misty miró los formularios y las carpetas que llenaban su mesa de trabajo y exhaló un suave gemido. Luego se levantó acercándose a él.

Como lo había supuesto vestía pantalones azules, y sus pies blancos y desnudos destacaban como marfil en la alfombra oscura del lugar. Le extendió los dos sobres -Tienes la última palabra- bromeó -Yo me inclino por el de la derecha-

Era un sobre color marfil, pequeño. El papel era un complicado diseño labrado, discreto y elegante. Sencillo y a la vez distinguido. El otro en cambio era blanco y duro. Demasiado corriente y frecuentemente usado a la hora de pensar en la tarjetería de una boda.

- Excelente elección- ella asintió entregándole el de la derecha -Coincido contigo. Es el más acorde a la ocasión-

- ¿Ocasión?. Estamos hablando de nuestra boda- la regañó con suavidad.

- Si, lo sé- Misty se apretó los ojos como si estuviera cansada -Perdona yo…-

- No, perdóname a mí. Es que esto me supera…- guardó los sobres en los bolsillos de su saco de etiqueta. No quería discutir con ella. Después de todo le había brindado algo de ayuda -Escucha, mamá quiere que pasemos este fin de semana en su casa… ¿puedes?-

Misty quería gritar. Se sentía atrapada y exhausta como un animal que ha corrido kilómetros y kilómetros escapando del acecho del cazador.

- Tengo mucho papeleo- se excusó señalando lo obvia que estaba su mesa de trabajo.

- Lo sé- él pareció desanimado por un segundo -No tiene importancia, le diré que…-

- Pero si Deliah quiere vernos…- lo interrumpió antes de siquiera pensarlo. Le sonrió débilmente- Claro que iremos. Recógeme a las seis, así tengo tiempo de mudarme de ropa-

- Genial- se acercó y la besó en la mejilla- Gracias Myst. En especial por ayudarme con lo de las invitaciones. Ahora solo resta imprimir la fecha y repartirlas-

Ella volvió a sonreír con gesto trémulo -Claro…-

- Nos vemos en unas horas. Dejaré esto en la imprenta- dio suaves palmadas a los bolsillos de su chaqueta, y se dirigió a la puerta -Gracias Myst-

Como toda respuesta ella le hizo un ademán con la mano y le obsequió una vez más, aquella sonrisa trémula y nerviosa.

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- Iré contigo- la voz del hombre decía, ronca, contra su cuello mientras la besaba con voracidad.

- No puedes- fue el femenino murmullo, afectado por las caricias, y la avidez de esas manos que continuaban encendiendo su cuerpo.

- No quiero estar lejos de ti-

- Serán solo un par de días…-

- Es mucho tiempo- le besó el lóbulo del oído. Ella reprimió un gemido -Dije que no quería estar lejos de ti. No lo consiento-

- Pero…- él volvió a besarla con desesperación. Ahogando sus palabras, consumiendo su concentración, su cordura, todo. Observó como en un sueño la hora en el reloj de pared y trató de incorporarse, huyendo de la pasión de aquel hombre -Debo irme…- murmuró contra su piel -Vendrá a buscarme en unos minutos…-

- Que venga- le besó los parpados. Ella tembló sin remedio antes de apartarse bruscamente de su lado, correr las sabanas y salir del lecho.

Él la observó desplazarse por la habitación en penumbras. Regodeándose en los movimientos naturales de su cuerpo sensual y curvilíneo. Aún conservaba las prendas íntimas, pero su cabello largo, desmechado, corría como un torrente de ardiente lava inundando el blanco peñasco que simbolizaba su espalda.

Sacó prendas del placard y corrió hacia una puerta en la pared a su izquierda. Segundos después se oía el sonido del agua al caer.

Él observó el techo de la habitación, cruzó los brazos tras la cabeza y se quedó quieto imaginando sus movimientos para estas alturas tan familiares.

Cuando ella salió del baño ya estaba vestida, solo su cabello aún se conservaba húmedo bajo la toalla azul que envolvía su cabeza como un turbante. Él fue a su encuentro. Su cuerpo desnudo, varonil, parecía brillar con la escasa luz que entraba por las persianas bajas, mientras seductoramente se acercaba a la muchacha quien lo miraba fascinada.

