miércoles, 4 de junio de 2008

Tierra Audaz




Capítulo 03.


Ni siquiera sabía cuanto tiempo había transcurrido desde su charla con ella. La agonizante encrucijada que le había puesto para evitar su interrogatorio.

Ella siempre fue tan sagaz.

Tan inteligente y juiciosa. Rasgos que no habían cambiado con los años. Quizás su apariencia física había mudado considerablemente, pero su carácter, su personalidad no.

Aquello era lo que la volvía… única.

Dejó de mirar el techo en la oscuridad y se dio la vuelta en su ahora incómodo lecho. En épocas pasadas no le era imposible encontrar el descanso en aquel mullido somier. Como maestro reconocido de la Liga Pokémon tenía derecho a tener lo mejor de lo mejor. Aún a pesar de que hubiera delegado al poco tiempo su titulo para recluirse en su pueblo natal, su casa no carecía de los lujos necesarios, y eso incluía aquella inmensa cama en la que estaba recostado y que no le ayudaba en nada a conciliar el sueño.
Intuía que su desacostumbrado insomnio se debía los acontecimientos del día, y a esa visitante especial; al tema insólito de un rapto, un secuestro, que tenía como núcleo a una niña pequeña, a tres hermanas alborotadas y a un joven investigador. Giró varias veces en el colchón y fue por agua otras tantas más, pero parecía que cuanto más cansado estaba, su mente más le huía al sueño, y las imágenes nítidas de su charla con Misty aparecían una y otra vez para rendirlo. Para derrotarlo, y que confesara para si que lo ocurrido no era mera casualidad.

Finalmente se dio vuelta para el otro lado y observó el débil reflejo que se colaba por la ventana. Estuvo mirando por tiempo indefinido esos haces de luz que serpenteaban en la pared hasta que se quedó dormido.

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Cuando despertó encontró dos inmenso ojos verdes que lo miraban de cerca. Parpadeó para despejarse y advirtió el peso que le hacia cosquillas en el pecho. Los ojos verdes también parpadearon.

- Buenos días Alex-

La niña sonrió enormemente y se hizo un ovillo acurrucándose contra él.

- ¿Qué haces despierta tan temprano?- preguntó Ash moviéndose torpemente para dejarle un lugar cómodo en el somier. Lo cierto era que sentía la espalda tiesa y dolorida como si se hubiera caído de un caballo. ¿Tan mal había dormido?

- Yo no tengo sueño- contestó la pequeña con total naturalidad. Se acomodó bajo la frazada liviana y se dedicó a observarlo.

- ¿Dormiste bien?-

-Sip. Mamá Misty aún sigue dormida. ¿Y tú?-

- Yo dormí bien- le sonrió a pesar de que pareció que el gesto le arrancó un tirón en el hombro. Se incorporó un poco y advirtió que recién acababa de amanecer. La cabeza le daba vueltas por la falta de sueño -¿Te gustaría conocer un caballo?-

La respuesta fue un solemne gesto afirmativo hecho con toda animosidad. Alex se sentó en el lecho.

- ¿Te sientes mejor?-

Otro gesto inmenso de asentimiento.

- Bueno, entonces ve a cambiarte y vuelve a buscarme en un rato, ¿si?-

- ¡Sip!- Alex exclamó y se bajó de la cama saliendo a la carrera de la habitación.

Él acababa de armar el lecho acomodando los cojines sobre el acolchado cuando Alex apareció en la puerta sonriendo. Tenía vaqueros y una remera con tirantes de color rosa, un pequeño sombrerito a juego ocultaba su largo cabello negro.

- ¡Ya estoy!-

- Bueno- Ash sonrió acercándose a ella -Vamos-

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El sol era una suave esfera dorada cuando salieron afuera. El cielo de un azul claro y sin nubes. La temperatura era templada para esa hora de la mañana y vaticinaba otro caluroso día de verano.