Ya frente a ella extendió la mano y le quitó la toalla de la cabeza liberando su cabello, reteniéndola de la nuca atrajo su boca a la suya, en una captura posesiva y desesperada.

No podía pensar mientras las sensaciones la ahogaban en un estanque de delicioso veneno. Él le peinaba los mechones de pelo húmedo con los dedos mientras le suplicaba que no se fuera.

Estaba a punto de sucumbir. Su mente anhelaba estar en sus brazos otra vez, y que la amara como solo él podía hacerlo…

Pero el sonido del timbre estrepitoso se interpuso como un escudo entre ambos. Ella lo empujó, asustada, jadeante, se mordió el labio inferior y retrocedió hasta tomar el pequeño bolso que había preparado con anticipación, luego manoteó un par de zapatillas converse y corrió hacia la puerta sin despedirse. Salió, dejando a su amante plantado en el centro de la habitación, todavía manteniendo frescas las huellas de sus besos y las caricias ardorosas.

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- Me demoré, lo siento-

Ash rió metiendo las manos en los bolsillos. Estaba apoyado contra su auto y se veía completamente tranquilo y relajado. Observó a su prometida que corría hacia él descalza, con el bolso cruzado a media espalda, y con el cabello suelto, húmedo y visiblemente desordenado. Le abrió la puerta del vehiculo.

- Lo siento- Misty reiteró jadeante y se sentó momentáneamente en el asiento del conductor a colocarse las zapatillas, luego se aplastó el cabello con los dedos -¿Me veo muy mal?- preguntó consternada.

Él le sonrió despejando parte del flequillo que le cubría el ojo derecho -Estas hermosa-

- Mentiroso-

- ¿Por qué no me crees?. Cuando no digo nada alabando tu aspecto te molestas, y ahora que te doy un cumplido no me crees…-

- Se supone que debes 'alabar mi aspecto' cuando me esmero para verme bien, no ahora-

- Para mí te ves bien. Mejor que eso- volvió a tocarle el fleco rebelde que persistía en ocultar sus ojos. Consiente que estaba flirteando descaradamente con su novia. Arrancó una sonrisa de esos labios -¿Quieres conducir?-

- Ni en broma. Estoy agotada; si no te molesta preferiría quedarme sentada, quieta y limitarme a conversar-

Ash volvió a sonreír -Muy bien-

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La señora Deliah había advertido el rubor natural de las mejillas de su futura nuera y no pudo menos que sonreír. Esa muchacha rebosaba de belleza y lozanía por todos los poros. Y aún ahora que estaba callada, ensimismada y perdida en su propio mundo, la dama no podía negar que formaba un cuadro delicioso dentro de su hogar.

De pronto se incorporó y se sacudió el cabello -Iré a recostarme un rato si me lo permiten-

- Claro Misty, esta es tu casa- Deliah le sonrió amablemente.

- ¿El viaje fue muy agotador para ti?- Ash le preguntó, recordando que había dormido durante toda la travesía.

- Quizás- la joven respondió, deteniéndose a medias al pie de la escalera para observarlos -Será solo un rato, estaré aquí para la hora de la cena-

- Recuéstate cariño, no te preocupes-

Misty asintió y se alejó escaleras arriba.

La señora Deliah esperó hasta que el sonido de la puerta al cerrarse se oyera antes de decir en voz baja e íntima:

- Está enamorada-

- ¿Cómo?- Ash hizo como si no la hubiera oído.

- Misty está enamorada- Deliah sonrió y le palmeó el brazo maternalmente -¿No lo adviertes?-

- ¿Cómo advertir algo que no sé?-

- Ash…- Deliah hizo un divertido gesto - Tú la quieres-

- Desde luego-

- Bueno, es eso. Cuando amas a alguien desbordas ese sentimiento. Existe algo inexplicable que hace que tus ojos brillen diferente, que transforma tu habla, tu andar, tu proceder. Que tiñe tus mejillas y tus labios de un constante rubor…-

- ¿Y dices que eso es lo que Misty tiene?-

- Hijo, hablas como si padeciera una enfermedad- la dama rió brevemente, luego viendo que el joven esperaba una respuesta añadió - Claro tonto. ¿Quién más que tú para inspirar ese sentimiento en ella?-

Ash le devolvió una sonrisa dudosa.