Ambos caminaron en línea recta hasta aquella pequeña edificación de madera rodeada de una cerca. Ash se sorprendió cuando sintió la manita pequeña que agarraba la suya; y en cuanto la tomó supo que no debía juzgar a aquella muchacha que aún dormía por lo que había decidido hacer. Realmente Alex necesitaba conocer su origen y él no iba a ponerle trabas para evitar que lo lograra. Observó de soslayo los ojos verdes de la pequeña abiertos desmesuradamente de ansiedad, y esa fue la confirmación que necesitaba. Afianzó la mano diminuta entre sus dedos y siguió caminando.

Se acercaron a la valla y él llenó un enorme cubo con avena. Emitió un silbido suave y aquella hermosa ponyta revoleó las crines en su dirección mostrando sus relampagueantes ojos azules.

- ¡Bonita!- exclamó Alex con tanta animosidad que corrió hasta la valla para subirse a ella.

- ¡No!- Ash la frenó deteniéndola del codo. Tomó el cubo de avena bajo un brazo mientras alzaba a la pequeña con el restante -Es mala Alex. No está domesticada, da patadas y muerde-

- Yo acariciar Bonita- dijo la niña con tozudez.

- No. Podrás hacerlo en un futuro, ahora no-

¿En el futuro?. ¿Había un futuro para él y esa niña?. ¿O para él y esa yegua obstinada?. Ash miró a la pequeña que sostenía bajo un brazo y sintió una ternura difícil de explicar. ¿Qué clase de ser humano sería capaz de abandonar a ese pequeño angelito? Él nunca lo hubiera hecho… alzó la vista hacia la casa y recordó a la invitada que habían dejado sola. Frunció el ceño, bueno tampoco iba a estar todo el tiempo detrás de ella, y era obvio que necesitaba descansar después de tamaño viaje.

Finalmente se concentró en el animal. Bonita era una palabra corta para describirla. Aquella yegua era… sublime. De lo más rara en su especie -se lo había dicho el profesor Oak- y él había quedado hechizado nomás verla. Lo cual en cierto modo era estúpido, porque muchos meses habían pasado y aquel animal seguía igual de huraño. Desconfiaba plenamente de la gente y a estas alturas Ash no creía que eso fuera capaz de enmendarse.

Pero aquella tibia mañana quería creer que los errores podían corregirse, que ese animal podría aprender a confiar en él, que se le podía dar una segunda oportunidad al igual que a las personas.

- Aún no tiene nombre- le confió a Alex mientras abría la portezuela de la cerca y se acercaba a un cubil que estaba junto al bebedero. La yegua relinchó con alarma y retrocedió hasta el otro extremo de la valla.

La pequeña frunció el ceño con tristeza -No voy a hacerte daño Bonita, ven…- le extendió la mano en un gesto de súplica pero el animal retrocedió varios pasos más hasta casi la entrada de aquel pequeño establo -Me gusta- se volvió a Ash que acaba de colocar la avena en el cubil. Se aferró a su cuello y repitió con ojos húmedos -Me gusta Bonita-

- A mí también- la abrazó con cariño -Pero le han hecho daño y tiene que curarse…-

- ¿Curarse?. Mamá Misty puede curar a Bonita-

Ash la aferró contra su pecho y salió de la cerca. Al ver que ellos se alejaban de su territorio, la yegua agitó las crines y se acercó desconfiada a donde le habían puesto la comida. No dejó de mirarlos con recelo mientras hundía la cabeza en el cubo.

- ¿Así que tu mamá puede curarla?- repitió con una sonrisa mientras la depositaba con cuidado en el suelo. Alex asintió convencida -Bueno, tal vez en alguna otra ocasión. Mientras tanto no te acerques a ella si yo no estoy presente ¿de acuerdo?-

- Sip- la niña observó como la yegua engullía su alimento -Me gustas -le dijo con determinación -Me gustas mucho Bonita- su mano volvió a buscar la de Ash -No tienes que tener miedo, no te haremos daño-

Él no sabía que decir a esa melancolía infantil, así que solo se limitó a apretar con firmeza la manito que enlazaba la suya y volvieron a la casa.

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Misty miraba desde la ventana aquella singular escena. Tenía las manos apretadas contra el pecho y la mirada húmeda.

Había despertado en medio de un inusual silencio. No se oían los gritos de sus hermanas, ni sus pasajeras discusiones, o los sonidos desesperados de los retadores que llegaban a diario al gimnasio. Todo lo cual la había llevado a recordar que no estaba en su casa de Cerulean city sino en la tranquilidad de Pallet Town. Hasta las sábanas que la envolvían como un capullo tenían un singular aroma a frescura y a jabón de glicerina. El canto de los pájaros se colaba por la ventana y todo aquello le pareció tan natural y hermoso que no dudó en levantarse.

Se acercó a la ventana cuando la singular pareja que caminaba allá abajo hacia el establo atrajo toda su atención. Alex iba a la par de Ash oyendo lo que fuera que él le decía. Se la veía feliz y resplandeciente observando esos campos verdes a su alrededor, kilómetros y kilómetros en los que podía jugar a su entera libertad. No era que en Cerulean City no pudiera hacer eso pero… aquella paz se sentía diferente, y si esas praderas tenían un efecto estimulante en ella, intuía que en la pequeña eso no era diferente.

Aquel era el lugar idóneo para que Alex creciera. Rodeada de naturaleza, de ríos de azules aguas donde bañarse, viendo las estrellas en una noche de primavera. Ahí podría aprender más de los pokémon…. Si, su vida sería diferente a la que tenía en el gimnasio…

En ese momento Ash tenía en brazos a la niña y ella alargaba la mano hacia aquella hermosa ponyta que pastaba dentro del corral. El joven inclinaba la cabeza hacia lo que la niña decía y le acariciaba la cabeza sin duda consolándola de algo.

Ash sería un gran padre…le dijo una vocecita interior, sobresaltándola. Contempló la escena una y otra vez, y a regañadientes tuvo que estar de acuerdo. Él sería un gran padre, bastaba ver la dulzura con que trataba a la niña.

En ese momento escuchó un sonido extraño y alzó la vista. Una lejana polvareda se levantaba a lo lejos en aquella retorcida carretera, e iba acercándose a ellos. Luego de unos minutos el vehiculo moderno fue fácilmente reconocible. Ash sostuvo la mano de la pequeña junto a la suya en tanto este se detenía frente a ellos. Él sonreía meneando la cabeza cuando una joven en avanzado estado de gestación salió del auto y literalmente se arrojó a sus brazos.

Solo cuando ella giró la cabeza para saludar a Alex, el sol le dio de lleno en los cabellos castaños iluminando su tez, y entonces no le quedaron dudas. Era May.

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- Te dije que no tenías que venir- Ash le decía a la recién llegada con una sonrisa de reproche.

- Sé que lo dijiste, pero te oías desesperado. Tuve que venir obviamente- May sonrió encogiéndose de hombros.

- Pues claro, tenías que protegerme- ella le hizo un gesto de asentimiento a la par que reía -Por cierto, estás muy linda- le dio un cariñoso tirón al largo mechón de cabello castaño que le bajaba del hombro.

Lo cual era cierto, la desgarbada joven de la pañoleta roja había crecido convirtiéndose en una bella morocha, cuyos ojos azules resaltaban al máximo en aquella cara de tez pálida.

- Claro. Mi refrigerador y yo tenemos la misma medida-

Ash sonrió, pero supo que a May le había gustado el halago. Así que por lo menos había hecho algo bien.

La mujer miró a Alex que se había escondido tras Ash y le sujetaba la pierna. Sus ojos se suavizaron y le sonrió.

- Hola linda, ¿Cómo te llamas?-

- Alex- contestó con cautela mirándola fijamente.

- Soy May ¿te gustaría desayunar conmigo?-

Esta vez Alex asintió vigorosamente y salió de detrás de Ash para tomarlo otra vez de la mano.