- Ella te ama, puedo decirlo, porque lo desborda. Y apuesto que en este mismo instante está soñando contigo…-

Ash dejó escapar una risita vergonzosa -Eres muy cursi- apretó la mano que sostenía la suya y agregó -Pero gracias mamá-

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- Buenas noches- Deliah susurró besando a ambos jóvenes maternalmente. Era tarde en la noche y comprendía que había llegado el momento de retirarse discretamente y dejar a solas a la joven pareja.

- Que descanse mamá- Ash le sonrió.

Misty asintió -Gracias por la cena, Deliah. Estuvo deliciosa-

La dama devolvió los saludos y subió la escalera rumbo a su habitación.

Reinó un confortable silencio entre las dos personas que habían quedado a solas en la sala. Ambos estaban instalados en el sillón disfrutando de una agradable noche de primavera; ni muy fresca, ni muy tibia para la época.

El silencio se extendió varios minutos más, pero este era cómodo y a gusto. Ash tomó el control remoto del televisor y se giró a su compañera, cuyos ojos resplandecían como esmeralda liquida.

- ¿Quieres que lo encienda?-

Misty afirmó con una sonrisa. Estaba completamente despierta y resplandeciente. Quizás era la magia de aquella noche primaveral y las palabras de Deliah que flotaban en el ambiente como las notas de un perfume caro y deleitoso…

Él hizo un surfeo general por los canales hasta que la mano de ella lo detuvo. Había caído en una comedia romántica, la cual sin duda había visto millones de veces… Sin preguntarle, supo que aquello era lo que ella deseaba ver, y dejó caer, vencido, el control remoto a su lado en el sillón.

Conforme avanzaba la trama, y Ash consideraba que el protagonista era un romántico empedernido, decidido a conquistar el amor de una mujer que perdía la memoria todos los días, con ello sus recuerdos, y por consiguiente a él; observaba a Misty a su antojo. Ella estaba visiblemente encantada con la actitud resuelta y valerosa del protagonista, sonreía cuando había que hacerlo y reía discretamente cada vez que aparecía alguna parte cómica.

Ash no supo en que momento dejó de mirar la película para verla a ella. Ofrecía un espectáculo mucho más interesante allí sentada al estilo indio en el mullido mueble, con sus pies descalzos, usando una amplia camiseta de él que ignoraba pudiera sentarle tan espectacular, shorts cortísimos que casi no se veían bajo el ruedo de la holgada prenda, con su cabello recogido en una coleta floja, tan al natural y exultante, que le pareció completamente normal acomodar el flequillo que caía sobre sus ojos, tal y como lo había hecho en la tarde, mientras ella reía siguiendo el hilo del film.

Y si sus dedos se detuvieron allí más de la cuenta, no le pareció extraño. Tampoco lo fue cuando estos se deslizaron por la mejilla arrebolada probando la suavidad de su piel. Sin embargo cuando sus dedos le delinearon la línea de la barbilla deslizándose hacia la nuca, acariciando el nacimiento de su cabello, y ella lo miró interrogante y palpitante, supo que lo que allí estaba ocurriendo no tenía nada de normal ni de corriente.

La acción inesperada hizo que Misty buscara los ojos castaños. El desconcierto completo que se dibujó en sus labios rosados y que fue rápidamente ahogado por el ruego en común de un beso.

La película completamente olvidada para estas alturas, en tanto el beso moría y renacía una y otra vez en una escala que abarcaba lo apasionado y violento, hasta lo inocente y suave. Así era aquel ósculo, algo primitivo y familiar.

Ninguno de los dos supo cuanto abarcó. Solo estuvieron conscientes del momento en que empezó y del momento en que abrieron los ojos, sin aliento, jadeantes; uno dándose cuenta que estaba profundamente enamorado, la otra sintiéndose más confusa y desconcertada que antes…

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Nota:

Perdón por la demora, la verdad he tenido un fin de semana no apto para cardíacos. En fin, aqui está la conti, espero que no odien demasiado a Misty u.u












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