- Se parece muchísimo a Misty. Tiene sus mismos ojos- confiaba May a Ash en voz baja mientras caminaban con lentitud hacia la casa -Realmente se parece mucho a ella, y por su cabello negro diría que los ha sacado de t…-

- No- Ash la cortó antes de que lo nombrara a él -Cuando sepas quien es el padre sin duda no lo creerás-

May parpadeó con suspicacia -Pero debes hacer algo, en cuanto la Liga se entere que está aquí pueden lloverte toda clase de problemas-

- Lo sé. Pero ella necesita mi ayuda- rozó con cariño el borde del sombrero de Alex -Mientras tanto me conformo con saber que no has dicho nada de lo que sabes-

- Ni una palabra-

- Genial-

- ¿Y donde está Misty?-

- Durmiendo, supongo. Ha tenido un largo viaje hasta aquí-

- Lo imagino- sonrió -¿Sabes?. Por alguna razón estoy feliz de que estemos juntos, a pesar de las circunstancias. Hacía tiempo que no sabía nada de ella-

- Tienes razón. Yo también estoy satisfecho- llegaron a la casa y abrió la puerta caballerosamente para ambas damas.

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Misty se sintió cohibida ante la llegada de la visitante. ¿Qué estaría haciendo allí?. ¿Sus hermanas lo sabrían?. ¿Y su embarazo?

Sin duda aquello era lo que más la atormentaba. ¿Sería ella la señora Ketchum, ausente durante su llegada?. La familiaridad con que Ash la había tratado cuando llegó, el abrazo desesperado de la que fue objeto, no decían otra cosa.

Abrió su maleta y sacó las prendas para aquel día. De repente comprendió que su 'inmensa aventura' se había convertido en un 'accidente trágico', como si aquello no pudiera ser menos irónico. Se lavó la cara con energía y se cepilló el cabello de igual modo hasta que estuvo lacio y dominable como una seda. Eligió una remera blanca estilo vestido, y el jean negro de la víspera. Realmente, se dijo, no deseaba impresionar a nadie. Con ese pensamiento fue a reunirse con ellos, aunque la sensación de que marchaba directo a un degolladero no desapareció de su cabeza.

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- ¡Oh Misty!. ¿Realmente eres tú?-

May gritó alborozada apretándola en un abrazo asfixiante. Extrañamente era más alta que ella, y obviamente más robusta.

Misty rió ante tal saludo. Cuando se alejó de la joven de cabello castaño creyó advertir un leve manto de lágrimas en los ojos azules.

- El embarazo me pone muy sensible- dijo May adivinando sus pensamientos enjugándose las comisuras de los ojos.

- ¿Cuántos meses llevas?- le preguntó educadamente, mientras Ash le hacia señas de que se sentara a la mesa junto a ellos.

- Oh, ¿Cuántos llevo?- May pensó un momento en tanto volvía sentarse ayudada por el joven. Se volvió a él -¿Ash?. ¿Cuántos meses llevo ya?-

Misty casi se atragantó con el sorbo de café. Bueno, aquella revelación confirmaba sus sospechas.

- Siete meses- él contestó con firmeza -El medico te dijo en la última consulta que debías hacer reposo…-

- ¿Eso dijo?- May se tocó la nuca con aire avergonzado -Ups, supongo que lo olvidé. Bueno…- se encogió de hombros- No podía perderme de ver a Misty luego de tanto tiempo- sonrió a Alex -Y por supuesto no podía perderme de conocer a este encanto-

- Te dije que no era necesario que hicieras tamaño de viaje- le reprochó Ash otra vez, sirviéndole otro jugo de naranja.

- Bueno, bueno ¿vas a sermonearme en presencia de los invitados?- le respondió juguetona. Miró a Misty en busca de una sonrisa cómplice y encontró que estaba muy pálida y jugueteaba con la comida con aire avergonzado. Se aclaró la garganta -Se parece mucho a ti, Misty- hizo un gesto hacia Alex, y la aludida por fin la miró.

- Ah, si. Es lo que todos dicen…- sonrió al hablar de su tema favorito -Hay muchas similitudes entre ella y yo; los ojos, la simetría de la cara, y la nariz. Hasta su carácter muchas veces rima con el mío…-

May asintió y se inclinó sobre la mesa acercando su mano delgada hacia la de ella que descansaba junto a la taza que bebía -Escucha Myst, puedes confiar en mí -en ambos- señaló a Ash con la cabeza -Nosotros te ayudaremos en todo, no tienes que preocuparte que de momento la niña y tú están a salvo

- Mi hermanas… ¿acaso ellas saben?- dejó la frase en suspenso.

- No, tranquilízate- May la confortó con una palmadita - Como te dije, puedes confiar en nosotros-

- Gracias May- respondió Misty considerando seriamente que en ningún momento Ash le había transmitido algo semejante. Más bien se había limitado a interrogarla como si fuera un detective de la policía y ella hubiera cometido alguna fechoría.

Pero alejar a una niña de su familia, de su hogar, no era un hecho tan terrible ¿o si?

- Mamá Misty ya terminé- Alex dejó la taza vacía en la mesa cubierta de un blanco mantel, y se limpió los labios con una servilleta igual de inmaculada. Esperó obediente a que le dieran permiso de retirarse.

- Bueno cariño- Misty le hizo un gesto de se le acercara. Al hacerlo, la abrazó fuerte apoyando la barbilla en su lacio cabello negro. Parpadeó evitando que las repentinas lágrimas le nublaran la visión. No quería quebrarse delante de la pareja. Se recompuso rápidamente y le dio un beso en la frente -¿Qué planeas hacer ahora?-

- Jugar con pikachu ¿puedo Ash?- se volvió al joven con una enorme sonrisa, quien asintió inmediatamente -Después mostrarte a Bonita-

- ¿Bonita?-

- Es el nombre que le ha dado a la ponyta- replicó Ash con total naturalidad como si hubiera participado asiduamente de toda la conversación.

- ¿Le has enseñado a Misty aquella yegua loca que tienes?- May preguntó con aire divertido.

Ash hizo un gesto afirmativo ignorando su tono malicioso.

- ¿Te refieres a ese hermoso animal de ojos azules?- Misty asintió -Si. Es muy bello-

- Es su esposa- May prosiguió.

- ¿Perdón?-

- Si. Ha dejado todo a su alrededor para ocuparse de ella. Realmente la ama-

- Bueno, no puedes culparlo por amar a un Pokémon- Misty lo defendió sin pensar.

May sonrió ampliamente, Ash no hizo sonido alguno -Supongo que no. Pero a veces prefiere la compañía de ese caballo huraño antes que la presencia cálida de una persona…-

Misty miró al joven con sorpresa.

- A veces me pregunto si no echa de menos la presencia tangible de un ser humano. No entiendo que clase de satisfacción puede darle un animal que patea y muerde…-

Para este punto el rostro de Ash igualaba el color de los cabellos de Misty. Se puso de pie de un salto, como si un resorte lo impulsara a hacerlo, y se alejó de la mesa ante las miradas interrogantes de ambas -Tengo cosas que hacer…-

- ¿Allá afuera?-

Él esquivó a May y a su sonrisita maliciosa. Se dirigió a la puerta como si alguien lo persiguiera -Ese caballo no se domará solo…-

- Desde luego que no-

Salió cerrando la hoja de madera tras de sí. Decidido a ignorar las sonrisas traviesas que le dirigía la morocha, y que tenían como propósito incomodarlo delante de Misty.

¿Pero que podía hacer?. Desde pequeño fue amante de la naturaleza, y ni hablar de su afición por los pokémon exóticos. Y esa yegua era de lo más sublime en su especie…

Tan orgullosa, altiva. Dueña de una personalidad avasallante. Tan semejante a Misty.

Quizás por eso sentía tanta debilidad por ese animal desconfiado. Era cierto la amaba. El descubrimiento lo abofeteó mentalmente. La amaba con todas sus fuerzas.

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- Ash necesita una familia- May decía en un susurro. Estaban bebiendo una nueva ronda de té - Un hogar donde haya risas de niños, una cena caliente, y la compañía de alguien que lo espere al final del día y lo escuche pacientemente -bebió de su taza, Misty la escuchaba en silencio -Yo trato de hacer lo posible, pero no es lo mismo…- se tocó el abultado vientre -Cuando el bebé nazca tendré que suspender este tipo de travesías…-

- Yo creí que…-

- Él ha sufrido mucho, Myst. Tú no tienes idea. Delegar el titulo por el que tanto luchó al poco tiempo de haberlo ganado, la perdida de un ser querido…-

- Sigue- le dijo la otra con suavidad -Quiero oírlo todo…-

- No sé que más decirte, en realidad creo que tú lo sabes todo tanto como yo-

- Si… lo de su madre-

- Lo de Deliah fue terrible. Creo que apenas logró reponerse a ello…- hizo una pausa -Por eso merece ser feliz, y voy a hacer hasta lo imposible para lograrlo- le sonrió.

Misty le devolvió la sonrisa sin saber porqué. Se levantó y empezó a juntar las tazas y los platos.

- Deja, yo lo hago- May se había incorporado también y le quitaba las cosas de las manos.

- Pero…-

- No me hagas sentir como una inútil, no puedo estar sentada mientras tú haces todo- le explicó con un gesto avergonzado -Te sugiero en cambio que ayudes a Ash. Estoy segura de que a él le encantará compartir sus actividades-

- ¿Tú crees?-

- Desde luego. Tal vez tú seas capaz de domar a su querida 'esposa'-

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'Ahora May debe estar hablándole de mí…' Ash suspiró cerrando los ojos. Como si su vida pudiera ser tan interesante para alguien. Meneó la cabeza.

Estaba dentro del cerco completamente inmóvil en un extremo, mientras aquella yegua lo observaba con desconfianza desde la cerca opuesta -¿Por qué me tienes miedo?. Creo que te he demostrado de todas las formas posibles que no te voy a hacer daño- le dijo en voz alta y clara.

El animal ni se conmovió con sus palabras, agitó la cola con precaución y relinchó.

Ash se dio la vuelta y tomó una vieja manta tejida con hilos de varios colores que descansaba sobre la madera tras él. Se acercó al animal con confianza -Pondré esto en tu lomo, no tienes que asustarte- le explicó como tantas veces lo había hecho, extendiendo la manta ante los ojos de la potranca para que la reconociera. Había visto al profesor Oak hacer eso miles de veces en su granja; era la forma en la que amaestraba a sus propios ponyta, y por supuesto sabía que daba resultado. Sin embargo llevaba meses trabajando de aquel modo con la yegua y sus esfuerzos aún no habían dado ningún fruto.

Ella lo miró fijamente mientras se le acercaba con el lienzo en las manos, agitó las crines suavemente; y apenas el objeto le rozó el lomo se sacudió violentamente. Metió la cabeza entre las patas delanteras y se arqueó de modo instintivo, dando coces y saltos cerrados. Siguió otorgando patadas al aire por varios segundos más, pero al ver que la manta yacía en el polvo, pisoteada, se detuvo.

Jadeante, volvió a relinchar victoriosa, y se alejó al medio galope hasta el bebedero.

Ash apretó los puños a los costados de su cuerpo, se negó a sentir rabia hacia ella -¿Por qué…?- preguntó frustrado y se inclinó a recoger el lienzo del suelo. Lo sacudió.

- ¿Puedo ayudar?-

La cantarina voz femenina le erizó los pelos de la nuca. Se giró. Misty estaba apoyada en la valla y lucía preocupada. El sol de esa hora bañaba su cabello como oro bruñido. ¿Desde cuando estaba allí?

-¿Puedo ayudar?- repitió con suavidad.

- Solo si puedes hacer milagros-

- No puedo hacer milagros, pero puedo cantar- confesó algo avergonzada -Se dice que la música doma a las bestias salvajes…-

- Adelante- extendió las manos abiertas en derrota. Aunque se guardó de comentarle que su sugerencia le parecía algo infantil.

Misty miró al animal con aire pensativo. Luego comenzó:

Mujer con el corazón herido
No siempre el amor llega para hacer daño
Tal vez había una lección que aprender
Muy pronto sanarás y volverás a ser feliz
Y esto será un sueño, un recuerdo
Que ya no te dolerá…

Su voz era suave y diáfana. Crecía con facilidad y brotaba sin esfuerzo de su garganta. No pudo evitar mirarla con ojos desorbitados. No imaginó que Misty escondiera esa voz tan dulce, tan suave. Cada verso arrancaba un escalofrío de su espalda y le erizaba los cabellos. A la yegua debía de ocurrirle algo semejante porque alzó la cabeza y la miró fijo. Sus orejas se arquearon y dio un paso vacilante hacia ellos.

Muy pronto sanarás y volverás a ser feliz.

Repitió con dulzura y su voz se elevó en un complicado arreglo que a Ash le pareció mágico. El último verso murió en los labios femeninos con suavidad y de pronto descubrió que May, Alex y pikachu se habían acercado a la cerca para presenciar aquel concierto improvisado.

- Cantas muy bien- May dijo con sinceridad -Tienes una voz hermosa-

- Gracias- Misty pareció más avergonzada que halagada, bajó la cabeza mirando sus zapatillas.

Él quiso decirle lo mismo. Que su voz le parecía mágica y maravillosa, pero las palabras se atoraron en su garganta. La yegua continuaba inmóvil mirándola, y su aspecto huraño parecía haber desaparecido de momento.

- Parece que sirvió- dijo en cambio sonriendo -Tal vez podamos repetirlo…-

- Claro- Misty agregó rápidamente comprendiendo aquel torpe intento de elogio que se escondía tras sus palabras.

- ¡Te dije que mamá Misty podía curar a Bonita!- exclamó Alex a los gritos -¡Canta otra vez!-

- ¿Bonita?- May repitió en un susurro acariciando su vientre. Seguramente el bebé estaría moviéndose en sus entrañas -¿Ese es el nombre que le has puesto?-

Ash meneó la cabeza -Es como Alex la llama-

- Oh- la morocha sonrió otra vez. Esta vez una mueca traviesa apareció en sus labios -¿Qué nombre le darías tú, Myst?-

Ash se sonrojó violentamente mientras le dirigía una mirada de advertencia a la impertinente May.

Misty observó al animal con obvio cariño. Su expresión se suavizó sobremanera, al igual que la rosada curva de sus labios.

- Hechizo de Sirena-

Eso fue todo, pero Ash fue plenamente consciente que aquel nombre quedaba grabado a fuego en aquella yegua. Y que de ese día en adelante aquella soberbia criatura tenía nueva dueña.

- ¡Es un nombre bonito!- Alex volvió a exclamar dando un salto. Tomó la mano de la joven y añadió -Canta otra vez mamá Misty-

- Si por favor. Al bebé y a mí nos agradaría escucharte de nuevo- May asintió.

'Por favor' Ash le imploró en silencio. Su voz tenía sobre él un efecto hipnotizante. Lo relajaba y le hacía pensar que el mundo era un lugar hermoso y bueno.

También le hacía anhelar cosas de su vieja vida. Como el calor de las fogatas en una fría noche de invierno durante alguno de sus viajes de entrenamiento pokémon, o el olor de las pastas recién preparadas que su madre cocinaba para él cuando permanecía esos intervalos de descanso en su casa.

Hizo un gesto negativo con la cabeza. Todo ese mundo se había venido debajo de repente.

'Es una enfermedad incurable Ash… Lo siento, hijo…'

Después de aquello siempre había tenido miedo de anhelar demasiadas cosas, miedo de volver a ser blando, miedo de perder el control sobre el mundo cuidadosamente aislado que había creado a su alrededor. Y también, quizás miedo de volver a amar.

- Por favor canta Myst- May asintió cerrando los ojos y restando las manos en su vientre redondo.

Misty miró el cielo azul sobre su cabeza.

Cuando llegue aquel día,
Y descubra que ya no eres una niña,
Cuando te vea mujer,
Entonces te amaré…

La letra era más profunda que la anterior canción. Ash sintió que su corazón detenía los latidos, para luego emprenderlo en un ritmo desbocado. Parecía que cada verso lo abofeteaba como una cruel broma. Ese pequeño párrafo estaba dirigido a él. A él.

Te amaré hasta que deje de ser niña

Y después
… su corazón quiso gritar. Sin embargo su mente -sabía, reservada- se resistía a ceder el lugar tan fácilmente y salió en defensa de sus sentimientos; lo obligó a interrumpirla sin misericordia, deseoso de emprender la retirada.

- Iré a hacer algunas llamadas. Tal vez pueda localizar a Tracey y explicarle lo que ocurre…-

Misty le sonrió agradecida -¡Sería genial!-

- Lo imaginé- Ash le dio la espalda y se alejó rumbo a la casa levantando una pequeña nube de polvo a su paso. Alex decidió irse tras él, lo agarró de la mano con ternura y respeto e imitó su andar seguro y confiado.

- Está completamente encantada con él- Misty dijo en voz alta -Parece ser recíproco…-

- ¿Tracey?- May preguntó confundida arrugando el entrecejo como con disgusto.

Misty la miró sin verla realmente. El sol comenzaba a quemar con fuerza y le preocupaba su estado delicado si seguía exponiéndose al calor excesivo. Observó la sombra ligera que proyectaban un grupo de árboles a su derecha, los cuales no parecían estar muy lejos de su alcance. Los señaló con un movimiento de cabeza -Será mejor que busquemos un lugar fresco. Por ti-

May asintió y ambas caminaron hacia allí. El lugar era perfecto. Los pinos frondosos y el perfume de las piñas se extendía en el ambiente.

- ¿Qué tiene que ver Tracey?- volvió a preguntar.

Misty observó la hierba pisoteada baja las suelas de sus zapatillas -Tracey es el padre de Alex-

Los ojos de May se abrieron desmesuradamente ¿Quién lo hubiera creído? -¿Cómo fue capaz de abandonar a su hija?-

- Él no la abandonó, May. Existieron muchos errores y malentendidos en el medio, Tracey recibió la peor parte; su paga fue separarse permanentemente de la pequeña-

- Y de ti- completó con naturalidad.

- ¿De mí?- Misty la miró sin comprender, May asintió con un gesto rotundo, se vio obligada a explicar -Alex no es mi hija, es mi sobrina-

- ¿Cómo?- parpadeó tratando de formular correctamente las preguntas que llovían en su cabeza -¡Pero te dice mamá!-

- Lo cierto es que pasó más tiempo conmigo que con su madre biológica. Daisy la adora, pero decididamente no está preparada para ser una madre competente…-

- Lo entiendo, tú ocupaste permanentemente ese lugar…- May suspiró con alivio para luego echarse a reír con evidente gracia -Ash cree que tú eres la madre…-

- Lo sé. Aún no lo he liberado de su error-

-Y prefiero que siga así. ¡Es más divertido!-

Misty arqueó las cejas ante sus palabras, pero la otra joven la ignoró.

- Ahora que sé toda la verdad te ayudaré en todo, Myst. Realmente eres muy valiente, y te envidio-

- Yo sé lo que es crecer sin un padre May, y no quiero que Alex pase por lo mismo. No me envidies, estoy segura que tú en mi lugar habrías obrado de igual manera-

May no dijo nada solo la abrazó con fuerza, sus ojos azules se humedecieron mientras intentaba transmitirle toda la confianza que necesitaba para dar los siguientes pasos.

- Gracias May- dijo Misty con suavidad, ahogando las palabras contra el cabello castaño.

- No tienes que agradecer, en todo caso soy yo la que tendría que darte las gracias a ti -rió brevemente enjugándose los ojos.

- ¿Por qué?-

- Porque me has hecho concebir las esperanzas de tener un final feliz-

- ¿A que te refieres?-

- Pronto lo sabrás- volvió a reír. Su risa era contagiosa -Por lo pronto ocupémonos del almuerzo antes de que a Ash se le ocurra cocinar guisantes, u otra comida de campamento-

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Nota:

Las canciones las hice yo (no se rían ante mi escasa creatividad! Realmente soy un desastre a la hora de crear poesía u.u), y el nombre de la yegua me llevó días y días pensarlo, espero no haber 'quemado' el nombre de algún futuro fic, o el nick de algún autor, pero lo cierto es que me encanta ese nombre 'Hechizo de Sirena' aunque lo consideren muy cursi!.

Bueno, voy a seguir quemando mis neuronas y cantando 'Viento recio' que es la canción que me inspiró para hacer este chap! (eso y la excesiva parranda de estos días, cielos hacía mucho que no me divertía tanto! n.n)
















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